Se suele decir que el Perú es cuna de poetas, pero la verdad es que esta frase se queda corta. Las tierras fértiles del país no solo vieron nacer a grandes vates, sino también a genios narradores. A lo largo de la historia literaria peruana, han surgido escritores que lograron hacerse un espacio en el Olimpo de las letras.
Uno de ellos es Mario Vargas Llosa, un autor universal cuya obra alcanzó proyección internacional mucho antes de recibir el Premio Nobel de Literatura. Su narrativa compleja, su mirada crítica y su capacidad para retratar la condición humana lo colocaron en la primera fila de la literatura.
En su amplia trayectoria literaria, escribió novelas como La ciudad y los perros y Conversación en La Catedral, con las que transformó las formas narrativas tradicionales y sacudió el panorama literario en español. De todos los autores del Boom Latinoamericano, fue el último que permanecía con vida, hasta que el 13 de abril de 2025 su existencia llegó a su fin.

Otro de los escritores considerados universales, pero en el ámbito de la poesía, fue el peruano César Vallejo. Aunque exploró diversos géneros literarios, como el lírico, narrativo y dramático, su legado más importante para el Perú y el mundo fue su poesía. Escribió desde el país, pero su voz trascendió fronteras. Sus versos expresan la intensidad de quien ha experimentado el sufrimiento ajeno como propio.
Por esta y otras razones, se estableció el Día del Poeta Peruano mediante la Ley N° 24616, publicada el 29 de diciembre de 1985. En el documento, se precisa que cada 15 de abril se conmemorará esta efeméride “como homenaje póstumo al poeta y escritor César Vallejo, recordando el día de su sensible fallecimiento”.
El Día del Poeta Peruano es una ocasión propicia para profundizar en la vida y obra de César Vallejo, así como en la de Blanca Varela, Antonio Cisneros y otros ilustres vates peruanos.

César Vallejo
Este ilustre poeta nació en Santiago de Chuco, un pequeño pueblo de la sierra liberteña del Perú, el 16 de marzo de 1892, y falleció en París el 15 de abril de 1938. Reconocido como una de las voces más importantes de la literatura en español, abordó todos los géneros literarios: lírico, narrativo y dramático.
En poesía, dejó una impronta duradera con obras como ‘Los heraldos negros’, ‘Trilce’ y ‘Poemas humanos’; este último publicado de manera póstuma. En el ámbito narrativo, figura su novela ‘El tungsteno’. En cuanto al teatro, incursionó con piezas como ‘Colacho Hermanos o Presidentes de América’ y ‘Entre las dos orillas corre el río’.
En el libro ‘Los heraldos negros’, Vallejo Mendoza presenta una mirada íntima y desgarradora sobre la condición humana. El dolor, la muerte, el sentimiento de abandono, entre otros tópicos, aparecen como fuerzas que atraviesan sus versos, no desde lo abstracto, sino desde lo vivido.
Por ejemplo, en los poemas ‘Los heraldos negros’ y ‘Espergesia’, el escritor deja entrever una lucha interior constante. La culpa, el vacío y el desasosiego se hacen presentes sin disfraces. Versos como “Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!” o “Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo” revelan el modo en que el poeta concebía la vida: como una experiencia atravesada por lo inexplicable y lo insoportable.

El vate no solo se dedicó a la creación literaria; también ejerció como maestro en distintos momentos de su vida. La docencia se convirtió en una alternativa necesaria cuando la poesía no le aseguraba ingresos suficientes para sostenerse.
En la ciudad de Trujillo tuvo su primera experiencia como profesor en el Colegio Nacional de San Juan. Entre sus estudiantes estuvo Ciro Alegría, quien más adelante alcanzaría renombre como novelista. Por aquellos años, Vallejo ya venía escribiendo algunos poemas que más tarde formarían parte de ‘Los heraldos negros’.
Blanca Varela
Nuestra compatriota vino al mundo el 10 de agosto de 1926 en la ciudad de Lima. Si bien formó parte de la generación del 50 —grupo que se caracterizó por renovar la literatura peruana a través de un enfoque más moderno y una fuerte conciencia social—, su producción lírica alcanzó mayor visibilidad a partir de la década de 1980.
Su voz poética, moldeada por el existencialismo y las vanguardias europeas, se caracteriza por una mirada punzante.

