
La velocidad con la que se transmiten mensajes hoy en día es tan feroz que apenas hay tiempo para respirar antes de que otra notificación nos reclame. Gracias a la tecnología, lo que antes tardaba días en llegar, ahora se despacha en segundos, sin importar fronteras ni husos horarios. Los pensamientos se disparan a través de pantallas, pero rara vez se detienen para profundizar. Todo es urgente, inmediato, desechable. La conversación ha sido sustituida por una tormenta de textos que apenas llegan, ya están siendo reemplazados por otros.
En tiempos remotos, la vida era considerablemente diferente, y esta referencia no alude a la época previa a la aparición del internet, sino a una etapa mucho más antigua, anterior incluso a la llegada de los conquistadores españoles. Se trata del Tahuantinsuyo, el vasto imperio de los incas que floreció en Sudamérica antes de la llegada de los foráneos.
Este imperio se extendía por lo que hoy conocemos como Perú, Bolivia, Ecuador, gran parte de Chile y algunas regiones de Argentina y Colombia. Su organización política y social se dividía en cuatro suyos (regiones), conectados por una extensa red de caminos. A lo largo de estos senderos, los chasquis corrían llevando mensajes importantes, memorizados o registrados en los quipus.

Los chasquis, el ‘correo’ de los incas
Los chasquis eran los mensajeros del Tahuantinsuyo, encargados de transportar mensajes importantes a través de una red de caminos. Para desempeñar esta función, era necesario que los nativos contaran con una excelente condición física, ya que debían recorrer grandes distancias.
El National Museum of the American Indian, a través de un boletín informativo, dio detalles de la naturaleza de los mensajeros oficiales del Imperio inca. “Los corredores eran seleccionados a través del sistema de mita. Los chaskis comenzaban a entrenar a temprana edad bajo estrictas condiciones de vivienda. Su trabajo era considerado tan importante que estaban exentos de otras mita, o impuestos basados en trabajo, tales como cultivar la tierra o minería”, se lee.

Los chasquis eran los mensajeros de una intrincada red de comunicación que mantenía al estado inca en contacto con todos los rincones del imperio. Su labor consistía en transportar mensajes orales y, en ocasiones, utilizar elementos materiales con significado, como los quipus, para transmitir información.
Es preciso señalar que un quipu es un sistema de registro incaico que consistía en cuerdas y nudos de diferentes colores y posiciones, utilizado para almacenar y transmitir información. Estos dispositivos eran importantes para la administración del imperio, ya que permitían llevar cuentas, registrar censos y controlar recursos.
Ahora bien, estas personas no solo transmitían mensajes. El investigador Santiago Agurto Calvo, en su libro “Estudios acerca de la construcción, arquitectura y planeamiento incas”, dio a conocer uno de los alimentos que llevaban cuando recorrían largos tramos.

Los corredores también llevaban objetos. “Cada chaski cargaba una bolsa personal con objetos livianos tales como un khipu (un sistema de contabilidad hecho de nudos amarrados a mano) y una trompeta de concha”, reza el boletín del National Museum of the American Indian.
Respecto a la concha, es importante señalar que se trata del pututu, un instrumento utilizado en la época prehispánica para convocar reuniones o emitir avisos. Sin embargo, este objeto adquiría otros propósitos cuando los chasquis estaban en movimiento.

¿Cómo funcionaba el sistema de comunicación de los incas?
Los chasquis contaban con estaciones de descanso conocidas como tambos, donde podían recibir y transmitir información. En estos puntos estratégicos, los mensajeros se encontraban, intercambiaban mensajes y se preparaban para continuar su recorrido.
Sobre este asunto, el académico Agurto Calvo escribió lo siguiente: “La dotación de una estación de chasqui estaba constituida por dos corredores, uno descansaba mientras el otro vigilaba el camino desde un poyo o prominencia del terreno. Tan pronto como éste avistaba la aproximación de un corredor, daba voces para avisar a su compañero y avanzaba al encuentro del mensajero que se aproximaba para recibir el mensaje, a la manera de una posta, y luego emprender veloz carrera”.

La distancia que recorrían los chasquis
En el libro “Estudios acerca de la construcción, arquitectura y planeamiento incas”, del investigador Santiago Agurto Calvo, se puede leer que “la distancia promedio entre dos Chasqui Huasi, era de media legua o sea 2,800 m posiblemente”. Conociendo esto, se puede afirmar que la distancia que recorrían era de 2,800 metros.
De acuerdo con el investigador, los corredores “podían recorrer de 15 a 20 kilómetros en una hora y, consecuentemente, la increíble distancia de 360 a 480 km al día”. Finalmente, dijo lo siguiente: “Según los cronistas un mensaje podía llevarse del Cusco a Quito, que distan alrededor de 2,400 km, en cinco días y de Lima al Cusco en solo un día y medio”.
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