
De acuerdo al Ministerio de Salud (Minsa), la menopausia es una etapa fisiológica de transición por la que atraviesan todas las mujeres, caracterizada por una serie de cambios hormonales y psicológicos. En el plano hormonal, estos cambios están directamente relacionados con la disminución progresiva de los niveles de estrógenos y con el cese definitivo del ciclo menstrual. En el plano psicológico, las alteraciones se vinculan con las emociones: es frecuente que las mujeres experimenten irritabilidad, fluctuaciones en el estado de ánimo, ansiedad, síntomas depresivos, dificultades para concentrarse y alteraciones del sueño, entre otros. Sin embargo, uno de los aspectos más importantes, y muchas veces subestimado, es el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares durante la menopausia.
En los años fértiles, los niveles de estrógeno contribuyen a proteger el sistema cardiovascular. Pero con la llegada de la menopausia, esta protección disminuye, lo que incrementa notablemente el riesgo de padecer enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos. Como resultado, se destaca la presencia de cuatro afecciones en esta etapa: la hipertensión arterial, la aterosclerosis, el infarto agudo de miocardio y los accidentes cerebrovasculares (ACV o ictus).
¿Por qué la menopausia aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares?
El principal factor que explica este aumento de riesgo es la disminución de los niveles de estrógeno. Esta hormona tiene múltiples efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular: ayuda a mantener la elasticidad de las arterias, favorece el perfil de lípidos en sangre (aumentando el colesterol HDL y reduciendo el LDL), y participa en el control de la presión arterial.

Con la caída del estrógeno, las arterias tienden a endurecerse y a volverse menos flexibles, lo que contribuye a la hipertensión arterial. Además, se altera el equilibrio lipídico, favoreciendo la acumulación de placas de grasa en las paredes arteriales, lo que lleva a la aterosclerosis.
Estas dos condiciones, hipertensión y aterosclerosis, son factores de riesgo directo para eventos más graves como el infarto agudo de miocardio, que ocurre cuando una arteria coronaria se obstruye y deja de irrigar una parte del corazón. Asimismo, la obstrucción o ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro puede desencadenar un accidente cerebrovascular (ACV), cuyas consecuencias pueden ser devastadoras.
La menopausia también se asocia con cambios en el metabolismo y el aumento de grasa corporal, lo cual agrava estos riesgos.
Cómo cuidar la salud cardiovascular durante la menopausia
La buena noticia es que muchos de estos riesgos se pueden reducir con un estilo de vida saludable y un control médico adecuado. Algunas recomendaciones fundamentales incluyen:
- Alimentación equilibrada: rica en frutas, verduras, legumbres, granos enteros y grasas saludables. Se debe limitar el consumo de sal, azúcares y grasas saturadas.
- Ejercicio regular: al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada, como caminar, nadar o andar en bicicleta.
- Control del peso corporal: evitar el sobrepeso y la obesidad es clave para reducir la presión arterial y mejorar los niveles de colesterol.
- No fumar y limitar el alcohol: el tabaco y el consumo excesivo de alcohol son factores de riesgo cardiovascular importantes.
- Revisiones médicas periódicas: controlar la presión arterial, los niveles de glucosa y colesterol, y acudir al médico ante cualquier síntoma nuevo o preocupante.

En algunos casos, el profesional de salud puede recomendar terapias hormonales o medicamentos para controlar factores de riesgo específicos.
Grasa corporal y enfermedades cardiovasculares en la menopausia
Durante la menopausia, es común que la distribución de la grasa corporal cambie, acumulándose especialmente en la zona abdominal. Esta grasa visceral no solo altera la figura, sino que tiene una gran actividad metabólica y está directamente relacionada con un mayor riesgo cardiovascular.
La grasa abdominal promueve un estado inflamatorio crónico y altera el metabolismo de la insulina, aumentando el riesgo de síndrome metabólico, una condición que incluye hipertensión, hiperglucemia, colesterol alto y exceso de grasa abdominal. Todo esto potencia la posibilidad de sufrir infartos, ACV y otras enfermedades cardíacas.
Por ello, mantener un peso adecuado y una cintura saludable no es solo una cuestión estética, sino una medida esencial para proteger el corazón en esta etapa de la vida.
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