El zapatero peruano que calzó a varios papas y espera confeccionar para el próximo líder del Vaticano

Daniel Arellano, artesano radicado en Roma, fabricó zapatos para Juan Pablo II y Benedicto XVI, y colaboró con el Papa Francisco. Su taller familiar, que heredó de su padre, permanece a la espera de un nuevo encargo pontificio

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Daniel Arellano es el zapatero peruano que se encarga de fabricar los zapatos en el Vaticano. | 24 Horas / Panamericana TV

En un pequeño taller del centro de Roma, un peruano sigue dejando huella en los pasillos del Vaticano. Daniel Arellano, zapatero artesanal, mantiene viva una tradición familiar iniciada por su padre, que logró captar la atención del clero romano por la calidad de sus confecciones.

El negocio, discreto en apariencia pero con clientela de alto perfil, fue el lugar donde se fabricaron los zapatos de Juan Pablo II y Benedicto XVI, y se realizó una reparación especial para un accesorio del Papa Francisco. Su historia, tejida entre cuero, hilos y moldes, sigue caminando al ritmo del calendario vaticano, a la espera del próximo pontífice.

Daniel recuerda que todo inició con encargos pequeños. Monjas, obispos y clérigos locales fueron los primeros en buscar zapatos cómodos y resistentes. El prestigio llegó paso a paso, hasta que Juan Pablo II, ya avanzado en edad, solicitó un par de zapatos especiales.

Desde entonces, la conexión con la Santa Sede se volvió constante. Benedicto XVI, aún como cardenal Joseph Ratzinger, era cliente habitual. Tras su elección como Papa, continuó confiando en el trabajo de Arellano y su padre.

Zapatos rojos para un símbolo litúrgico

El zapatero peruano de los
El zapatero peruano de los papas. (Foto: Infobae Perú / Captura)

En el Vaticano, los zapatos papales tienen un significado particular. Son tradicionalmente rojos, como parte de la simbología de la Iglesia Católica. Durante el cónclave, en la llamada Habitación de las Lágrimas, donde el nuevo Papa elige sus primeras prendas litúrgicas, se disponen varios pares de zapatos, entre ellos los elaborados por Arellano.

Este espacio es reservado para que el pontífice electo se vista antes de presentarse ante el mundo. Los detalles, como el calzado, son confeccionados con anticipación, considerando distintas tallas y diseños. Para el zapatero peruano, formar parte de este momento histórico representa una responsabilidad silenciosa, pero significativa.

Con la llegada del Papa Francisco, el vínculo no se perdió. Aunque el nuevo pontífice optó por calzar otro tipo de zapatos, el taller de Arellano fue convocado para realizar una reparación en el maletín personal del Sumo Pontífice. Se trataba de una chapa desgastada por el uso constante en sus viajes, que fue sustituida por una nueva, manteniendo la estructura original del accesorio.

Ese detalle, aparentemente menor, fue motivo de satisfacción para el artesano peruano. El maletín, utilizado en actividades diplomáticas y visitas oficiales, acompañó a Francisco en momentos clave de su pontificado.

Un taller con historia colgada en las paredes

La vida y obra del
La vida y obra del papa Francisco fueron registradas en varias películas y documentales a lo largo de sus años como líder de la iglesia católico (ANDINA: Paul Vallejos)

Dentro del local, las fotografías de los tres últimos papas cuelgan como testimonio visual de una historia tejida en cuero. Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco forman parte del archivo personal de Daniel Arellano, que prefiere hablar más de su oficio que de su fama.

El espacio sigue funcionando con la misma rutina que lo vio crecer. Los moldes de pies se alinean en estanterías, las hormas de madera descansan sobre mesas de trabajo, y el sonido del martillo marca el ritmo de cada jornada.

Mientras el Vaticano se prepara para un futuro cónclave, Arellano mantiene su disposición a confeccionar nuevos pares si se lo solicitan. La elección del próximo Papa implica, entre otras cosas, seleccionar vestimentas ceremoniales, y el calzado es una de ellas.

Así como el humo blanco anuncia el inicio de un nuevo capítulo en la Iglesia, también podría marcar la continuidad de una tradición artesanal silenciosa, que desde Lima encontró en Roma un lugar donde echar raíces.

A modo de analogía, el trabajo de Arellano es como una puntada firme en una tela milenaria: invisible para muchos, pero esencial para mantenerla unida. Su historia no se trata solo de confeccionar zapatos, sino de sostener un legado donde el tiempo, la fe y la artesanía se entrelazan.