Infecciones urinarias, cálculos renales y otros problemas de salud causados por retener la orina

Es común que, en medio del trabajo, el tráfico o una reunión, tanto hombres como mujeres opten por retener las ganas de orinar. Muchas veces lo hacen porque no tienen acceso a un baño cercano o por evitar interrumpir sus actividades. Aunque parezca un hábito inofensivo, postergar la micción de manera frecuente puede ocasionar serios problemas de salud, tales como las infecciones urinarias (ITU). Cabe señalar que, según el Seguro Social de Salud (EsSalud), las ITU son una de las principales causas de consulta en medicina general y urología entre los peruanos. Pero retener la orina también ocasiona la formación de cálculos renales o complicaciones en la vejiga, entre otros males.

Este problema no discrimina género ni edad, y en contextos como jornadas laborales largas, viajes o incluso en escolares que no tienen acceso fácil al baño, se vuelve una práctica habitual. Sin embargo, el cuerpo humano está diseñado para eliminar los desechos líquidos con regularidad, y forzar su retención afecta negativamente el sistema urinario.

Retener la orina por largos periodos, especialmente si se convierte en un hábito, puede desencadenar diversas afecciones urinarias:

• Infecciones urinarias (ITU): cuando la orina se queda por mucho tiempo en la vejiga, se convierte en un ambiente favorable para la proliferación de bacterias, aumentando el riesgo de infecciones del tracto urinario, especialmente en las mujeres.
• Formación de cálculos renales: la orina contiene minerales como calcio y ácido úrico que, si se acumulan y cristalizan, pueden formar piedras o cálculos en los riñones. Retener la orina reduce la frecuencia con la que estos minerales se eliminan, favoreciendo su acumulación.
• Debilitamiento de la vejiga: al forzar la vejiga a retener líquidos más allá de su capacidad natural, sus músculos se debilitan, afectando la capacidad de vaciarse completamente y aumentando el riesgo de infecciones recurrentes o de retención urinaria crónica.
• Reflujo vesicoureteral: este fenómeno ocurre cuando la orina, en lugar de salir hacia la uretra, regresa hacia los uréteres e incluso los riñones, lo cual puede dañar estos órganos y producir infecciones a repetición o incluso insuficiencia renal si no se trata a tiempo.
• Dolor o molestias pélvicas: retener la orina frecuentemente puede causar presión abdominal baja, espasmos musculares, hinchazón o dolor pélvico, especialmente en mujeres.
• Incontinencia urinaria a largo plazo: con el tiempo, este mal hábito puede deteriorar el control sobre la vejiga, generando episodios de incontinencia urinaria, especialmente en adultos mayores.
• Mayor riesgo de cistitis intersticial: esta es una condición inflamatoria crónica de la vejiga, más frecuente en mujeres, que se manifiesta con dolor pélvico y urgencia urinaria persistente, y cuyo origen puede estar relacionado con irritaciones frecuentes o el mal vaciado de la vejiga.

No existe un número exacto que funcione para todos, pero en condiciones normales, una persona no debería retener la orina más de 3 a 4 horas después de haber sentido la necesidad de orinar.

• Hombres: pueden tener una capacidad ligeramente mayor debido al tamaño promedio de la vejiga, pero eso no significa que sea saludable aguantar más de lo necesario.
• Mujeres: suelen ser más propensas a infecciones urinarias, por lo que evitar la retención prolongada es aún más importante.

En general, si sientes la urgencia, lo recomendable es acudir al baño en un máximo de 15 a 30 minutos. Retenerla durante más de una hora de forma habitual puede afectar el sistema urinario.

La frecuencia urinaria varía según la edad, el consumo de líquidos y la salud del tracto urinario, pero en adultos sanos, se considera normal orinar entre 4 y 8 veces al día.

• Hombres: orinan cada 3 a 5 horas, en promedio.
• Mujeres: orinan cada 2.5 a 4 horas, debido a que su vejiga es más pequeña y por factores hormonales.

Cuando una persona orina menos de 3 veces al día, o aguanta más de 6 horas sin hacerlo, es probable que esté reteniendo la orina más de lo recomendable.

Las ITU más comunes debido a la retención de orina son la cistitis, que afecta la vejiga, y la uretritis, que compromete la uretra. Esta retención permite que las bacterias, como Escherichia coli, se multipliquen, aumentando el riesgo de infección. Los síntomas suelen incluir ardor al orinar, urgencia urinaria, orina turbia o con mal olor, y dolor en la parte baja del abdomen. Si no se trata a tiempo, la infección puede ascender a los riñones, causando una pielonefritis, una condición más grave.

Retener la orina con frecuencia puede provocar incontinencia urinaria a largo plazo. Al evitar ir al baño cuando se siente la necesidad, la vejiga se sobrecarga y sus músculos se debilitan. Esto afecta su capacidad para contraerse y vaciarse adecuadamente, lo que puede generar escapes involuntarios de orina. Además, la acumulación prolongada favorece infecciones urinarias y daño en los nervios que controlan la micción. Por eso, orinar regularmente y escuchar las señales del cuerpo es clave para mantener la salud del sistema urinario y prevenir complicaciones como la incontinencia.