
Las vacunas constituyen la principal barrera de protección frente a enfermedades infecciosas que pueden resultar letales para perros y gatos.
A pesar de los avances en medicina veterinaria, patologías como el moquillo continúan presentes en entornos urbanos y rurales, con consecuencias graves, especialmente en animales jóvenes o no inmunizados.
Cumplir con el calendario de vacunación desde las primeras semanas de vida y realizar refuerzos anuales es fundamental para garantizar la salud de las mascotas y evitar la propagación de virus altamente contagiosos.
Cuáles son los síntomas del moquillo

El moquillo canino, también conocido como distemper, es una enfermedad viral que afecta el aparato respiratorio, digestivo y, en casos avanzados, el sistema nervioso central.
Según el Hospital Veterinario Menes de España, los síntomas suelen comenzar entre el tercer y sexto día tras el contagio y pueden confundirse con otras infecciones comunes. Se presentan fiebre, pérdida de apetito, letargo, secreción nasal, vómitos, diarrea y deshidratación. En fases más avanzadas, el cuadro puede incluir conjuntivitis, dificultad para respirar, erupciones cutáneas, endurecimiento de las almohadillas, convulsiones, contracciones musculares involuntarias y parálisis.
En los gatos, el moquillo –denominado médicamente panleucopenia felina– también se manifiesta con fiebre, vómitos, diarrea intensa, secreción nasal, apatía y pérdida de apetito. El virus, perteneciente al grupo del parvovirus felino, puede comprometer gravemente la salud del animal, afectando la médula ósea, el sistema digestivo y el sistema nervioso.
La gravedad de la enfermedad y su capacidad de progresar rápidamente hacen necesario actuar sin demoras. “Si sospechas que tu gato tiene moquillo debes llevarlo cuanto antes al veterinario”, advierte el portal especializado unComo.com.
¿Hay tratamiento para el moquillo?

Actualmente, no existe una cura específica que elimine el virus del moquillo una vez que se ha instaurado en el organismo. El tratamiento consiste en mitigar los síntomas, evitar complicaciones y sostener al animal durante el proceso de la enfermedad.
En los casos caninos, los veterinarios suelen recurrir a una combinación de fármacos: antibióticos para prevenir infecciones secundarias, antipiréticos para controlar la fiebre, analgésicos, anticonvulsivos y soluciones electrolíticas intravenosas en cuadros severos.
En gatos, el enfoque es similar: el objetivo principal es mantener hidratado al animal, estabilizar sus funciones vitales y tratar las infecciones asociadas. En ambos casos, la atención veterinaria temprana mejora las probabilidades de supervivencia, aunque algunos animales pueden quedar con secuelas neurológicas permanentes.
Cuáles son los riesgos del moquillo para las mascotas

El principal riesgo del moquillo es la alta mortalidad que presenta en animales no vacunados, sobre todo en cachorros. En perros, la enfermedad puede derivar en daños neurológicos irreversibles, parálisis y muerte. Aun en los casos que logran superar la infección, algunas secuelas –como convulsiones o trastornos motores– pueden persistir de por vida.
En gatos, la panleucopenia también tiene un pronóstico grave. Al atacar la médula ósea, debilita severamente el sistema inmunológico y puede desencadenar infecciones secundarias letales. Los felinos que sobreviven pueden tardar semanas en recuperar su estado general, y el contagio en albergues o comunidades felinas representa un riesgo sanitario importante.
Además, la alta capacidad de transmisión del virus agrava el problema. En el caso de los perros, el contagio ocurre por inhalación de partículas virales en el ambiente o por contacto con fluidos corporales de animales infectados. Los gatos también pueden infectarse mediante el contacto con agua contaminada, superficies expuestas o incluso a través de la madre, si esta es portadora del virus.
Cómo evitar que mi perro o gato tengan moquillo

La prevención es el único método eficaz para proteger a las mascotas del moquillo. En perros, se recomienda comenzar la vacunación entre la sexta y duodécima semana de vida, con tres dosis iniciales, seguidas por refuerzos anuales. El virus es altamente contagioso, por lo que es fundamental evitar el contacto de cachorros con otros animales o espacios públicos hasta completar el esquema de inmunización.
En gatos, el calendario de vacunación también debe iniciarse en las primeras semanas, sobre todo en animales que tienen acceso al exterior o viven en contacto con otros felinos. La panleucopenia puede transmitirse por objetos contaminados, lo que subraya la importancia de mantener la higiene de comederos, bebederos y bandejas sanitarias.
Los expertos insisten en evitar que los animales jóvenes salgan al exterior sin vacunar y en consultar al veterinario ante cualquier signo de enfermedad. “La forma más eficaz de reducir y prevenir el contagio viral del moquillo en nuestro perro es, sin duda alguna, mediante la aplicación de vacunas específicas”, señalan desde el Hospital Veterinario Menes. Cumplir con esta indicación no solo protege a la mascota individual, sino que también contribuye a evitar la circulación del virus en la comunidad.
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