
La crisis sociopolítica que el Perú vive desde diciembre del año pasado se agrava, incluso a niveles diplomáticos. Esta vez, el gobierno peruano debilitó oficialmente, aún más, sus relaciones con México luego de la constante injerencia del presidente Manuel López Obrador (AMLO) en asuntos internos del país y que este se refiriese constantemente a la gestión de Dina Boluarte, en la que en menos de tres meses se han producido 60 muertes, un número sin precedentes en tiempos democráticos.
La cuerda se tensó hasta casi romperse luego de que AMLO llamara presidenta “espuria” a Boluarte Zegarra.
Ante ello, la presidenta peruana, acompañada del presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, y de la canciller Ana Gervasi, Boluarte rechazó las declaraciones de López Obrador y anunció el retiro del embajador de Perú en México, Gerardo Talavera Espinar.
“El señor López ha decidido apoyar el golpe de Estado que diera el ahora expresidente Pedro Castillo el 7 de diciembre de 2022, el mismo que generó el rechazo unánime de las instituciones que integran el orden democrático en el Perú y la decisión del Congreso de la República de vacarlo en el cargo con el voto de 101 de sus 130 parlamentarios”, señaló la presidenta.

Un historial de confrontaciones
Las tensiones entre Perú y México iniciaron luego de que el expresidente Pedro Castillo realizara un autogolpe de Estado a inicios de diciembre del 2022 y fuese posteriormente acusado por el delito de rebelión tras intentar cerrar el Congreso. Desde entonces AMLO ha declarado para defenderlo, aunque también se ha referido a las violaciones contra los derechos humanos que el régimen de Boluarte efectúa a través de la represión que la Policía y las Fuerzas Armadas ejecutan contra los manifestantes.
Al respecto el internacionalista Oscar Vidarte señaló que le sorprende el desorden de la política exterior de México. “AMLO dice lo que quiere, afirmando cosas insostenibles que comprometen a México, al margen del derecho o de la lógica diplomática”, señaló a través de su cuenta de Twitter.
Una de las primeras declaraciones de López Obrador ocurrió a mediados de diciembre, luego de la caída de Castillo. Entonces el dignatario mexicano afirmó que este era el presidente y que “se debe respetar la voluntad del pueblo que lo eligió, reconocer que ganó democráticamente y que no se le puede destituir”, con lo que tácitamente no reconocía en la presidencia a Dina Boluarte.
Ya entonces la Cancillería peruana, al mando de Ana Gervasi, lo acusó de injerencismo. Acción que también ha replicado con los gobiernos de Colombia, Chile y Honduras, con lo cual las relaciones diplomáticas del país se hallan debilitadas.
En esos días AMLO defendió el desempeño del embajador mexicano en Perú, Pablo Monroy, quien sostuvo reuniones con Castillo en la cárcel para buscar una salida a su petición de asilo político.
Aunque México descartó el retiro de su embajador en Lima, el gobierno boluartino no opinó lo mismo, así que el martes 20 de diciembre del 2022 declaró persona ‘non grata’ al embajador mexicano y le dio un ultimátum de 72 horas para abandonar el país, aduciendo intromisión.
Este clima de tensiones se exacerbó luego de que, al día siguiente, Lilia Paredes, la exprimera dama, arribase a México con sus dos menores hijos, en medio de acusaciones por presuntamente pertenecer a una organización criminal enquistada en Palacio de Gobierno y encabezada por su esposo Pedro Castillo.
“No existe la persecución política”, dijo al respecto la canciller Ana Gervasi en una comperencia sin posibilidad de preguntas. A la vez advirtió que, encualquier momento, Perú puede solicitar la extradición de Paredes si así lo requiere.

Precisamente, poco antes de esta última tensión diplomática, el presidente mexicano se reunió con Lilia Paredes en el Palacio Nacional de México. “Ella es una mujer excepcional, humilde, buena, que vino a agradecerme por lo que se hizo con ellos, a hablarme de sus hijos, que están estudiando. Estamos procurando que no les falte de nada, ayudarles. Está pidiéndonos que no abandonemos a su esposo”, dijo.
Alianza del Pacífico
El reciente estallido diplomático tuvo su origen cuando Lopez Obrador se negó a entregar la presidencia de la Alianza del Pacífico a Perú.
En noviembre se esperaba la reunión de la Alianza en la Ciudad de México para realizar la ceremonia en la cual, AMLO entregaría el estandarte de la alianza regional a Perú, pero el Congreso peruano no permitió el viaje de Pedro Castillo.
“Yo no quiero entregar a un gobierno que considero espurio. No quiero legitimar un golpe de Estado, es contrario a las libertades, los derechos humanos y es antidemocrático”, advirtió el líder mexicano durante una conferencia matutina. “Voy a dar instrucciones a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de que notifique a los miembros del Grupo de Río qué hacemos. Que decidan los miembros del grupo”, añadió.
¿Qué pasa, entonces, con las relaciones entre México y Perú?
Miguel Ángel Rodríguez Mackay, exministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Pedro Castillo, explicó que esta acción no significan el rompimiento de las relaciones diplomáticas con México.
“Estoy viendo, en las redes sociales, que hablan de un rompimiento de las relaciones diplomáticas. Eso no ha pasado, lo que ha hecho el Perú es bajarle el nivel a la relación política-diplomática bicentenaria con México; es decir, de un nivel de embajadores extraordinario y plenipotenciario, ahora baja a una encargatura de negocios. El haberlo hecho significa diplomáticamente un gesto de protesta”, puntualizó ante un medio local.
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