El inicio del pontificado de León XIV marcó no solo un nuevo capítulo para la Iglesia Católica, sino también una forma distinta de acercarse a sus fieles. A diferencia de sus predecesores, el nuevo pontífice no parece interesado en seguir al pie de la letra las reglas que, durante siglos, fueron regidas en las ceremonias vaticanas. Antes incluso de colocarse el Palio y el Anillo del Pescador, ya se habían roto tradiciones largamente sostenidas, revelando una postura más directa, afectiva y personal.
El domingo 18 de mayo, Robert Francis Prevost, ahora conocido como papa León XIV, saludó a miles desde la basílica de San Pedro, pero también protagonizó momentos que quedaron fuera del protocolo. Lo hizo al interactuar con delegaciones de todo el mundo, en especial con representantes peruanos, entre quienes estuvieron miembros de la Conferencia Episcopal Peruana. Para muchos observadores, los gestos del nuevo papa marcaron una diferencia notable con la rigidez habitual del Vaticano.
Monseñor Jorge Izaguirre, obispo de Chosica y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, narró un episodio particular tras la ceremonia litúrgica. “Conoce nuestra cultura, conoce cómo nos movemos. Esta mañana, después de la parte solemne, digamos, protocolar; empezó la rueda de fotos y sonreía con nosotros porque tenemos una manera muy particular: ‘ahora foto con mi mamá, ahora foto con...’ Entonces él accedía con una sonrisa, rompiendo los protocolos aquí y la gente más encargada de mantener el tiempo, todos sonriendo también y preocupada”, dijo en diálogo con RPP.
Además, la presencia de la delegación de obispos peruanos generó otro momento de cercanía poco usual en contextos vaticanos. Monseñor Izaguirre comentó que el papa, al ver a los obispos del Perú, mostró un gesto espontáneo que excedía el protocolo. Según relató, “fue como volver a casa”. León XIV no solo los saludó personalmente, también extendió la conversación más allá del tiempo asignado.
El obispo explicó que la familiaridad del papa con la Iglesia peruana responde a su largo trabajo pastoral en la región. “Él conoce nuestras dinámicas, nuestras costumbres, y eso hace que sea muy natural que se relacione así”, indicó.
“Aquí me van a ver sin un papel, porque aquí me siento como en casa”, dijo el Santo Padre al inicio del encuentro, según relató a ACI Prensa una de las asistentes, que prefirió no dar su nombre.
Un saludo peruano inesperado
Durante uno de sus trayectos por Roma, ya como papa, León XIV se encontró con otro rostro conocido. Un ciudadano de Piura, que se identificó como proveniente de Tambo Grande, lo saludó a viva voz. El pontífice respondió con una palabra que sorprendió a todos: “¡Habla!”. El saludo, breve, pero elocuente, arrancó risas y generó cercanía con los presentes.
Luego añadió en italiano: “¡Piura! Bello, bello”, mostrando que no había olvidado su paso por el norte del Perú. Robert Prevost llegó por primera vez a esa zona como misionero agustino y fue obispo de Chiclayo durante más de una década. En esa misma línea, declaró ante los presentes en la basílica de Santa María la Mayor: “Es una gran emoción volver aquí, a este lugar que ha estado en mi corazón. Tienen un don tan grande: el de la presencia de la Virgen, pero también significa una gran responsabilidad, como la de una madre con sus hijos: deben ser fieles”.
Una ruptura personal antes de los saludos oficiales
El cambio de tono en la jornada se había anticipado con una escena inusual en la misa de inauguración. Luego de saludar a jefes de Estado como Sergio Mattarella, Giorgia Meloni y Volodímir Zelenski, el papa se acercó, sin seguir indicaciones del protocolo, hacia un rostro familiar en la multitud: su hermano mayor, Louis Prevost. “Lou”, como lo conocen sus allegados, no pudo contener la emoción al ser abrazado por su hermanito.
Esa escena, más propia de una reunión familiar que de un evento papal, rompió con el comportamiento histórico de pontífices que, incluso con hermanos vivos, nunca habían mostrado afecto en público de esa manera. León XIV no solo le dio un abrazo, también conversó con él por algunos minutos. Louis Prevost había asistido acompañado por su esposa, como parte de la delegación estadounidense.
Visitas no anunciadas y acercamientos espontáneos

A solo dos días de asumir el pontificado, León XIV realizó una visita privada al santuario de la Virgen del Buen Consejo en Genazzano, una localidad agustina cercana a Roma. La Santa Sede no había incluido esta actividad en su agenda oficial, rompiendo el protocolo. La cadena RAI registró el momento en que el papa llegaba vestido de blanco, recibido por autoridades locales y religiosos del lugar.
Posteriormente, también se dirigió a la tumba del papa Francisco, en la basílica de Santa María la Mayor. Esta parada tampoco formaba parte del itinerario anunciado. Según medios oficiales, el pontífice permaneció en silencio algunos minutos frente a la tumba de su predecesor, un gesto que buscó mantener una continuidad espiritual.

En otro episodio que se desvió del protocolo, el papa León XIV notó entre los asistentes a Michael D. Higgins, presidente de Irlanda, quien presentaba dificultades para movilizarse. Mientras uno de sus acompañantes intentó frenar el impulso del pontífice para que se ajustara al guion, León XIV continuó su marcha. Se acercó al mandatario irlandés, lo saludó personalmente y conversó brevemente con él.
Después de intercambiar palabras con figuras políticas como Marco Rubio y J.D. Vance, ese saludo al presidente Higgins dejó claro que la atención del nuevo papa no distingue cargos ni formalidades, sino situaciones humanas concretas. El gesto fue espontáneo, directo y no pasó desapercibido para los asistentes en la plaza de San Pedro.
Durante la misa de inauguración del pontificado, celebrada en la basílica de San Pedro, las cámaras siguieron con atención los desplazamientos del papa. A bordo del papamóvil, saludó a los peregrinos reunidos desde temprano. Pero lo que más resaltó no fueron los encuentros protocolares con líderes políticos, sino las escenas imprevistas que ocurrieron después.
El abrazo a su hermano Louis, las palabras para el piurano, la foto con los obispos del Perú y los saludos a los fieles en italiano mostraron una faceta distinta de quien ahora lidera la Iglesia católica. Cada uno de esos momentos rompió con los esquemas previstos por la tradición romana, dejando entrever un estilo pastoral que se aleja de la rigidez institucional y se acerca, con naturalidad, a lo humano.
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