
En la historia del Perú hay cientos de personajes que, habiendo nacido en otras tierras, de alguna manera se enamoraron de esta parte del mundo e hicieron todo lo posible por demostrarlo. Incluso hasta arriesgar su propia vida en combate.
Tal como ocurrió con Roque Sáenz Peña, un argentino que llegó a pelear desde el bando peruano en la complicada Guerra del Pacífico contra los chilenos, junto al inmortal Francisco Bolognesi.
Y en recuerdo a su gesta heroica, la principal avenida del centro del Callao lleva su nombre, así como lo hacen cientos de calles en muchos distritos de Lima. Pero, lo que muy pocos saben, es que luego de esa circunstancia regresó a su país natal y llegó a convertirse en uno de los políticos más influyentes en el siglo XX. Y esta es su historia.
Nacimiento

Su nombre completo era Roque José Antonio del Sagrado Corazón de Jesús Sáenz Peña Lahitte, aunque fue conocido simplemente como Roque Sáenz Peña. Nació en Buenos Aires el 19 de marzo de 1851 y provenía de una familia con una larga tradición política en Argentina.
Su padre, Luis Sáenz Peña, también ocupó la presidencia de la nación argentina entre 1892 y 1895. Esta influencia política en su familia ayudó a moldear su futuro en la política. Cursó sus estudios secundarios en el prestigioso Colegio Nacional de Buenos Aires, donde recibió una educación de calidad bajo la dirección del educador y filosofo francés Amadeo Jacques. En 1875, Sáenz Peña se graduó como doctor en derecho con una tesis sobre la “Condición jurídica de los expósitos”.
A pesar de su participación en la revolución, Sáenz Peña se convirtió en un opositor a Bartolomé Mitre y se unió al Partido Autonomista liderado por Adolfo Alsina. En 1876, fue elegido como diputado en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires y llegó a presidir el cuerpo a los 26 años, convirtiéndose en uno de los presidentes más jóvenes de la Cámara.
Guerra del Pacífico: un héroe en tierras lejanas

Uno de los momentos más destacados en la vida de Roque Sáenz Peña fue su participación como combatiente voluntario en el ejército peruano durante la Guerra del Pacífico, que enfrentó a Chile contra sus vecinos Perú y Bolivia en 1879. Tras declararse la guerra, Sáenz Peña viajó en secreto a Lima y ofreció sus servicios al Perú.
Roque buscó reconciliarse con su padre y escribió: “Mi querido Tata, tranquilícese de mi separación momentánea; volveré a sus brazos más hombre aún y sin otra idea que compensarle los malos ratos que le doy y devolver a los míos la tranquilidad que les quito”.

Como voluntario, Roque anhelaba luchar en una guerra justa contra un enemigo que consideraba también el enemigo de su Patria. Sin embargo, la campaña fue marcada por dificultades y sufrimientos.
Ya en Arica, sitiada por los chilenos, las fuerzas nacionales sufrieron un duro revés antes de recibir refuerzos. Miguel Cané, uno de amigos personales de Sáenz Peña, viajó a Chile para buscar a Roque y lo encontró en la plaza sitiada, decidido a cumplir su compromiso de honor.
Finalmente, el ejército chileno lanzó una ofensiva que triplicaba a las fuerzas peruanas, y la guarnición de Arica resistió durante tres horas antes de caer. Roque resultó herido, pero su valentía y la intervención de un oficial chileno, que lo reconoció como extranjero, le salvaron la vida. Fue hecho prisionero, pasando junto al cadáver del coronel Bolognesi.
Lo iban a fusilar

La posibilidad de ejecutarlo se logró evitar gracias a la intervención de Emilia Herrera de Toro, una influyente dama chilena. Con el apoyo de sus amigos, Roque fue confinado en un lugar adecuado y doña Emilia se encargó de disipar la desazón que le producía la campaña de desprestigio en su contra por parte de la prensa chilena.
Al regresar a Buenos Aires, Roque tuvo un cálido recibimiento y continuó su carrera política. Destacó como diplomático y político partidario del sufragio libre. A pesar de su juventud, su participación en la Guerra del Pacífico marcó su vida de forma duradera.
Roque Sáenz Peña continuó desarrollando sus ideas políticas, abogando por el sufragio libre y la resolución pacífica de conflictos sociales.
Finalmente, en 1910, se convirtió en presidente de Argentina, pero su mandato fue corto debido a una enfermedad contraída en su juventud durante la Guerra del Pacífico y murió el 9 de agosto de 1914, cuando todavía tenía dos años más de mandato.
Homenajes

Debido a su valor y al hecho de haber arriesgado su vida por el Perú, es que nuestra nación decidió rendirle homenaje de diversas maneras, como por ejemplo nombrando calles y avenidas y monumentos como el que se puede ver en la avenida Javier Prado.
Pero tal vez el más importante de todos, se puede observar el centro del Callao, en donde su avenida principal lleva el nombre de este héroe argentino con corazón peruano.
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