La líder vecinal que desafío al terrorismo en Huaycán y se convirtió en heroína

La dirigente social desafió las amenazas de Sendero Luminoso, lideró comedores populares, proyectos productivos y se convirtió en una figura clave al desafiar la violencia y transformar su comunidad.

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Sin temer represalias, esta mujer organizó a su comunidad para combatir la inseguridad y mejorar las condiciones de vida, enfrentando la precariedad y amenazas de grupos violentos (YouTube / Radio Enmanuel Huaycan)

En las laderas polvorientas de Huaycán, un asentamiento en el distrito de Ate-Vitarte, miles de familias luchaban cada día por salir adelante en medio de la precariedad y el abandono estatal.

Entre ellas, una mujer destacó por su entrega y liderazgo en la comunidad, promoviendo la organización vecinal y la autogestión para mejorar las condiciones de vida. Su labor en los comedores populares y su incansable esfuerzo por dotar de servicios básicos a la zona la convirtieron en una figura clave. Su nombre era Pascuala Rosado, una luchadora incansable que enfrentó la violencia con valentía.

El liderazgo que nació de la necesidad

La falta de servicios básicos
La falta de servicios básicos en Huaycán impulsó a Pascuala Rosado a organizar a su comunidad. Con gestión y compromiso, lideró proyectos de agua, luz y alimentación para transformar su entorno. (Aprodeh Voluntariado)

En la década de 1980, Huaycán era un asentamiento humano marcado por la falta de servicios básicos y el abandono estatal. Pascuala Rosado, madre y dirigente social, llegó desde su natal, Arequipa, a esta zona con su familia en busca de mejores oportunidades.

La precariedad que encontró la impulsó a organizarse con sus vecinos para exigir acceso a agua, electricidad y salud. Necesidades básicas que todo ser humano necesita para poder vivir.

Su compromiso con la comunidad la llevó a presidir diversas iniciativas, entre ellas la gestión de comedores populares y la creación de espacios para la educación y el desarrollo. Su liderazgo pronto la hizo destacar, ganándose el respeto de los habitantes y la atención de las autoridades.

El conflicto con Sendero Luminoso

Pascuala Rosado rechazó la violencia
Pascuala Rosado rechazó la violencia como destino para su comunidad. Cuando el grupo terrorista intentó infiltrarse en Huaycán, ella respondió con organización y resistencia, desafiando el peligro. (Expreso)

Con el avance de la década, Sendero Luminoso expandió su influencia en la periferia de Lima, buscando captar adeptos entre las poblaciones más vulnerables. Huaycán, con su alto porcentaje de migrantes y carencias, se convirtió en un objetivo estratégico. Sin embargo, Rosado se negó a permitir que el miedo se impusiera en su comunidad.

En respuesta al clima de inseguridad, impulsó la organización de rondas vecinales con el fin de combatir la delincuencia. Esta acción fue malinterpretada por el gobierno de turno, que la presentó como un mecanismo para capturar elementos subversivos. Rosado desmintió esta versión, aclarando que su único propósito era la protección de los vecinos.

Esta declaración la puso en la mira de Sendero Luminoso, que la acusó de colaborar con el gobierno. Pronto comenzaron las amenazas y ataques contra su hogar y su familia. En 1993, la situación se tornó insostenible, obligándola a salir del país en busca de refugio. El país elegido para tal fin fue Chile.

El regreso y la emboscada

Creyó que el peligro había
Creyó que el peligro había pasado y retomó su labor en la comunidad. Sin embargo, la sombra del terrorismo aún la perseguía. Su asesinato fue un mensaje de terror que sacudió a Huaycán. (Santi Chuco)

Un año y medio después, Pascuala decidió volver a Huaycán para retomar su lucha. Esta vez, enfocó sus esfuerzos en la creación de proyectos productivos que ayudaran a las mujeres de la comunidad. Trabajó en una fábrica textil, donde enseñó a coser a varias vecinas para que pudieran generar ingresos propios.

Durante un tiempo, las amenazas cesaron y la familia pensó que el peligro había pasado. Sin embargo, el 6 de marzo de 1996, tres hombres encapuchados la interceptaron cuando se dirigía al trabajo.

En plena vía pública, le dispararon en la cabeza y, como acto de brutal advertencia y como habían hecho años atrás con la propia María Elena Moyano, colocaron dinamita a su lado antes de hacerla estallar.

Una victima más

Pascuala Rosado murió por su
Pascuala Rosado murió por su compromiso con la comunidad. Su legado quedó grabado en la historia, pero su familia sufrió el vacío que dejó su ausencia, marcada por el dolor y la tragedia. (Serpar)

La muerte de Pascuala Rosado conmocionó a Huaycán y al país entero. Pero su familia fue la más afectada pues luego del hecho, su madre, producto de la depresión, decidió quitarse la vida.

Sin embargo, su nombre quedó grabado en la memoria colectiva como el de una líder que nunca se doblegó ante la violencia. Su legado perdura en las iniciativas comunitarias que impulsó y en la inspiración que dejó a las nuevas generaciones de dirigentes sociales.