
El calentamiento global en curso está obligando a la humanidad a dejar de explotar los combustibles fósiles. Aparentemente, para el Perú ese era un problema menor, ya que más del 50% de su producción de energía depende de las centrales hidroeléctricas, las cuales aprovechan la fuerza del agua de los ríos. Sin embargo, hace dos años, una sequía obligó al país a encender algunas plantas de diésel para satisfacer la demanda nacional, a costa de volver a contaminar con hidrocarburos.
Se prevé que estos eventos climáticos sean cada vez más comunes, por lo que urge centrar nuestra mirada en las fuentes renovables. Una de ellas, tan prometedora como ignorada, es la energía geotérmica.
Esta fuente se encuentra debajo de toda la corteza terrestre, donde el magma (capa de roca caliente y fundida) produce calor de forma continua. El desafío es penetrar varios kilómetros para llegar a ese tesoro natural.
No obstante, en regiones con volcanes activos, como el sur del Perú, el calor planetario se encuentra a menor profundidad. Un entorno ideal para su aprovechamiento.

Del calor de la Tierra a la energía eléctrica
Una central geotérmica convencional depende del vapor, el cual mueve turbinas y genera así la energía eléctrica.
Usualmente, para obtener vapor en una zona no volcánica, se debe inyectar una gran cantidad de agua en las profundidades para que sea calentada.
Sin embargo, en regiones como el eje volcánico del sur peruano, que abarca a Tacna, Moquegua, Arequipa, Ayacucho y Apurímac, existen reservorios de aguas termales formadas por la lluvia que se infiltra en el suelo y emerge tras ser calentada por el magma del volcán.

“La cámara magmática del volcán es como una cocina y el reservorio es como la olla que se calienta. Esa es la ventaja de tener una zona como esta”, explica Vicentina Cruz, investigadora del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet).
Una vez producida la energía mediante turbinas, el vapor de agua es condensado para ser devuelto al reservorio en su estado líquido. De ese modo, el recurso se reutiliza indefinidamente.

De acuerdo con los estudios realizados por el Ingemmet, bajo territorio peruano hay potencial geotérmico para generar alrededor de 3.000 megavatios (MW), casi un quinto de la demanda nacional.
Después de la hidroeléctrica, la fuente más aprovechada en el país es el gas natural, con alrededor del 40% de la producción. Este recurso, además de limitado, es un importante generador de metano, un poderoso gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global.
Por su parte, las fuentes renovables como la solar y la eólica suman poco más del 8% de la generación de energía. Su poco atractivo para la industria peruana se debe en parte a su alta variabilidad, ya que dependen de condiciones ambientales (luz solar y viento).

La energía geotérmica, en cambio, fluye constantemente del interior de la Tierra. Asimismo, una central que usa este recurso puede generar electricidad de forma más estable y predecible, destaca Roberto Tamayo, exdirector de Electricidad del Ministerio de Energía y Minas (Minem).
A la espera del primer paso
Tamayo recuerda que, desde la década de 1970, el Gobierno peruano tenía interés en el aprovechamiento de geotermia, lo que motivó una serie de estudios del Ingemmet y el Minem. Así, en 2007, en colaboración con la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), se elaboró un plan maestro para el desarrollo de la energía geotérmica en el país. El documento fue aprobado por el Ejecutivo cinco años después.
En ese momento, había más de una decena de empresas con autorizaciones para la exploración de recursos geotérmicos, principalmente en la zona sur del país. Tras completar la primera fase de estudios, se necesitaba realizar perforaciones para confirmar el potencial de aquellos sitios. Sin embargo, las compañías no quisieron asumir la totalidad de los costos (aproximadamente 9 millones de dólares por proyecto).
“En este tipo de proyectos, siempre hay un riesgo financiero para la empresa porque es posible que un pozo no resulte tan promisorio como aparenta. En muchos países, el Estado otorga un aporte económico para reducir este riesgo”, explica Tamayo.

“A partir de allí, los esfuerzos del Ejecutivo con respecto a la geotermia decayeron. Actualmente ya no la consideran como una posibilidad prioritaria o primaria en sus planes”, lamenta.
Y así como pasó con el Estado, el entusiasmo de las empresas fue desgastándose.
La última en abandonar —hasta ahora— fue la filipina Energy Development Corporation (EDC), que durante más de una década aguardó un cambio en la legislación que promueva esta industria en el Perú.
EDC administraba dos proyectos. Uno de ellos era el de la comunidad de Achumani, en Arequipa, un reservorio termal de 40 kilómetros cuadrados, el doble del tamaño del que alimenta a la planta geotérmica Leyte (Filipinas), la más grande del mundo.
Ahora, los 15 proyectos restantes autorizados por el Minem están en manos de tres empresas: Oxenergy, Eco Energy y Emx Geothermal Perú. Todos siguen estancados en la fase de exploración y no parece que eso vaya a cambiar en poco tiempo.
Otros países del continente también ubicados en el Cinturón de Fuego del Pacífico (zona de subducción de placas tectónicas, caracterizada por su gran cantidad de volcanes activos), como México, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Costa Rica y Chile, ya cuentan con centrales geotérmicas operativas. Mientras tanto, Ecuador y Colombia están consolidando iniciativas importantes en este sentido.

Vicentina Cruz, del Ingemmet, también lamenta la situación peruana. “La información científica de los recursos del país es muy buena. Lo que falta es la decisión del Estado. ¿Vamos a esperar que lleguemos a una crisis hídrica (reducción del caudal de los ríos) y que se te apaguen todas las centrales hidroeléctricas, para vernos forzados a iniciar el desarrollo de otro recurso?“.
Ella y sus colegas publicaron recientemente un estudio de los recursos geotérmicos en distintas zonas de Tacna, con resultados prometedores. Aún así, dadas las condiciones actuales, parece poco realista pensar que pronto serán aprovechadas.
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