Libros como ‘Ese puerto existe’ y ‘Canto villano’ revelan una sensibilidad radical, donde el lenguaje se vuelve herramienta de ruptura y revelación. Su escritura, contenida y feroz al mismo tiempo, la ha convertido en una de las voces respetadas de la poesía hispanoamericana del siglo XX.
Blanca Varela comenzó su camino en la poesía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Ingresó a esta casa de estudios en 1943 para estudiar Letras y Educación. Durante sus años universitarios entabló amistad con Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson y el artista Fernando de Szyszlo; este último se convertiría en su esposo.
En 1947, empezó a colaborar con la revista Las Moradas, dirigida por Emilio Adolfo Westphalen, un espacio literario para la difusión de las nuevas voces de la poesía hispanoamericana. Dos años después, tras casarse con Szyszlo, se trasladó a París. En esa ciudad conoció a Octavio Paz, quien la vinculó con el círculo de intelectuales latinoamericanos y españoles radicados en Francia.

Durante su estancia en Europa, vivió en Florencia y Washington, donde trabajó como traductora y realizó colaboraciones periodísticas esporádicas. En 1962, regresó a Lima, estableciéndose de manera permanente.
Falleció el 12 de marzo de 2009, a los 82 años. Sus cenizas fueron esparcidas en la bahía de Paracas, un gesto poético que cerró una vida dedicada a la palabra.
Antonio Cisneros
El connacional fue un autor multifacético: poeta, cronista, guionista, docente universitario, periodista y traductor. Su formación académica comenzó en la San Marcos y continuó en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), donde cursó estudios entre 1960 y 1965. En 1974 obtuvo el Doctorado en Letras.
Es considerado el mayor exponente de la llamada generación del 60. A lo largo de su trayectoria, recibió importantes reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía, el Casa de las Américas, el Gabriela Mistral y el Cosapi de la Creatividad.

Su labor académica lo llevó a enseñar en instituciones superiores tanto en el Perú como en el extranjero. También se desempeñó como periodista en medios escritos, radiales y televisivos. Además, fue director del Centro Cultural Inca Garcilaso.
Antonio Cisneros falleció en Lima a causa de un cáncer de pulmón. Fue velado en la iglesia Virgen de Fátima, en Miraflores, y sus restos fueron cremados en el cementerio Jardines de la Paz, en La Molina.
La poesía de nuestro compatriota se distingue por incorporar referencias literarias, culturales y elementos del mundo actual, siempre con una mirada reflexiva. Su estilo combina la ironía, el humor y la crítica.
Entre sus libros más conocidos figuran ‘Destierro’ (1961), ‘David’ (1962) y ‘Comentarios reales’ (1964). También incursionó en la prosa con títulos como ‘El arte de envolver pescado’ (1990) y ‘El libro del buen salvaje’ (1995).

Otros poetas que merece la pena conocer y leer
María Emilia Cornejo, feminista de vida breve e intensa, y Javier Heraud, poeta que profetizó su propio final en sus versos, también son dignos representantes de la poesía peruana.
María Emilia nació en Lima en 1949 y fue una de las voces medulares de la poesía peruana de los años 70. Aunque su vida fue breve —falleció en 1972, a los 23 años— dejó una impronta en la literatura escrita por mujeres.
Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde comenzó a vincularse con otros jóvenes poetas e intelectuales de su tiempo.

Su obra, aunque escasa en número, es intensa y transgresora. En sus versos, Cornejo desafió los roles impuestos a la mujer, abordando con franqueza temas como la sexualidad, la identidad y el cuerpo femenino. En el poema ‘Soy la muchacha mala de la historia’ revela una mirada provocadora y crítica que rompía con las normas establecidas.
A continuación un fragmento de su composición lírica: “soy / la muchacha mala de la historia, / la que fornicó con tres hombres / y le sacó cuernos a su marido. / soy la mujer / que lo engañó cotidianamente / por un miserable plato de lentejas, / la que le quitó lentamente su ropaje de bondad / hasta convertirlo en una piedra / negra y estéril, / soy la mujer que lo castró / con infinitos gestos de ternura / y gemidos falsos en la cama. / soy / la muchacha mala de la historia”.
Por otro lado, Javier Heraud nació en Lima en 1942. Desde muy joven mostró una sensibilidad social y una inclinación por la literatura. Estudió en el colegio Markham y luego en la PUCP. Más adelante, continuó su formación en la UNMSM.

En 1963, mientras participaba en una expedición guerrillera en la selva del Perú, fue abatido. A pesar de su corta vida, dejó una obra poética intensa y conmovedora. Entre sus libros más conocidos se encuentran ‘El río’ y ‘El viaje’.
Es preciso señalar que el vate falleció entre pájaros y árboles, tal como lo había anunciado en uno de sus poemas, ‘Recuento del Año’ (El viaje, 1960). “y supuse que / al final moriría / alguna tarde / entre pájaros / y árboles”, se lee.
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