Granadas en encomiendas viajan en buses llenos de pasajeros: así opera el narcotráfico y la extorsión en rutas interprovinciales

Cuarenta kilos de cocaína fueron hallados camuflados entre plátanos como si fueran parte de una carga normal. El destino final del cargamento era Europa, donde su valor superaría el millón de dólares en el mercado negro

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Granadas de guerra y cargamentos
Granadas de guerra y cargamentos de cocaína viajan camuflados entre frutas y productos regionales en buses interprovinciales. El narcotráfico y la extorsión se alimentan de un sistema de transporte sin control suficiente, donde el peligro se esconde en una simple caja de cartón. (Composición: Infobae / captura de pantalla)

El motor se apaga, pero el peligro sigue encendido. La imagen de una caja de cartón envuelta en cinta de embalaje no despierta sospechas, salvo cuando de su interior emergen cinco granadas militares listas para estallar. La escena ocurrió en un terminal de transporte interprovincial en Lima, pero el recorrido de aquel paquete explosivo se había iniciado mucho antes, en alguna agencia de encomiendas del Alto Huallaga. El hallazgo, parte de una operación reciente de la Dirección Antidrogas (Dirandro), reveló una verdad inquietante: el narcotráfico no solo ha tomado rutas tradicionales, también se desplaza cómodamente en buses de pasajeros, disfrazado de encomiendas ordinarias.

Cada día, más de 5 mil unidades de transporte interprovincial ingresan a Lima. En su interior viajan frutas, productos regionales, valijas personales y, cada vez con más frecuencia, droga, armas o explosivos escondidos entre los equipajes. Las carreteras del país, especialmente las que conectan las regiones del Huallaga con la capital, son aprovechadas como corredores logísticos del crimen organizado. La modalidad: el envío de cargas ilegales bajo la apariencia de encomiendas comunes. El objetivo: alimentar el mercado limeño de cocaína y abastecer a las bandas de extorsionadores con granadas de guerra.

En uno de los recientes decomisos, se encontraron cinco granadas de mano dentro de una caja camuflada con tecnopor. Según uno de los agentes intervinientes, “un solo error podría generar una tragedia. El bus es un espacio confinado, sin zona de fuga; una detonación aquí rompe todo a su paso”.

Explosivos ocultos entre pasajeros

Granadas en encomiendas viajan en
Granadas en encomiendas viajan en buses llenos de pasajeros: así opera el narcotráfico y la extorsión en rutas interprovinciales. (Captura de pantalla)

Los agentes antidrogas siguieron la pista desde Tocache hasta una agencia de transporte en los alrededores de Lima. En uno de los vehículos intervenidos, hallaron una caja envuelta con tecnopor. Dentro de ella, cinco granadas del mismo modelo utilizado por grupos criminales como El Tren de Aragua y Los Hijos de Dios.

“No se sabía cuál era la situación exacta de esos artefactos explosivos, así que se aplicó el protocolo: una llanta colocada encima como medida de contención en caso detonara”, indicó uno de los oficiales durante la intervención. La situación fue tensa. En un video registrado por el equipo de Panorama, se escucha a los agentes confirmar el contenido: “Sí, granada. Confirmado. Hay que tomar distancia”.

Los explosivos no eran los únicos protagonistas. Minutos después, en otro operativo paralelo, los agentes detectaron una segunda encomienda con características sospechosas. Dentro de la maletera de un bus, hallaron 40 kilos de cocaína distribuidos en paquetes escondidos entre plátanos. La droga, con destino a Europa, representaba un cargamento de más de un millón de dólares.

Cocaína en harina de quinua y fruta amazónica

Granadas en encomiendas viajan en
Granadas en encomiendas viajan en buses llenos de pasajeros: así opera el narcotráfico y la extorsión en rutas interprovinciales

Las modalidades se multiplican. En otra intervención, las autoridades descubrieron seis bolsas de harina de quinua contaminadas con alcaloide de cocaína. La mezcla orgánica estaba pensada para eludir controles aeroportuarios y salir del país por vía courier. “Esa mezcla estaba destinada a la exportación. Modalidad burrier o servicio courier en una encomienda”, explicó uno de los peritos de la Dirandro.

En cada operativo, un nuevo método. En cada caja, un nuevo intento de ocultar lo evidente. “Aquí tenemos el rostro de la vergüenza”, señaló uno de los agentes mientras presentaba al intervenido que esperaba la entrega en Lima. Cubría su rostro con una capucha. Según el reporte, su nombre era Édgar Llatas Delgado. En el mismo operativo fueron detenidas otras dos personas que también habían recogido envíos similares ese mismo día.

Durante los interrogatorios, uno de los intervenidos terminó por colaborar con las autoridades. Admitió que una segunda entrega, esta vez destinada a la sección de extorsión del negocio, venía en camino. Los agentes esperaron la llegada del siguiente bus, listos para encontrar otro cargamento ilegal.

Las nuevas Rutas del crimen

La Dirandro descubrió 72 kilos
La Dirandro descubrió 72 kilos de clorhidrato de cocaína ocultos en harina de maca con destino a Uganda. La ruta abre una nueva alerta sobre el uso del sistema postal por el narcotráfico. (Composición: Infobae / captura de pantalla)

Los paquetes tienen origen en Tocache, una zona marcada por un pasado violento y ahora reciclada como nodo logístico del narcotráfico. Las cajas llegan con frutas, ropa usada o productos locales, pero bajo ese manto de normalidad se esconden armas y drogas que alimentan las redes criminales de Lima.

“El bus de llegada pudo haber explotado durante su trayecto. Un bache en la carretera, un mal movimiento, y habría partido en dos desde sus entrañas”, advirtió un técnico de explosivos de la Udex que participó en el decomiso. Las granadas halladas eran del mismo tipo que se ha usado en atentados recientes en distritos de Lima donde operan extorsionadores.

Martín Ojeda, director de la Cámara Internacional de Transporte, reconoció una grave limitación legal que complica los controles: “Estas normas no me permiten decirle a un pasajero o remitente ‘abra la encomienda’. Tengo que respetar el derecho de privacidad de dicha mercancía”. Ese vacío normativo es aprovechado por las organizaciones criminales, que pueden enviar cargamentos sin mayor fiscalización bajo la presunción de legalidad.

La logística criminal se basa en una red informal de “recolectores” que viajan por la ciudad recogiendo múltiples encomiendas ilegales en un solo día. Una vez que completan su ruta, se convierten en distribuidores o intermediarios. Algunos terminan entregando droga para consumo local, otros abastecen directamente a grupos de extorsión.

Para la Dirandro, este patrón se repite. Los delincuentes confían en el sistema de transporte para moverse sin levantar sospechas. Las cajas llegan y se reparten, y solo cuando un operativo rompe la rutina, se vislumbra la magnitud del problema.