Boris Espezúa y su labor para tejer puentes entre la poesía, el derecho y la educación intercultural

Boris Espezúa Salmón, docente principal de la Universidad Nacional del Altiplano, poeta laureado y abogado especialista en derechos humanos y pluralismo jurídico, participará en la Feria del Libro de San Borja este lunes 2 de junio, a las 6 de la tarde. Infobae Perú conversó con él sobre sus dos vocaciones, el vínculo entre poesía y derecho, los retos de la justicia en las comunidades indígenas, la descolonización en la cultura y la vigencia del educador José Antonio Encinas. Su testimonio permite ver con claridad ese espacio donde literatura y ciudadanía coinciden en un horizonte de defensa y reconocimiento a la diversidad.

“Es cierto que el derecho tiene que ver con una disciplina social vinculada a la ciencia y la poesía con el arte —afirma Espezúa—. Sin embargo, considero que tienen objetos en común, como el referirse al ser humano con la finalidad de poder reflejarlo en toda su integridad, con sus emociones, sentimientos, con su capacidad de contemplación”. En esa confluencia, según el escritor puneño, la literatura no queda recluida en el campo simbólico, sino que cobra actualidad en las grandes discusiones sociales contemporáneas. “El derecho también es de carácter humanista; se preocupa por el ser humano a fin de sosegar sus problemas, de solucionar sus conflictos”.

No le sorprende, dice, la presencia reiterada de grandes literatos que estudiaron derecho, desde Mario Vargas Llosa hasta Julio Ramón Ribeyro. Él mismo hereda la vocación jurídica de su padre, pero desde joven abrazó la literatura. “Ambas disciplinas siempre las he desarrollado y, en el caso de la abogacía, me he dedicado a la docencia universitaria. Enseño cursos como pluralismo jurídico y derecho constitucional, que tienen que ver con los derechos humanos. Eso encaja muy bien con el quehacer literario que hago y con el quehacer jurídico”, afirma con convicción.

Cuando se le pregunta cómo la ética del derecho se integra en su práctica poética, Espezúa responde sin titubear: “El componente ético siempre es vertebral. La creación poética también tiene que tener un sentido, una denotación; es hacer que el ser humano se pueda mostrar en todas sus dimensiones”. Explica que elige temas muy ligados a la naturaleza, las costumbres y la capacidad de asombro, en especial desde la mirada del poblador andino del sur del Perú. Para él, la poesía tiene mucho que aportar al debate jurídico. “En nuestra universidad hemos sacado un libro para reflexionar sobre el contenido de los derechos fundamentales. Cada derecho está respaldado con párrafos de literatos de diferentes géneros. Por ejemplo, para el derecho a la vida, hemos tomado a Efraín Miranda, un poeta puneño que habla del vivir desde el punto de vista andino originario”, detalla.

La reflexión apunta a la necesidad de llevar la literatura y la poesía a los estudiantes de Derecho, una apuesta pedagógica que favorece el enfoque interdisciplinario. “Queremos que los lectores de Derecho también se interesen por la literatura y vean que puede servirles para reflexionar y tomar conciencia de lo que significan los derechos fundamentales”, señala.

Frente a los retos que enfrenta el derecho peruano en el reconocimiento de los pueblos indígenas, Espezúa señala un cambio de mentalidad. “Ahora hay una mejor toma de conciencia, de poder consolidar y afirmar los derechos autónomos de los pueblos indígenas, sus derechos originarios. Ya no se copia tanto la influencia europea, sino que se apuesta por un derecho autónomo, por la autodeterminación”. Así, el pluralismo jurídico cobra fuerza en la formación de las nuevas generaciones de abogados. “Hablamos con los estudiantes para que a través del pluralismo se pueda reivindicar las formas de justicia originaria y las formas de ser de las culturas nativas”.

La justicia comunal ejemplifica esa pluralidad. “En las asambleas comunales, campesinas o nativas, se pone en tapete los problemas propios de la comunidad. Eso expresa el valor ancestral del comunitarismo. Todos opinan y deciden las salidas a los problemas, como puede ser un robo. Es mucho más democrático, una justicia más rápida, gratuita, sin barreras, que termina siendo humana. En la justicia comunal no hay encarcelamiento; el castigo mayor es la expulsión de la comunidad”.

Sobre su experiencia en la Biblioteca Nacional del Perú, donde se desempeñó hasta septiembre de 2024, Espezúa rememora: “Impulsamos la creación de bibliotecas interculturales. En Cusco creamos una biblioteca quechua, en Iquitos una biblioteca amazónica, y en Puno una biblioteca aymara. También impulsamos publicaciones para niños, incluso cómics, como los cuentos de la selva de Roger Rumrrill o la leyenda de Manco Cápac”.

La descentralización cultural y el acceso a la información en lenguas originarias es una tarea que aún demanda recursos y voluntad política. “Nos ha faltado presupuesto y más tiempo para hacer mucho más en esa línea —admite—, pero la idea es que estas bibliotecas sean referentes para cualquier investigador”.

Finalmente, adelantando su participación en la Feria del Libro de San Borja con una conferencia sobre José Antonio Encinas, Espezúa define al educador como esencial para la historia del país. “Consideramos a José Antonio Encinas el educador del Bicentenario, por haberse identificado y propuesto sus mejores obras a favor del indígena, de la formación del niño indígena. Es baluarte de la educación bilingüe y de la inclusión”. Destaca una visión de educación dinámica, no memorística, que reconoce la labor del maestro como “vertebral para la construcción de una nación y la reafirmación del país”.

La trayectoria de Boris Espezúa Salmón revela ese cruce fecundo entre poesía, derecho y defensa irrestricta de lo propio. Una voz necesaria para los desafíos sociales y culturales del Perú contemporáneo.