Inspiradas en Finlandia: así son por dentro las nuevas aulas de las Escuelas Bicentenario en el Perú

Adiós a las clases aburridas. Más de 60 mil estudiantes ya aprenden en espacios diseñados para colaborar, moverse y usar tecnología de forma activa en colegios estatales de Lima, Callao y Junín

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(Video: Ministerio de Educación)

¿Qué pasaría si te dijéramos que en algunos colegios estatales del Perú ya no existen las clásicas filas de pupitres, ni los profesores dictando desde un estrado? Esto ya es una realidad para más de 60 mil estudiantes peruanos, quienes ahora aprenden en entornos diseñados para moverse, crear y participar activamente. Un giro radical está ocurriendo en la manera en que nuestros escolares aprenden, gracias a un ambicioso proyecto del Ministerio de Educación (Minedu).

Se trata de las Escuelas Bicentenario, una iniciativa sin precedentes que está replanteando los espacios escolares en el país. Con una inversión superior a 5.900 millones de soles, el Minedu proyecta construir 75 colegios en 21 distritos de Lima y 9 regiones del país, beneficiando a más de 118 mil estudiantes y 5 mil docentes.

Inspiradas en el modelo educativo de Finlandia, considerado uno de los mejores del mundo, estas escuelas cuentan con aulas flexibles, tecnológicas y colaborativas, diseñadas para potenciar la creatividad y la autonomía de los estudiantes. Pero, ¿qué hace realmente diferentes a estas aulas? Te lo contamos.

Salones que transforman el aprendizaje en el Perú

Foto: Minedu
Foto: Minedu

En lugar de los tradicionales salones cerrados, las aulas flexibles de las Escuelas Bicentenario se dividen en tres ambientes conectados, pensados para responder a distintos momentos del aprendizaje: explorar, colaborar y aplicar. Este diseño permite que los estudiantes se desplacen libremente, trabajen en equipos y participen activamente en dinámicas que rompen con el esquema clásico de clases magistrales.

Cada aula puede recibir hasta 60 estudiantes y 2 docentes al mismo tiempo, y está equipada con mobiliario móvil, pizarras interactivas, proyectores, laptops, zonas de exposición y mesas de trabajo pentagonales, que se configuran según la actividad. Esta disposición facilita la personalización del aprendizaje, permitiendo que los profesores adapten los métodos y el entorno a las necesidades de cada grupo.

Uno de los aspectos más destacados es el enfoque en la pedagogía del hacer. Ya no se trata solo de escuchar y copiar, sino de investigar, experimentar y construir conocimientos en equipo. En el espacio A, por ejemplo, los alumnos trabajan en grupos pequeños y pueden recibir apoyo personalizado. En el espacio B, realizan actividades colaborativas, como debates o mesas redondas. Y en el espacio C, el más amplio, se promueve la participación masiva mediante exposiciones, proyectos grupales o presentaciones.

Los docentes de estas instituciones están siendo capacitados de forma permanente para aplicar nuevas estrategias de enseñanza que fomenten la autonomía, el pensamiento crítico y el respeto por la diversidad. Las Escuelas Bicentenario no buscan reemplazar la educación tradicional: busca enriquecerla con prácticas que ya han demostrado ser exitosas en otros países.

Tecnología, bienestar y colaboración: la apuesta pedagógica de las Escuelas Bicentenario

Composición: Infobae Perú
Composición: Infobae Perú

Además del rediseño físico de las aulas, el proyecto impulsa una nueva forma de vivir la escuela. Las aulas flexibles están diseñadas para favorecer el movimiento, la interacción y el bienestar emocional de los estudiantes. Al tener la posibilidad de cambiar de ambiente dentro de una misma clase, los escolares se mantienen activos, motivados y comprometidos con lo que aprenden.

Este entorno también facilita la integración de la tecnología en el proceso educativo, no como un accesorio, sino como una herramienta esencial para la exploración y el aprendizaje. Con computadoras portátiles, proyectores, y conexiones a internet, los estudiantes acceden a recursos digitales que amplían su visión del mundo, les permiten trabajar de manera colaborativa y desarrollar competencias para el siglo XXI.

A través de talleres técnicos —como robótica, electricidad, carpintería, industrias alimentarias o confección textil— se fortalece además la educación para el trabajo desde la secundaria, conectando el aprendizaje con las oportunidades reales del entorno. Esto es especialmente valioso en zonas donde el acceso a formación técnica o tecnológica ha sido históricamente limitado.