El nuevo perfil de los elegidos por los narcotraficantes para transportar droga desde Perú hacia Europa, a cambio de tan solo 2 mil dólares

Aunque el dinero ofrecido puede parecer una oportunidad atractiva, es solo una fracción de lo que las organizaciones criminales ganan por llegar al viejo continente

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Mientras los vuelos despegan hacia
Mientras los vuelos despegan hacia Europa, la lucha contra el narcotráfico en el Aeropuerto Jorge Chávez se libra en silencio, gracias a mujeres engañadas por mafias y perros entrenados para detectar la cocaína. (Composición: Infobae / Andina)

En los pasillos del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, los viajeros se mezclan con maletas y controles de rutina, pero hay otro movimiento, más silencioso, que involucra a mujeres jóvenes, madres solteras, y agentes entrenados para detectar lo invisible. La salida de cocaína desde Perú hacia Europa no es un hecho aislado; se trata de una operación que se reinventa a diario, y que tiene en sus filas a personas aparentemente comunes, reclutadas por organizaciones criminales que buscan pasar desapercibidas entre la multitud.

Mientras los vuelos despegan hacia Madrid, Ámsterdam o París, la Dirección Antidrogas de la Policía Nacional del Perú (Dirandro) mantiene una vigilancia constante. No solo se apoya en tecnología, sino en algo más instintivo y efectivo: el olfato de Kyra, un pastor belga entrenado para encontrar cocaína, incluso entre miles de maletas. Su labor es tan precisa que se ha convertido en la pesadilla de los narcotraficantes, acostumbrados a camuflar la droga en prendas, estructuras de equipaje o incluso en el cuerpo humano.

Los agentes no subestiman ninguna señal. La mirada evasiva, los movimientos nerviosos, el ingreso repetido a los baños. Cada gesto puede ser clave para interceptar un cargamento que, una vez llegado a su destino, puede multiplicar su valor en el mercado europeo. En el año 2024, la Dirandro detuvo a 175 burriers, de los cuales 166 eran peruanos. La tendencia continúa, y los perfiles se han refinado. “Gente malvada las manipula, las convence y aprovecha, en muchas ocasiones, la necesidad que tienen ellas”, señala el general Nilton Santos, jefe antidrogas para Panorama. “Necesidad de dinero. Las emplean para este tipo de transporte y ponen en riesgo su libertad y la tranquilidad y seguridad de sus familias”.

¿Por qué las organizaciones eligen mujeres jóvenes?

Jóvenes detenidos en el aeropuerto
Jóvenes detenidos en el aeropuerto Jorge Chávez: pretendían trasladar 25 kilos de cocaína a España en su ropa y portalaptop| Latina Noticias

El patrón se repite. Mujeres jóvenes, entre los 18 y 25 años, madres solteras en su mayoría, con escasos recursos y sin antecedentes penales. Son el blanco de las mafias que buscan burlar los controles en los aeropuertos. El camuflaje perfecto: alguien que no despierta sospechas. Una figura que se mimetiza con los miles de pasajeros que transitan cada día por la zona de salidas internacionales.

Luciana Alexandra Madrid Carmona tenía apenas 20 años cuando fue interceptada. Llegó al aeropuerto de la mano de su pequeño hijo, pretendiendo abordar un vuelo a Madrid. La imagen de madre dedicada contrastaba con el contenido de su equipaje: más de cinco kilos de cocaína escondidos entre prendas y la estructura de su maleta. Su detección no fue casual. Kyra, la can antidrogas, se detuvo frente a su equipaje y tomó asiento. Esa es la señal inequívoca. Cuando el can se sienta, hay algo. El repaso confirma la sospecha. La sustancia reacciona al tiocianato de cobalto, adquiriendo un tono azul turquesa: indicativo de alcaloide de cocaína.

Los operativos en el aeropuerto se desarrollan en silencio, pero con un nivel de precisión quirúrgica. Los perros entrenados no descansan. Suben a las maletas, caminan entre las piernas de los viajeros, detectan olores invisibles para los humanos. Para ellos, cada jornada es un nuevo ejercicio de entrenamiento, pero también una posibilidad real de frustrar una salida de droga.

Mujeres reclutadas por apenas 2 mil dólares

Una joven de 20 años
Una joven de 20 años es interceptada en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez mientras intentaba abordar un vuelo hacia Madrid, España. (Composición: Infobae / PNP)

El atractivo económico que representa transportar droga a Europa sigue siendo una trampa efectiva. El pago promedio por llevar un cargamento va de 1 mil 500 a 2 mil dólares. En la mayoría de casos, las jóvenes reciben ese dinero solo si logran cruzar el control y llegar al destino. Si son atrapadas, lo que sigue es prisión, proceso judicial y la vida en pausa.

Damary Olivera Bueno, de 22 años, protagonizó uno de los casos más recientes. Ingresó por la puerta 12 del Jorge Chávez con más de 11 kilos de cocaína escondidos en su equipaje. Durante el check-in, dudó. Retrocedió. Luego volvió, pero algo en su actitud llamó la atención de los agentes. Fue llevada al cuarto de revisión. En sus prendas de vestir se encontraron casi nueve kilos de droga, y más de dos kilos estaban escondidos en la estructura de su maleta.

El general Santos lo explicó de manera directa: “Esas organizaciones no están buscando a personas experimentadas, buscan a jóvenes con necesidades, con urgencias, para hacerlas pasar como turistas o viajeras comunes. Ellas no se dan cuenta del riesgo real. Les ofrecen una suma que les parece significativa, pero es solo una fracción de lo que cuesta ese cargamento en Europa”.

El olfato que nunca falla

En el Aeropuerto Internacional Jorge
En el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, oficiales de Aduana, canes K9 y policías intervinieron a una pasajera alemana con 42.8 kg de droga camuflada en envases de alimentos dentro de su equipaje. | Aduanas - Sunat

Los escáneres pueden fallar. El análisis del perfil de los pasajeros también. Pero lo que no se equivoca es el olfato de un perro entrenado. Kyra y Luke, los dos pastores belgas que operan junto a los agentes, realizan inspecciones diarias. Se desplazan por las zonas de check-in, counters, y salas de espera. Su entrenamiento incluye ejercicios con maletas contaminadas. La recompensa es simbólica: una caricia, un juguete, la voz amable de su guía.

En lo que va del año, la Dirandro detuvo a 26 burriers. Trece hombres. Trece mujeres. La paridad del número no oculta la preocupación por el nuevo perfil que predomina: jóvenes, muchas veces sin apoyo familiar, convencidas de que pueden engañar a los controles con una sonrisa o un pasaporte limpio.