Brindis, música y un funeral como recital: así fue la eutanasia de Ana Estrada hace un año, un “legado por la muerte digna”

El 21 de abril de 2024, la activista se convirtió en la primera persona en acceder legalmente a la eutanasia en Perú, tras una larga lucha judicial por el derecho a la muerte digna. Su caso marcó un precedente histórico, resalta la abogada que acompañó su conquista

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Ana planificó cada detalle de
Ana planificó cada detalle de su despedida, desde la música hasta el estilo de su funeral

El 21 de abril de 2024, la psicóloga y activista Ana Estrada, quien padecía una enfermedad degenerativa progresiva, se convirtió en la primera persona a la que el Estado peruano le aprobó la eutanasia, un evento histórico para el país.

“Le devolvió lo que siempre fue suyo: la libertad de elegir cómo, cuándo y dónde morir conforme a su idea de dignidad, sin que el médico que la asista sea criminalizado”, ha escrito la abogada Josefina Miró Quesada, quien acompañó su conquista, en una columna publicada el lunes en La Encerrona.

La letrada contó el día previo al procedimiento, le dedicó una charla TEDx, donde se compartió su historia junto a la de María Benito, otra paciente que luchaba por el derecho a una muerte digna. En ese escenario, no pudo evitar que su voz se quebrara, pues sabía que ese sería el penúltimo día de quien ha descrito como “amiga, confidente” y la mujer que le “cambió la vida”.

“Yo sabía lo que nadie más en ese auditorio de mil personas sabía: que ese sería el penúltimo día de Ana. Que habíamos llegado a la etapa final. Y que ella me estaría escuchando al otro lado de la pantalla que transmitía en línea el evento, ambas con los ojos humedecidos. Con un nudo en la garganta, recordé todo nuestro recorrido”, anotó.

Ana Estrada fue la primera
Ana Estrada fue la primera persona en Perú en recibir la aprobación legal para la eutanasia

Estrada logró crear un precedente legal para el derecho a la eutanasia, y su caso sentó una base para futuras luchas. “Siempre supe que Ana iba a morir pronto. Pero no luchábamos para que muera. Todos lo haremos algún día, aunque algunos insistan en negarlo. Luchábamos para que Ana decidiera adelantar su muerte y evitar un desenlace tortuoso. Ella sabía que si no lo hacía, moriría en términos que no quería. Sabía también que ese destino estaba más cerca que lejos”, explicó Miró Quesada.

“Tributo a la vida”

Desde los 12 años, la activista padecía polimiositis, una enfermedad degenerativa e incurable que afectaba sus músculos y la mantenía conectada a un respirador artificial. Su caso permitió que, por primera vez en la historia de Perú, la Justicia reconociera que “todos tenemos derecho a morir con dignidad”, tras una batalla legal que comenzó en 2019.

En enero del año pasado, eligió al médico que la iba a asistir cuando decida someterse a la eutanasia, tras la resolución de las observaciones que hizo al protocolo del procedimiento el seguro social EsSalud. Su despedida fue cuidadosamente planeada. Ella decidió todos los detalles, desde el brindis hasta la música que marcaría su último adiós. Incluso su funeral fue diseñado como un recital, un verdadero “tributo a su vida”.

“Fui testigo de su partida. Para entonces, la enfermedad ya estaba avanzada. Apenas hablaba. Los procesos infecciosos se volvían más frecuentes. Ana decidió que ese era el momento porque quería evitar seguir desintegrándose. (...) Me pidió que leyera El Lenguado de Watanabe. ‘Ponla mañana, por favor’, me dijo un día antes. Era Nessun Dorma“, recordó la abogada.

Fotografía de archivo de Ana
Fotografía de archivo de Ana Estrada durante una entrevista en Lima (Perú). EFE/ Paolo Aguilar

“Ana me invitó a ver la muerte con otros ojos. En un país como el nuestro, parece algo imposible. Estamos acostumbrados a observarla bajo un encuadre violento: privaciones arbitrarias de la vida, usos excesivos de la fuerza letal, ejecuciones extrajudiciales, muertes por abandono o colapso del sistema de salud, asesinatos por sicarios o extorsionadores. Alguna vez alguien me dijo: ‘¿cómo te atreves a pensar en una muerte en paz? Aquí uno muere como se vive’“, agregó.

Miró Quesada señaló que cada día extraña hablar con su defendida para contarle que, aunque las cosas siguen siendo difíciles, su historia sigue siendo un faro de esperanza. “Quiero decirle que su legado aún vive. (...) Ana quería que la recordáramos como la mujer que luchó y alzó su voz a pesar del miedo. Empezó a escribir de clic en clic con su índice derecho y nunca más se detuvo. No imaginó que tantos harían retumbar su voz. Hace un año partió para nunca más morir. Su legado ya es inmortal”, zanjó.