“El papa es chiclayano, el papa es chiclayano…”, coreaban con fervor decenas de peruanos reunidos frente a la catedral Santa María de Chiclayo, envueltos en una mezcla de alegría y asombro, minutos después de que el cardenal Dominique Mamberti revelara al mundo el nombre del nuevo pontífice.
Robert Prevost, ahora papa León XIV, salió al balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano y saludó a la multitud que aguardaba con expectativa sus primeras palabras. Las cámaras de televisión recorrían la plaza colmada de fieles, hasta que una de ellas se detuvo en el rostro del nuevo pontífice. A través de ese primer plano, el mundo pudo captar la conmoción contenida en su mirada: sus ojos brillaban con lágrimas que, aunque no se deslizaron, decían todo. Abajo, en la explanada, el contraste era patente: muchos de los presentes, vencidos por la emoción, dejaron que el llanto fluyera libremente entre rezos y vítores.
Sus primeras palabras, “La paz sea con ustedes”, brotaron con una calma solemne que envolvió a la multitud reunida en la plaza de San Pedro. Luego continuó con el discurso protocolar en italiano. Sin embargo, en medio de aquella alocución formal, rompió el guion con un gesto íntimo: habló en español. Esa breve intervención despertó una emoción particular entre los peruanos, especialmente entre los chiclayanos.

“Y si me permiten también una palabra, un saludo... a todos aquellos, en modo particular, a mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo”, expresó Prevost. Este breve pero emotivo gesto provocó que numerosos peruanos lanzaran arengas en el frontis de la catedral Santa María, en señal de orgullo y júbilo.
Su vínculo no se limita solo a Chiclayo, sino que abarca a todo Perú, puesto que en 2015 obtuvo la nacionalidad peruana, el mismo año en que fue designado obispo de Chiclayo por el papa Francisco. Desde entonces, residió en el país, donde se destacó por su cercanía con las comunidades y su labor pastoral.
Chiclayo no fue la primera ciudad del Perú en la que vivió. Décadas antes, había llegado al país para trabajar en la misión de Chulucanas, en Piura. Con el devenir del tiempo, su andar lo llevó por distintos rincones del Perú, donde tendió la mano a los más necesitados y fue tejiendo, poco a poco, un vínculo con la riqueza cultural del país. Cada encuentro, cada paisaje y cada historia ampliaban su mirada. Es pertinente indicar que hubo algo que lo atrapó sin resistencia: los sabores de la gastronomía norteña. Como es sabido, la mayor parte de su estancia en el país la pasó en el norte.

Así fueron los primeros años de Robert Prevost en Perú
El 19 de junio de 1982, Robert Prevost fue ordenado sacerdote en Roma por el arzobispo belga Jean Jadot, quien en ese entonces era pro-presidente del Pontificio Consejo para los No Cristianos. La ceremonia se celebró en el Colegio Agustiniano de Santa Mónica, sede de formación de la Orden de San Agustín en la ciudad.
En 1985, mientras preparaba su tesis doctoral, Prevost fue enviado a la misión agustiniana de Chulucanas, en Piura, donde permaneció hasta 1986. Los agustinos están presentes en las tres provincias altas del departamento de Piura —Ayabaca, Huancabamba y Morropón—, zonas donde Prevost trabajó de forma cercana con las comunidades locales en su rol de vicario parroquial y canciller diocesano.
En 1988, se unió a la misión en Trujillo, donde asumió la dirección del proyecto de formación conjunta para los candidatos agustinos de los vicariatos de Chulucanas, Iquitos y Apurímac. Durante su tiempo en Trujillo, ocupó varios cargos, entre los cuales figuran su rol como prior de la comunidad entre 1988 y 1992, director de formación entre 1988 y 1998, y maestro de profesos entre 1992 y 1998.

