
El reciente ataque al neurocirujano mendocino Fabián Cremaschi, que ocurrió mientras realizaba actividad física en Potrerillos, Mendoza, volvió a situar en el centro del debate la importancia de los cuidados imprescindibles y la responsabilidad en la tenencia de perros pitbull.
Cremaschi resultó gravemente herido al ser atacado por cinco canes sin correa ni bozal, lo que le provocó profundas lesiones y lo llevó a seguir un intenso plan de rehabilitación.
Infobae conversó con el doctor Juan Enrique Romero, médico veterinario y docente universitario.
Mitos y percepciones sobre la agresividad del pitbull
“No existe ninguna raza naturalmente agresiva”, sostuvo Romero. Al mencionar estudios del Nobel Konrad Lorenz, el profesional agregó: “En las especies gregarias entre las que está el perro y el ser humano, el 80% del comportamiento es ambiental y solo el 20% es genético. De tal manera que la mayoría de los incidentes que se producen, y dije incidentes y no accidentes porque son evitables, se producen, por supuesto, por errores de crianza en el animal”.
El veterinario recalcó el potencial físico de esta raza al señalar: “Al ser un animal con una mordida de 350 kg de fuerza por centímetro cuadrado y tener un muy buen porte, por supuesto, su consecuencia puede ser fatal”.
El especialista también describió la situación en el país: “El 63% de los incidentes con perros en la República Argentina ocurren con perros mestizos medianos y sus consecuencias no son fatales”.
Factores determinantes en la conducta: crianza y entorno
Romero subrayó dos aspectos críticos a la hora de evitar conductas agresivas. “La agresividad de los perros se despierta por múltiples causas, pero desde ya que se desencadena por dos factores fundamentales: primero, no hacer el desmadre, ojo, no estoy hablando de destete sino desmadre, o sea desvincular al cachorro de la madre y sus hermanos antes de los 60 días. Esto es fatal ¿Por qué? Porque el animal no aprende a inhibir la mordida, es decir, a morigerar la intensidad de su mordida según la importancia del estímulo. Es lo que el juego hace sobre el animal, cuando están jugando los límites se los ponen los hermanos o la madre”.
Como segundo factor, mencionó: “El famoso encierro sanitario: no sacar al perro hasta los 4 meses de edad, hasta que tengan su plan de vacunas completo, a eso se lo define como encierro sanitario y es un error. No estoy diciendo sacar el perro a la calle a pisar la vereda, pero sí sociabilizarlo adecuadamente en el sentido de sacarlo a upa, sacarlo en bicicleta, sacarlo en moto, sacarlo en auto o llevarlo a la casa de un amigo donde pueda estar de alguna manera cuidado inmunológicamente hablando".
“Caso contrario tenemos un perro protegido inmunológicamente pero absolutamente atrasado en su evolución conductual y la salud integral de un animal, y de cualquier ser vivo, involucra a lo físico y lo emocional”, concluyó.

Cuidados imprescindibles: socializar y educar desde el inicio
Sobre la convivencia con pitbulls y razas de potencia similar, Romero advirtió: “Estos son los factores fundamentales que atentan contra cualquier tipo de incidente con perro, donde el 85% o 90% de los incidentes son con perros conocidos: el perro de adelante, el perro de arriba, el perro de abajo, el perro del fondo o el perro propio del hogar”.
El especialista también explicó la importancia de la conducta grupal en especies gregarias como el perro: “Existe una conducta en los animales gregarios, el perro lo es, que se llama conducta alelomimética, que significa la capacidad de imitar, algo así como la solidaridad de un grupo. Cuando alguien ataca se produce una catarata muy difícil de cortar porque primero ve, después focaliza y después ataca. Finalmente, esta conducta puede ser imitada solidariamente por el resto de un grupo sometido a la autoridad de ese supuesto líder”.

El caso experimentado por el neurocirujano mendocino ilustra los riesgos vinculados a una custodia deficiente. Tal como reconoce el propio Cremaschi, el potencial daño de estos animales es considerable, más aún si actúan en grupo o quedan bajo la autoridad de un líder canino circunstancial.
La clave está siempre en la responsabilidad y el compromiso del propietario: garantizar la socialización, controlar físicamente al animal en ámbitos públicos, buscar ayuda profesional ante cualquier alteración de la conducta y comprender que la salud emocional es tan importante como la física.
“La salud integral de un animal involucra a lo físico y lo emocional“, finalizó Romero.
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