
Las malas palabras o lisuras son parte integral del lenguaje coloquial en muchas culturas y países, siendo usadas en diversas situaciones, desde momentos de frustración hasta expresiones de sorpresa o entusiasmo. En el caso de Perú, las lisuras tienen una presencia destacada en la vida cotidiana, ya que son un reflejo de la rica y variada idiosincrasia del país.
Sin embargo, aunque son consideradas inadecuadas o vulgares, lo que pocos saben es que el uso de estas expresiones puede tener beneficios para la salud emocional de quienes las emplean.
Beneficios de decir malas palabras
Entre los beneficios de decir malas palabras se destacan los siguientes:
- Reducción del estrés y la ansiedad: decir malas palabras puede ser una forma efectiva de liberar tensiones. El lenguaje vulgar tiene la capacidad de reducir el estrés emocional y ayudar a las personas a enfrentar situaciones difíciles con menos carga emocional. Al expresar sentimientos de frustración, enojo o incomodidad a través de malas palabras, el cuerpo experimenta una disminución en los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Esto, a su vez, puede ayudar a disminuir la ansiedad y aliviar tensiones acumuladas.
- Mejora del dolor físico: un fenómeno interesante relacionado con el uso de malas palabras es su impacto en la tolerancia al dolor. Las personas que usan malas palabras experimentan menos dolor al estar expuestas a situaciones incómodas, como, por ejemplo, sumergir las manos en agua fría. Esto se debe a que el uso de palabras “agresivas” aumenta la liberación de adrenalina y endorfinas, lo que mejora la capacidad de manejar el dolor. En contextos de incomodidad física o emocional, soltar una mala palabra podría, por tanto, aliviar el malestar.
- Expresión emocional saludable: las malas palabras también pueden servir como una herramienta para expresar emociones de manera más genuina y sin filtros. A menudo, en la vida cotidiana, las personas reprimen sus sentimientos por miedo a ser juzgadas o malinterpretadas. Las malas palabras, en este sentido, actúan como una válvula de escape emocional, permitiendo que los individuos liberen de manera inmediata sus emociones sin la necesidad de recurrir a un lenguaje indirecto o formal. Esto puede ayudar a reducir la ansiedad interna y fomentar un bienestar emocional más equilibrado.
¿Por qué las malas palabras son saludables?

El uso de las malas palabras contribuyen a la salud emocional porque favorecen lo siguiente:
- Canalización de la ira y frustración: en momentos de enojo o frustración, contener las malas palabras puede incrementar la sensación de malestar. Sin embargo, decirlas permite liberar esa energía de manera controlada, lo que puede ser más saludable que guardar el resentimiento. Expresar verbalmente lo que nos molesta, incluso usando malas palabras, puede prevenir el desarrollo de problemas emocionales más graves, como la depresión o la ansiedad crónica. El poder de las malas palabras radica en su capacidad para aliviar tensiones sin que la agresión hacia otros sea el objetivo.
- Fortalecimiento de la identidad personal: las malas palabras no solo sirven como una forma de liberar emociones, sino que también ayudan a las personas a afirmar su identidad y pertenencia. En muchas culturas, el uso de estas expresiones refleja cercanía y camaradería, lo que crea un sentido de grupo o conexión social. En el Perú, por ejemplo, las lisuras pueden ser una muestra de cercanía entre amigos o familiares, especialmente en contextos informales, fortaleciendo vínculos emocionales.
- Mejora de la comunicación: el uso de malas palabras puede enriquecer la comunicación al aportar autenticidad y emoción al discurso. Aunque no todos estén de acuerdo con el uso de estas expresiones, para muchas personas, incorporar malas palabras en una conversación puede hacerla más sincera y auténtica. Al liberarse de las normas sociales estrictas sobre el lenguaje, las personas pueden sentirse más relajadas y naturales, lo que facilita una comunicación más honesta y abierta.
Malas palabras y violencia verbal

El uso de malas palabras debe ser consciente y respetuoso. Si bien pueden tener efectos positivos sobre el bienestar emocional, es crucial evitar que se conviertan en una forma de agresión hacia otras personas. El objetivo debe ser expresar los sentimientos propios sin dañar a los demás. Aquí hay algunas formas de usarlas de manera saludable:
- En contextos privados o entre personas cercanas: usar malas palabras entre amigos o familiares, en un ambiente relajado y sin intenciones ofensivas, puede ayudar a liberar estrés sin causar daño emocional a otros.
- No como ataque verbal: es importante no utilizar las malas palabras para insultar o agredir a otras personas. La diferencia radica en la intención. El uso de malas palabras no debe dirigirse a menospreciar a otros, sino más bien a liberar emociones propias de una manera que no sea destructiva para la relación.
- Escuchar y respetar los límites de los demás: no todas las personas se sienten cómodas con el uso de malas palabras. Es esencial ser consciente de las reacciones y los límites ajenos para no invadir el espacio emocional de los demás.
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