“Número uno, yo no grito, hablo fuerte. Tal es así que mi esposa y mi mamá me llevaron a la clínica americana para que me vea un otorrino, porque yo hablo fuerte. Estoy haciendo el esfuerzo de hablar suave. Yo no grito, nunca pierdo los papeles.”
“Si Gilderand, con sus pocos méritos, se computa lo máximo, él ha fracasado en absolutamente todo lo que yo he tenido éxito.”
“Yo he logrado lo que es muy difícil en el periodismo político: ser libre, porque yo nunca he tenido jefe. Incluso en Willax, tenía una sociedad de participación, no tenía jefe.”
“Yo tenía un contrato con Willax, con Erasmo Wong, donde hacía todos mis programas sin ningún tipo de supervisión y control. No, no me sacaron. En este país hay mucha mala lengua.”
“Me ha tomado mucho tiempo estar en situaciones muy adversas contra los grandes poderes del Perú. No solamente contra el presidente, sino contra el ministro, contra alcaldes, contra medios de comunicación completos. Yo he logrado un trabajo sin mermelada, sin corrupción. A mí no me comía Odebrecht, yo no soy hijito de papá, a mí nadie me ha regalado nada”, aseguró el conductor.
Corazón Serrano, la agrupación piurana que conquistó el país con su mezcla de San Juanito ecuatoriano y cumbia peruana, nació en los años 80 en Ayabaca bajo el nombre “Hermanos Guerrero Neyra”. Fundada por la familia Guerrero, el grupo alcanzó su pico en los 2000 con Edita e Irma como voces principales, hasta que la muerte de la primera en 2017 los obligó a reinventarse, logrando incluso adquirir su propio bus de giras.
Recientemente, llenaron el Estadio San Marcos, demostrando que su música sigue vigente pese a los cambios. Su historia, marcada por el empuje familiar y adaptaciones musicales, los convirtió en íconos de la música popular, con un legado que trasciende generaciones y que hoy sigue dando de qué hablar.