Un incendio de gran magnitud en el Jr. Cangallo, en Perú, ha requerido más de 13 horas de trabajo continuo por parte de los efectivos de la Compañía General de Bomberos Voluntarios del Perú (CGBVP) para ser confinado. Según informó Sedapal, la empresa estatal de agua potable y alcantarillado, se han desplegado múltiples recursos, incluyendo un aumento significativo en la presión de agua y el uso de camiones cisterna, para apoyar las labores de los bomberos en el lugar del siniestro.
De acuerdo con Sedapal, la presión del agua fue incrementada de 10 a 18 metros de columna de agua (m.c.a.), lo que permitió un suministro más eficiente sin comprometer la infraestructura sanitaria. Además, se realizaron más de 30 viajes de camiones cisterna para abastecer a las unidades de bomberos, que utilizaron escaleras telescópicas para combatir las llamas desde las alturas. Estas acciones fueron coordinadas estrechamente con la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), en un esfuerzo conjunto para movilizar los recursos necesarios y atender la emergencia.
El presidente del directorio de Sedapal, Jorge Gómez Reátegui, se trasladó al lugar del incendio junto con otras autoridades gubernamentales para supervisar las operaciones. Según detalló la empresa, una cuadrilla de 25 especialistas de Sedapal ha estado trabajando por turnos en la zona afectada, brindando apoyo logístico y técnico a los bomberos. Este equipo permanecerá en el lugar mientras sea necesario para garantizar el suministro de agua y colaborar en el control total del incendio.

El siniestro, que movilizó a un gran número de efectivos y recursos, ha puesto de manifiesto la importancia de la coordinación interinstitucional en situaciones de emergencia. Sedapal destacó su compromiso social al asumir un rol activo en la gestión de la crisis, reiterando su disposición para apoyar con logística y personal en este tipo de eventos.
La emergencia en el jiron Cangallo ha requerido una respuesta rápida y efectiva, en la que la colaboración entre los bomberos, Sedapal y las autoridades gubernamentales ha sido clave para evitar una mayor propagación del fuego. Aunque el incendio ya ha sido confinado, las labores para extinguirlo por completo continúan, y las cuadrillas de Sedapal permanecen en el lugar para garantizar el abastecimiento de agua hasta que los bomberos concluyan su trabajo.
Este evento subraya la importancia de contar con infraestructura adecuada y recursos disponibles para enfrentar emergencias de gran escala. La capacidad de Sedapal para incrementar la presión del agua y movilizar camiones cisterna ha sido fundamental para apoyar a los bomberos en su ardua labor, demostrando la relevancia de la planificación y la cooperación en situaciones críticas.

Incendios de gran magnitud en Lima: un patrón que persiste desde 2019
El incendio de gran intensidad que afecta a Barrios Altos desde la noche del 3 de marzo evidencia un problema recurrente en Lima Metropolitana. Clasificado como Código 4 por el Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú (CGBVP), el siniestro se originó en tres almacenes informales de juguetes y plásticos ubicados en el Cercado de Lima. A pesar del despliegue de más de 50 unidades de bomberos, las labores para controlar el incendio aún continúan.
Este tipo de tragedias, catalogadas como “emergencias locales” por el CGBVP, no son aisladas en la capital peruana. Según reportes, desde 2019 se han registrado al menos cuatro incendios de magnitud similar en Lima, todos ellos en espacios comerciales o de almacenamiento. El evento más reciente ocurrió en el mismo Barrios Altos, en noviembre de 2022, mientras que otros casos se reportaron en San Juan de Lurigancho en 2020 y 2022, así como el devastador incendio en Mesa Redonda en 2019.
Características comunes de los incendios de gran magnitud
Los siniestros clasificados como Código 4 comparten elementos que explican su recurrencia. Generalmente, se producen en zonas comerciales informales donde la falta de regulación y la acumulación de materiales inflamables agravan la situación. Un caso emblemático fue el incendio de 2022 en San Juan de Lurigancho, cuando una fábrica de insumos químicos ubicada en medio de viviendas residenciales evidenció los riesgos asociados a la ubicación irregular de espacios industriales.
En la actualidad, el incendio en Barrios Altos cuenta con estas mismas características. Los almacenes afectados operaban de manera informal, careciendo de medidas de seguridad, lo que contribuyó a la propagación de las llamas. Esta situación, presente también en el incendio en Mesa Redonda en 2019, subraya los peligros del hacinamiento, la ausencia de rutas de evacuación y la falta de regulación en espacios comerciales.
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