En el centro de Lima, un espacio destinado a ser una majestuosa torre gemela se convirtió en algo completamente inesperado. Lo que debía ser un hito arquitectónico quedó solo en los cimientos, pero ese vacío pronto fue ocupado por algo más: el comercio informal. Este lugar, lleno de actividad, es lo que hoy se conoce como ‘El Hueco’.
Con el paso de los años, este rincón de la ciudad se ha convertido en un centro de comercio informal, donde se venden desde productos electrónicos hasta ropa de todo tipo. Un espacio que en su origen fue marcado por el abandono, se ha consolidado como el epicentro de una economía paralela que atrae a miles de limeños, pero también despierta polémica por su relación con la piratería.
El proyecto olvidado: el sueño de una torre gemela

En la década de 1950, Lima vivía una época de transformación urbana. Durante el gobierno del general Manuel A. Odría, se impulsaron grandes proyectos de obras públicas para modernizar la ciudad, uno de los cuales fue la construcción del Edificio Javier Alzamora Valdez, un rascacielos que se convirtió en un emblema del progreso en el centro histórico de la capital. Inaugurado en 1956, este imponente edificio de 23 pisos albergó en sus primeras décadas al Ministerio de Educación, y más tarde fue sede de la Corte Superior de Justicia de Lima. Su estructura, de diseño moderno para la época, no solo destacaba por su altura de 86 metros, sino también por su ubicación estratégica en la intersección de las avenidas Abancay y Colmena.
Aunque el proyecto de la torre gemela nunca se concretó, su legado persiste en la historia de la ciudad. El terreno vacío y sin uso quedó en un limbo urbano, una gran área desaprovechada en pleno centro de Lima, que más tarde daría un giro inesperado.

De vacío urbano a epicentro comercial
El abandono de la torre gemela dejó un vacío que, con el tiempo, sería reclamado por los comerciantes informales, quienes supieron darle un giro inesperado a la historia del lugar. Tras el olvido del proyecto de la torre gemela, el terreno que había quedado vacío en el centro de Lima permaneció sin propósito alguno durante varios años. Este espacio sin uso, situado en una de las avenidas más transitadas de la ciudad, se convirtió en un símbolo del estancamiento en el desarrollo urbano. Sin embargo, la necesidad y la creatividad de los comerciantes informales, que buscaban un lugar para ofrecer sus productos, transformaron ese vacío en un lugar lleno de actividad y movimiento. Durante la década de 1980, el área comenzó a ser ocupada por vendedores ambulantes que, a pesar de las dificultades, encontraron en ese terreno la oportunidad de establecerse en el centro de Lima.
Este espacio abandonado se consolidó como un punto de intercambio comercial, y fue así como nació lo que hoy conocemos como ‘El Hueco’. Lo que antes era un proyecto de modernidad y orden, se convirtió en un bullicioso emporio del comercio informal, donde se venden productos de todo tipo: desde ropa y calzado hasta electrónicos, juguetes y accesorios. A medida que la demanda aumentaba, los comerciantes comenzaron a organizarse, se creó una red de puestos y tiendas que dieron forma a lo que hoy es uno de los mercados más característicos de Lima.

El Hueco hoy: un emporio entre la controversia y la creatividad
A pesar de su origen caótico y la constante controversia que genera por su asociación con la piratería y el comercio ilegal, este mercado informal ha logrado posicionarse como un espacio vital dentro de la economía local. En sus pasillos, la oferta de productos varía desde ropa de marcas reconocidas de manera no oficial, hasta dispositivos electrónicos, accesorios de tecnología y artículos de todo tipo, algunos de ellos difíciles de encontrar en otros mercados. A lo largo de los años, los comerciantes han logrado formar una comunidad sólida, donde el ingenio y la improvisación se mezclan con una enorme capacidad de resiliencia frente a los desafíos.
Sin embargo, la controversia sigue presente en la actualidad, ya que este emporio ha sido señalado en múltiples ocasiones por el contrabando y la venta de productos falsificados, lo que ha generado preocupación entre autoridades y empresarios. A pesar de estos problemas, el centro comercial ha logrado mantenerse como un punto de atracción para miles de compradores que buscan productos más accesibles. La falta de una regulación más estricta, sumada a las políticas de tolerancia que se han implementado para controlar el comercio informal, han permitido que El Hueco siga en operación hasta hoy.

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