
Perú es una tierra pujante, donde nos encontramos con emprendedores que han alcanzado el éxito mediante esfuerzo y constancia, elementos clave para que una persona pueda desarrollar su talento en un mundo cada vez más competitivo. Tanto en las regiones como en Lima, existen marcas que luchan por captar más clientes, los cuales pueden ser decisivos en el éxito o fracaso de una empresa.
Últimamente, los clientes potenciales han dejado de ser agentes pasivos para convertirse en ciudadanos informados que investigan antes de acercarse a una tienda y realizar una compra. Las redes sociales también juegan un papel importante, dado que en estos espacios virtuales los internautas suelen comentar acerca de los virtudes y defectos de un producto luego de utilizarlos. Estos mensajes podrían ejercer influencia en las personas interesadas en un bien o servicio.
En este mundo competitivo donde todo se compra y todo se vende, existe una empresa destinada a trascender en el tiempo, a menos que la delincuencia desaparezca de la sociedad y de nuestro vocabulario, lo cual parece una utopía. Se trata de Cantol, una marca peruana dedicada a la fabricación de cerraduras y candados de seguridad.

La respuesta estaría en la innovación. “Me fui al banco industrial y les dije que tenía una patente, un invento. Les solicité un préstamo. (...) Lo que hice fue fabricar dos modelos”, mencionó Víctor Raúl CAnepa a Reporte Semanal de Latina. Pero, ¿quién es este peruano que creó un producto innovador y, sobre todo, útil? A continuación, presentamos la historia de este peruano que alcanzó el éxito, aunque no siempre le acompañara la alegría.
Víctor Canepa, el peruano que proporcionó seguridad a los peruanos
Víctor Raúl Canepa, quien ha recibido múltiples agradecimientos de sus clientes, no solo ha sido empresario. En sus más de 80 años, ha desempeñado diversas actividades, pero las más conocidas se centran en su labor como empresario, escritor, docente e inventor; siendo este último, quizás, el punto de inflexión de su éxito. Él nació el 5 de abril de 1943 en la provincia de Huánuco. El colegio Politécnico Regional del Centro de Huancayo lo acogió en su adolescencia, una etapa en la que los sueños están a flor de piel. Esta institución educativa habría sido determinante en su visión de futuro, pues décadas después buscaba no solo aprender teoría, sino también aplicarla.

Su interés por la práctica no se gestó en el colegio; desde su infancia tenía interés por desarmar objetos para conocer su funcionamiento. En esta etapa de su vida, recibía los regalos con alegría, a la vez que los desarmaba en busca de conocimiento. Su curiosidad y afán por aprender dieron sus primeros frutos cuando a los 8 años creó un sistema de amortiguación para su bicicleta.
Con el tiempo, nuestro compatriota se trasladó a Huanta, Ayacucho, donde vivió con sus tías, quienes lo trataron como a su hijo. Él no pudo compartir sus logros escolares con su madre, ya que ella falleció cuando él era niño.

Después de terminar el colegio, decidió viajar a Lima para estudiar en una universidad, sin imaginar que pronto la abandonaría. La razón por la que dejó de estudiar en esa casa de estudios giraba en torno al método de enseñanza, que se ceñía a la teoría. Cabe recordar que había recibido una educación técnica en el colegio, experiencia que marcaría el derrotero de su vida laboral.
Sobre el tema de educación, el empresario dio un discurso, el cual fue grabado por el canal de YouTube Empresas de Bandera Peruana: “No entiendo por qué se empeñan en llamar educación a enseñar Física, Química, Matemáticas, Anatomía, Psicología, Filosofía. Eso es instruir a una persona. ¿Qué es educar? Educar es ayudar a que germine en el individuo la semilla que trae contenida adentro, que tiene que ver con sus cualidades, aptitudes, facultades, talentos, virtudes y defectos”, sostuvo con determinación.
El invento que le hizo frente a la delincuencia
Hoy en día, la empresa Cantol es una de las más exitosas de Perú. Su éxito radica, en cierta medida, en la solución que ofreció a los peruanos ante la constante amenaza de la delincuencia en Lima y otras regiones del país. Pero, ¿cómo lo solucionó? Antes de comentar acerca del producto que creó, es menester señalar que su invento fue registrado en Indecopi en 1971. Con la tranca de seguridad con accionamiento de chapa, nuestro compatriota revolucionó el mercado nacional.
El organismo público describió el producto de la siguiente manera: “Cerradura-tranca que incorpora una tecnología única. Es fácil de abrir y funcionar y no se desarma como otras cerraduras, con doble hilera de pines. Tiene una placa de fijación como protección exterior que ofrece resistencia al momento en que la cerradura quiere ser violentada por el cilindro exterior”.

Con el tiempo, su idea se desarrolló hasta el punto de agregar una cerradura, permitiendo poner la tranca desde el exterior del predio. “Explica que su invento, además de superar las falencias de las cerraduras convencionales, gracias a las mejoras incorporadas, incluso llega a brindar mayor seguridad que las trancas que la precedieron”, indicó Indecopi.

El empresario, al igual que la mayoría de los peruanos, ha sido víctima de la delincuencia, un problema que se convierte en una tarea ardua para los gobiernos de turno. En diálogo con Reporte Semanal, Víctor contó la vez que los hampones tocaron la puerta de su vivienda. “Han entrado, han levantado el portón del garaje, pero no sabían que justamente yo hago las cosas bien y que yo tengo cerraduras Cantol”, indicó.
En su vasta trayectoria como empresario, Víctor ha tenido momentos gratos en su empresa. Las altas ventas que experimentó su organización cada año lo han alegrado; sin embargo, lo que más alegría le ha generado, según cuenta, es escuchar a sus clientes decir que los malhechores no han podido ingresar a sus viviendas porque sus puertas tenían su producto estrella: la tranca de seguridad con accionamiento de chapa.
Víctor Cánepa, el empresario huanuqueño que transformó su adversidad en una fuente de innovación, ha marcado un antes y un después en la seguridad de los hogares peruanos. Desde temprana edad, enfrentó la pérdida de su madre y, años más tarde, tomó la decisión de abandonar la universidad, guiado por el convencimiento de que su aprendizaje no debería limitarse a las aulas. Esta determinación lo llevó a crear la tranca de seguridad con accionamiento de chapa, un invento que ha otorgado tranquilidad a sus compatriotas.
Gracias a esta innovación, los delincuentes han encontrado una barrera efectiva que les impide ingresar a las casas para robar. La historia de nuestro compatriota no solo es un testimonio de superación personal y compromiso con la sociedad, sino también un claro ejemplo de cómo un invento puede contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas.
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