Además, el nacido en Chicago ejerció el cargo de vicario judicial en la Arquidiócesis de Trujillo entre 1989 y 1998. También enseñó Derecho Canónico, Patrística y Moral en el Seminario Mayor, donde no solo fue director de estudios, sino que, durante un año, asumió la rectoría interina del centro de formación sacerdotal.
En el portal web Vatican News, se detallan otras de las funciones que desempeñó en la ‘Ciudad de la Eterna Primavera’. “Se le confía la atención pastoral de Nuestra Señora Madre de la Iglesia, más tarde parroquia con el título de Santa Rita (1988-1999), en la periferia pobre de la ciudad, y fue administrador parroquial de Nuestra Señora de Monserrat de 1992 a 1999″, se lee.
Según la Conferencia Episcopal Peruana, el flamante papa León XIV fue misionero en Perú por casi dos décadas. “Vivió más de 18 años en Perú como misionero agustino y obispo de Chiclayo”, señala el organismo de la Iglesia católica en Perú.
Es preciso señalar que Prevost vivió en Perú de manera estable desde 1988, año en que regresó al país después de una breve ausencia para asumir la dirección del seminario agustiniano de Trujillo. Ocupó este cargo durante 10 años. En 1999, fue elegido prior provincial de la provincia agustiniana ‘Madre del Buen Consejo’ de Chicago, motivo por el cual tuvo que dejar el Perú. No obstante, en 2014 regresó al país una vez más porque el papa Francisco lo nombró obispo titular de Sufar y administrador apostólico de Chiclayo.

Un año después, el entonces pontífice lo nombró obispo de Chiclayo. Desde este cargo, continuó brindando ayuda a los más necesitados; por ejemplo, llevó donaciones y organizó acciones de asistencia tras las inundaciones provocadas por el ciclón Yaku. Sus obras en el Perú lo hicieron merecedor, en el año 2023, de la Medalla de Oro de Santo Toribio de Mogrovejo.
En Chiclayo, permaneció más de ocho años, un período durante el cual se dedicó a una vida altruista y filantrópica. Durante ese tiempo, se sumergió en la cultura peruana y disfrutó de la comida norteña en cada almuerzo. A pesar de haber vivido en el Perú durante varias temporadas, hablaba poco español en un comienzo. Con el tiempo, sin embargo, llegó a dominarlo con soltura, sumándolo a los otros idiomas que manejaba con destreza: inglés, italiano, francés y portugués. Además, posee la capacidad de leer en latín y alemán.
El ahora pontífice no solo visitó lugares de la costa peruana. En una conversación con RPP, monseñor Edinson Farfán compartió detalles sobre los lugares que conoció. “Recorrió toda la región de Lambayeque y la provincia de Santa Cruz, en Cajamarca. Él ha sido muy sensible, y desde sus inicios se ha destacado como misionero”, contó.
Por otro lado, el ciudadano estadounidense obtuvo la nacionalidad peruana en 2015. Respecto al proceso para obtener su DNI, Érica Gil Osorio, registradora del Reniec, relató a RPP su experiencia con Prevost durante el trámite de su documento.

“Él llegó con una camisa blanca, como aparece en la foto de su DNI. Recibió la atención como cualquier otro ciudadano. Fue muy amable y educado... La atención se realizó en Lima, cuando el Reniec aún estaba en el jirón Cusco, en 2015. Estaba emocionado porque iba a obtener la nacionalidad peruana... Yo me encargué del trámite de su DNI y también le entregué el documento”, relató Gil Osorio.
El vínculo de Robert Prevost con la comida norteña
Margarita Flores, una religiosa que trabajó durante tres meses junto a Robert Prevost cuando era obispo de Chiclayo, ofreció declaraciones a Latina sobre la despedida que le organizaron al nacionalizado peruano en la ciudad del norte.

“Estaba muy triste, entonces dije que sería bueno hacerle una canción. Inventé la canción con la melodía que le gusta, la música criolla. Le puse la letra con la música de ‘Nada soy’ (el vals cantado por Eva Ayllón), le encantó. Se llevó los papeles. La letra es muy bonita, lo hicimos con todo el cariño del mundo”, recordó.
Prevost también se refirió a su despedida y no dudó en mencionar que extrañará “la comida, que siempre (es) muy agradable”. Esta declaración la hizo a Canal N en 2023. Su aprecio por la comida norteña habría nacido durante su estancia en Piura, región donde el seco de cabrito es un plato típico.

“Muchísimas cosas, no sé, ceviche, cabrito, seco, hay tantas (comidas)”, reveló cuando se le preguntó qué extrañaría de Chiclayo. Esta declaración demuestra que, en Chiclayo, probó el seco de cabrito en más de una ocasión. Como es sabido, este potaje también es típico de la región Lambayeque.
Sin embargo, estos platos no fueron los únicos que probó. En otro momento de la entrevista, Flores mencionó que a Prevost le gustaban “arroz con pollo y ají de gallina”. “La señora que le cocinaba debe estar saltando de alegría. Ella se apellidaba Castillo. No tenía inconvenientes en que le preparara lo que fuera, y lo que le cocinaba lo disfrutaba con gusto”, agregó.
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