Las Líneas de Nasca se estudian con drones e IA, pero no por peruanos: Japón e Italia lideran sin presencia local

En la Reserva de Nasca, donde el viento apenas mueve la arena y las figuras ancestrales se dibujan sobre la tierra sin que nadie las toque, las investigaciones científicas continúan avanzando, pero no desde el esfuerzo local. En ese terreno extenso y silencioso, el trabajo arqueológico no lo lideran especialistas peruanos, sino equipos extranjeros que han marcado presencia constante con descubrimientos recientes y una inversión tecnológica que contrasta con la inacción interna.

En los últimos años, dos frentes de investigación —uno japonés y otro italiano— lograron identificar centenares de nuevos geoglifos gracias al uso de drones, imágenes satelitales e inteligencia artificial. El mérito es amplio y los hallazgos han dado la vuelta al mundo. Pero lo que no se ve desde el aire es la ausencia de arqueólogos peruanos en estos estudios. La participación nacional en la investigación de uno de los legados más conocidos del país es mínima, cuando no nula.

Ítalo Benavides, director de Turismo y Cultura de la Cámara de Turismo de Nasca, expresó su malestar en una entrevista con Exitosa. “El Colegio de Arqueólogos del Perú se ha pronunciado por la reducción del área protegida de las Líneas de Nasca de 5,600 a 3,200 km². ¿Pero la pregunta que yo le hago al Colegio de Arqueólogos del Perú cuántos de sus agremiados están haciendo trabajo de investigación en Nasca? Lo más probable es que le diga que ninguno”, dijo. Su cuestionamiento se dirige no solo a la falta de presencia, sino también al modelo actual en el que muchos profesionales del sector están enfocados en permisos y evaluaciones administrativas.

“El derecho dentro de la poligonal arqueológica es una trampa legal, eso hay que entenderlo así”, comentó. Según explica, esta figura legal ha generado más conflictos que protección, alimentando un sistema desordenado que impide el desarrollo local. “La poligonal solamente ha servido para crear caos, corrupción, desorden dentro de Nasca y eso se tiene que eliminar”, declaró.

Benavides considera que el Estado debe plantear una política distinta que permita regular el uso de los terrenos sin contenido arqueológico. “Lo que sirve es esto que estamos planteando y que lo plantea el propio plan de gestión. Decir los saneamientos físicos, legales, de los sitios arqueológicos, su unidad ejecutora, las zonas urbanas, las zonas rurales que lo remarca la misma resolución, la cero 77”, indicó.

Desde 2004, la Universidad de Yamagata, en Japón, liderada por el arqueólogo Masato Sakai, ha trabajado de manera ininterrumpida en el estudio de las Líneas de Nasca. En 2022, su equipo descubrió 168 nuevos geoglifos, entre ellos figuras humanas, aves, felinos y serpientes. Dos año después, en 2024, aplicando inteligencia artificial y tecnología avanzada de mapeo, identificaron 303 nuevas figuras en tan solo seis meses.

Por su parte, desde Europa, Rosa Lasaponara lidera otra línea de investigación que busca entender la complejidad hidráulica que permitió a los antiguos habitantes de Nasca sobrevivir en un entorno con largos periodos sin lluvias. Su equipo, vinculado al Consejo Nacional de Investigación de Italia, estudia el sistema de puquios, canales subterráneos que permitían acceso al agua durante todo el año.

El interés por las Líneas de Nasca no ha disminuido con los años. La figura de María Reiche sigue siendo recordada por su entrega al estudio y la protección de los geoglifos. Sin embargo, en tiempos donde la tecnología permite mayores avances, la participación peruana parece haberse reducido a un plano administrativo y burocrático.

Pero sin títulos de propiedad claros ni una política que favorezca el trabajo científico local, los problemas persisten. “Mucha gente viene de afuera, desconoce nuestra cultura, se meten a esos sitios arqueológicos, los destruyen y finalmente no hay nada que se pueda hacer porque no tienen título de propiedad”, lamentó.