Una curva repentina en la carretera anuncia el inicio de otro paisaje. En el horizonte, los cerros y el desierto ceden paso a una inmensidad de arena que se tiñe de rojo. No es una ilusión. Tampoco una postal editada. Es la Playa Roja de Paracas, ubicada dentro de la Reserva Nacional del mismo nombre, en el departamento de Ica, al sur del Perú. Este rincón del litoral peruano no solo impacta por su color inusual, también es parte de uno de los ecosistemas marinos más singulares del país.
Cada año, miles de visitantes cruzan el desierto costeño con un único objetivo: ver de cerca esa playa que parece brotar del fondo del mar con una tonalidad que desafía la lógica. Se encuentra a unas cuatro horas de Lima y a poco más de una desde la ciudad de Pisco. A lo largo del trayecto hacia Paracas, las dunas y el viento revelan una costa poco intervenida, donde el sol marca el paso del día y el mar se impone con ritmo propio. Quienes la visitan por primera vez suelen quedarse en silencio antes de hablar. El impacto visual de ese rojo intenso no es fácil de procesar.
¿Por qué tiene el color rojo?

La singular apariencia de esta playa responde a una razón geológica precisa. La arena rojiza proviene de un tipo de roca volcánica conocida como granodiorita rosada. Estas formaciones, originadas en tiempos remotos por la actividad del subsuelo marino, se fragmentan con el paso del tiempo debido al impacto de las olas. Los fragmentos se acumulan en la orilla, generando una capa de color rojo oscuro sobre la superficie.
No se trata de un fenómeno exclusivo de esta zona, pero sí muy poco frecuente. La interacción entre el mar, el viento y la configuración del terreno hacen que este color se mantenga a lo largo del año. La corriente de Humboldt, que transporta aguas frías desde el sur del continente, también juega un papel clave en preservar el ecosistema y evitar el desgaste excesivo de los materiales que conforman esta playa.
La tonalidad rojiza también contrasta con el azul del mar y el dorado de los cerros cercanos, creando un efecto visual difícil de reproducir en otro lugar del continente. Las olas que rompen sobre la costa arrastran fragmentos de roca desde el fondo marino, y eso renueva el color de la arena constantemente.
Estas son otras playas de color rojo

La playa ubicada en la Reserva Nacional de Paracas forma parte de un grupo muy reducido de playas con arena roja en el mundo. Según los registros turísticos y estudios geológicos, solo existen algunas playas reconocidas por esta particularidad. Cada una tiene un origen distinto, aunque el resultado visual es similar. A continuación, una descripción de cada una de ellas:
- Playa Roja de Paracas – Perú
Es la única en Sudamérica con estas características. Su formación se relaciona con la erosión de granodioritas rosadas ubicadas en los acantilados de la costa sur peruana. Es un espacio dentro de una reserva natural, donde no se puede nadar, pero sí observar aves marinas. Las aguas frías son producto de la corriente de Humboldt, lo que permite la presencia de una gran diversidad de especies.
- Playa Kaihalulu – Hawái
Ubicada en la isla de Maui, esta playa se encuentra en una pequeña bahía protegida por acantilados. Su color rojo proviene de la erosión de un cono volcánico de hierro oxidado. El acceso es complicado y solo se puede llegar a pie, lo que ha ayudado a preservar su estado. A diferencia de Paracas, el clima es más húmedo y la vegetación crece cerca de la orilla.
- Isla Rábida – Galápagos
En Ecuador, la isla Rábida contiene una playa rojiza formada por depósitos volcánicos ricos en hierro. La oxidación le da a la arena un color intenso. El lugar está habitado por leones marinos, flamencos y diversas aves. Es parte del ecosistema protegido del archipiélago de Galápagos, y su acceso está restringido a ciertas embarcaciones turísticas autorizadas.
¿Por qué se dice que Paracas tiene la única playa roja de Sudamérica?
Aunque Ecuador es un país sudamericano, las Islas Galápagos están ubicadas en el océano Pacífico, a unos 1,000 km del continente, y geográficamente se consideran parte de Oceanía o una región insular oceánica. Por eso:
- Desde una perspectiva geográfica continental, Galápagos no pertenece al continente sudamericano, y la Playa Roja de Paracas sí.
- Entonces, si se habla estrictamente de playas rojas ubicadas en el continente sudamericano, Paracas es la única.
Un recorrido entre aves y acantilados

La visita a Playa Roja suele incluir otros puntos de interés dentro de la Reserva Nacional de Paracas. Uno de los más conocidos es la playa La Mina. Se accede descendiendo por una escalera entre formaciones rocosas. Allí, las aguas son turquesas y permiten nadar en espacios protegidos por barreras naturales. Familias y viajeros suelen detenerse en este punto antes de continuar por el litoral.
Yumaque y Raspón son otras playas accesibles para nadar. A lo largo del recorrido, se pueden observar piqueros, pelícanos, gaviotas y zarcillos. Estas especies se alimentan de los peces que habitan en las aguas frías del Pacífico.
Desde el mirador de Mendieta, donde desembarcó José de San Martín el 8 de septiembre de 1820, se aprecia el mar abierto. Este punto histórico forma parte del relato nacional. “Fue aquí donde inició la campaña libertadora. Lo sabemos por documentos, mapas y relatos. San Martín eligió esta zona por su aislamiento y porque no había presencia militar española fuerte”, indicó el historiador Rafael Quevedo, quien estudia los movimientos previos a la independencia peruana.
Un paisaje que no se repite

Aunque muchas playas en el mundo comparten elementos comunes —olas, arena, horizonte—, muy pocas pueden ofrecer una experiencia visual como la de Paracas. El ingreso a la reserva, por la vía desde Santo Domingo, toma entre noventa minutos y dos horas. A medida que se avanza, las condiciones del terreno revelan la transformación de un entorno seco en uno marino.
La conservación del color y del ecosistema depende, en gran medida, de la regulación ambiental y del turismo responsable. Por ello, no está permitido acampar en la playa ni extraer materiales. Solo es posible caminar por las zonas indicadas y tomar fotografías.
El paisaje, en su estado actual, es el resultado de un equilibrio que se mantiene a pesar del paso del tiempo. Las corrientes marinas, el viento y la roca siguen modelando la costa, mientras la Playa Roja continúa atrayendo a quienes buscan un rincón diferente. En Sudamérica no existe otra como esta. Y en el mundo, apenas cuatro la acompañan.
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