No es solo el Tren de Aragua: quiénes son esas otras bandas extranjeras y en qué zonas de Lima operan

El Tren de Aragua no es la única peligrosa banda criminal extranjera asentada en el Perú. Las autoridades de nuestro país habrían identificado al menos a otras siete que operan a punta de violencia, balas y sangre. La misma fórmula que le está sirviendo a la principal agrupación delectiva de Venezuela para ganar presencia en territorio ajeno. Todas estas tienen intenciones de expandirse.

De acuerdo a información de la Policía Nacional del Perú (PNP), estas otras redes criminales serían:

-‘La Cota 905′ (Venezuela)

-‘Los Tiguerones’ (Ecuador)

-‘Los Malditos del Cono’ (Venezuela)

-‘La Dinastía Alayón’ (Venezuela)

-‘Los Bravos del Gota a Gota’ (Colombia)

-‘Los Gallegos’ (Venezuela)

-‘Los Hijos de Dios’ (Venezuela)

Varias de estas agrupaciones delictivas que domina en Lima son facciones del sanguinario Tren de Aragua, que -en palabras de algunos expertos- sería la “banda madre”. A veces tienen presencia en un mismo distrito, pero tratan de mantener la paz entre ellas, aunque hay veces que lo solucionan a balazos.

‘La Cota 905′, hasta el momento, solo tiene hegemonía en un parte del distrito de San Martín de Porres, pero esta peligrosa banda venezolana con vínculos con el Tren de Aragua, amenaza con expandirse y tomar control de más zonas importantes de la capital peruana. Se dedican a la extorsión, explotación sexual, sicariato, entre otros delitos.

‘Los Tiguerones’ también operan en San Martín de Porres, pero además están presentes en Comas. Sus integrantes están dedicados al comercio ilícito de droga y asaltos, principalmente. El calificativo de temida se le asignó a esta banda delictiva luego de conocerse que mantenía vínculos estrechos con los poderosos Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Cártel de Sinaloa.

La jurisdicción de ‘Los Malditos del Cono’, facción del Tren de Aragua, es todo Lima norte. Los distritos en los que tienen sus negocios delictivos son Puente Piedra, Comas y Los Olivos, donde explotan sexualmente a mujeres de nacionalidad venezolana, colombiana y ecuatoriana. Uno de sus más importante líderes cayó a inicios de este año: Héctor Alfonso Prieto Materano, para el mundo del hampa, ‘Mamut’.

‘La Dinastía Alayón’ también es otra de las bandas venezolanas que aparece en la lista. Su presencia se limita a los distritos de San Juan de Lurigancho y Lince, donde han “implementado” sus “zonas rosas” con trabajadoras sexuales extranjeras, a las que obligan a pagar “plazas” de entre 250 a 350 soles por semana por “seguridad”. La que no lo acata puede terminar muerta y su cadáver arrojada en algún acantilado o descampado.

‘Los Bravos del Gota a Gota’ tienen dominio en Chorrillos, donde ofrecen sus préstamos “rápidos y fáciles” a diestra y siniestra. Son numerosos los casos no solo en ese distrito, de personas que denuncian vivir un infierno por las constantes amenazas de muerte contra ellos y sus familias, si no aceptan pagar el doble o triple de lo prestado.

Para ‘Los Gallegos’ el Cercado de Lima es como su “hábitat”. Allí operan y cometen una serie de delitos que principalmente giran entorno a la explotación sexual.

En tanto, el Tren de Aragua mantiene presencia en Comas, San Martín de Porrres, Los Olivos, Independencia, San Juan de Miraflores, Chorrillos, Ate, Villa El Salvador y otros distritos.

El Tren de Aragua es una peligrosa banda criminal que opera en el estado de Aragua, Venezuela, pero ya extendió sus tentáculos en países como Chile, Colombia, Ecuador y Bolivia. Su modus operandi se basa en la comisión de diversos delitos, principalmente el secuestro, la extorsión, la explotación sexual y el narcotráfico.

Este grupo criminal ha generado un clima de terror en la región. La población vive con miedo constante debido a su presencia y sus acciones violentas. Las autoridades locales y nacionales han desplegado operativos para desmantelar la organización, pero su capacidad de adaptación y su poderío económico les han permitido mantenerse activos.

Su estructura jerárquica, su uso de vehículos robados y armas de guerra, así como su capacidad para generar miedo en la población, los convierten en una amenaza constante para la seguridad de la región.