De Trilce de César Vallejo a tratados coloniales: diez libros clave de la historia peruana ya son Patrimonio Cultural

Son textos escritos en latín, castellano antiguo y lenguas extintas. Entre ellos figuran un incunable de 1495, las actas del Tercer Concilio Limense y una edición autografiada de Trilce. La UNSAAC custodia esta memoria entre sus muros centenarios

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Mediante resolución 000127-2025-VMPCIC/MC, el Ministerio
Mediante resolución 000127-2025-VMPCIC/MC, el Ministerio de Cultura declara diez libros como Patrimonio Cultural de la Nación. (Composición: Infobae / Andina)

En una sala discreta, resguardada entre los muros centenarios de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC), reposan volúmenes que han sobrevivido guerras, cambios de gobierno, incendios, y siglos de historia. Allí, entre páginas impresas en latín, castellano colonial y otras lenguas extintas del continente, se encuentran los diez libros que el Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación. El acto, formalizado mediante la resolución 000127-2025-VMPCIC/MC, reconoce su valor histórico, testimonial y creativo, como parte fundamental de la memoria bibliográfica del Perú.

Estos ejemplares, resguardados en la llamada sala jesuita de la Biblioteca Central de la UNSAAC, representan una muestra tangible del pensamiento religioso, filosófico, jurídico y literario desarrollado en el continente desde fines del siglo XV hasta inicios del siglo XX. En ellos se cruzan la imprenta europea, la colonización americana y los primeros intentos de entendimiento entre culturas. El más antiguo de los títulos, Tabule ad diuersas huius operis magistri, data de 1495. El más reciente, Trilce de César Vallejo, lleva el sello de 1922, año en que fue impreso dentro de los muros de la penitenciaría de Lima.

“Estos libros constituyen testimonio del proceso creativo desarrollado en nuestro continente a partir de las primeras imprentas instaladas en el territorio sudamericano”, afirmó el Ministerio de Cultura a través de su resolución.

La especialista Antonia Ana, encargada de la Biblioteca Central, no oculta su entusiasmo al mostrar los textos. “Tenemos obras únicas como la primera edición de Trilce, dedicada de puño y letra por César Vallejo a su amigo Luis Velasco Aragón. Está en perfecto estado de conservación”.

Textos que narran siglos

Los libros cubren un amplio
Los libros cubren un amplio rango temporal (1495-1922) y provienen de la sala jesuita de la Biblioteca Central de la UNSAAC. (Andina)

Entre los ejemplares que integran esta declaratoria, sobresale el Concilivm Limense: celebratum anno 1583, impreso en 1591. Este texto recoge las decisiones adoptadas en el Tercer Concilio Limense, encuentro que marcó una ruta para la evangelización en la región. “Se acordó cómo se iba a tratar a los indios hispanoamericanos”, señaló Antonia Ana. El documento conserva su estructura original y está completo, según verificaciones de la Biblioteca Nacional.

Otro título incluido es De Christo revelato de José de Acosta, jesuita que publicó su obra en 1590. A través de una lectura bíblica, Acosta trató de explicar el sentido del “descubrimiento” de América desde la mirada de la Iglesia. En este y otros tomos, como el de De temporibus novissimis, también de Acosta, se encuentran anotaciones sobre la Inquisición. “Hay fragmentos en latín antiguo que contienen correcciones manuscritas y referencias a la vida religiosa”, comentó la especialista.

También destaca Commentarii ac Quaestiones in universam Aristotelis (1610) de Jerónimo de Valera, considerado uno de los primeros libros filosóficos impresos en Sudamérica. “Contiene rúbricas y firmas que revelan el paso del tiempo, y está muy bien conservado”, explicó Ana, mientras mostraba las páginas selladas con insignias de la Orden Jesuita.

Dos obras escritas por el jurista español Juan de Solórzano Pereira, publicadas en 1629 y 1639, también figuran en la lista. Los volúmenes, titulados Disputationem de Indiarum iure sive, discuten las bases legales del gobierno español en América. “Son claves para entender el pensamiento jurídico de la época. En ellos se defendían los derechos políticos de los españoles en el Nuevo Mundo, y tuvieron influencia en los ideólogos de la independencia”, sostuvo uno de los historiadores que asesora la biblioteca.

Estos textos presentan marcas de agua, anotaciones marginales y detalles de impresión que confirman su autenticidad. Su estado de conservación ha sido verificado por expertos de la Biblioteca Nacional. “Están completos y tienen incluso notas manuscritas que refuerzan su valor como fuente primaria”, añadió Antonia Ana.

El Perú en láminas: un atlas único

Este día recuerda el fallecimiento
Este día recuerda el fallecimiento de Mariano Felipe Paz Soldán, un geógrafo e historiador fundamental que aportó al Perú con su obra, consolidando el estudio de su territorio y su historia. (Archivo Carlos Paz Soldán Haider)

Uno de los ejemplares más voluminosos de la colección es el Atlas geográfico del Perú, de Mariano Felipe Paz Soldán, publicado en 1865. Esta edición incluye mapas, planos topográficos, cortes geológicos y grabados con vistas de ciudades como Lima, Arequipa, Tacna e incluso Iquique, cuando todavía era territorio peruano. “Solo existen cuatro ejemplares en el país. Es muy difícil encontrar uno tan completo”, señaló la especialista mientras mostraba el plano de la penitenciaría de Lima y las representaciones de templos coloniales como la Iglesia de la Merced.

“El atlas tiene imágenes que parecen dibujos, pero son grabados. Incluye planos por distritos, como el de Chorrillos, y hasta departamentos que ahora ya no forman parte del país”, explicó Ana. El libro, por su rareza y estado físico, fue considerado esencial para la declaratoria.

Una colección con historia propia

La colección jesuita, núcleo de esta selección bibliográfica, tiene un origen que se remonta al siglo XVIII. “Tras la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, los libros pasaron al Seminario San Bernardo por disposición del obispo José Pérez de Armendáriz”, explicó el historiador Manuel Jesús Aparicio. Posteriormente, durante el periodo republicano, los textos fueron transferidos a la universidad.

“Para los historiadores, esta biblioteca representa una fuente primaria inigualable”, añadió Aparicio. “Hay volúmenes del siglo XV, XVI y XVII. La colección jesuita es un legado que debe preservarse”. Hoy, muchos de esos libros se encuentran bajo llave en la sala especializada de la UNSAAC, y se accede a ellos bajo supervisión.

Conservación y futuro digital

El trabajo de conservación de estos ejemplares está en marcha. La directora de la biblioteca ha promovido alianzas con la Biblioteca Nacional y otras instituciones para asegurar su preservación. “Nos hicimos cargo de la unidad con el objetivo de rescatar el fondo antiguo. Esta sala jesuita alberga libros únicos. Queremos darles visibilidad dentro de nuestra comunidad”, declaró la bibliotecaria jefa.

Según explicó, ya se adquirieron escáneres especializados y se está diseñando un sistema de digitalización. “Queremos que toda la comunidad acceda a este material. Contamos con personal capacitado y una escuela profesional de historia que puede aprovechar este recurso”.

La intención es que los estudiantes, egresados, investigadores y la población en general tengan acceso a este fondo documental. “No sirve de nada que uno de nuestros incunables esté aquí guardado si nadie lo conoce. Y eso también es historia: saber y valorar lo que tenemos”, afirmó.