
Si bien un elefante no sería un animal que pudiéramos elegir para tenerlo como compañía en nuestras casas, en muchas culturas, a pesar de su tamaño, y quizás también claramente por su fuerza, han sido domesticados y conviven pacíficamente con el ser humano. Los elefantes asiáticos domesticados pueden considerarse animales relativamente mansos, algo así como unos “gigantes amigables” cuyo tamaño los puede hacer indiferentes ante muchas de las amenazas del entorno natural.
Los elefantes asiáticos a diferencia de los africanos aunque parecen similares, no lo son. Existen al menos 10 características físicas que marcan la diferencia de continente. Los elefantes originarios de Asia son más pequeños y, la parte inferior de sus orejas, es recta. Esas inmensas orejas que emulan abanicos pertenecen a los elefantes africanos.
Estudios científicos muy serios, como uno realizado por el Instituto Max Planck de Psicolingüística en Nijmegen, han postulado una hipótesis sobre cómo han llegado a este punto de comportamiento proponiendo la auto domesticación. Algo así como que el elefante se domesticó a sí mismo. Es decir, los elefantes habrían ido haciéndose más sociales, menos agresivos y más colaborativos a lo largo del curso del tiempo, valorando evolutivamente este cambio.

La domesticación podría definirse como el proceso mediante el cual una especie o un grupo de animales experimenta cambios en su fisionomía, en su carácter y en su conducta haciéndolo más social y accesible, menos agresivo y de aspecto más amigable. El mejor ejemplo de domesticación y el más cercano y accesible sería el de los perros y los cambios que experimentaron desde su origen silvestre hasta el día de hoy, reflejan este proceso.
La auto domesticación por parte del perro respondería al fenómeno de que una especie emprendería ese camino hacia la mansedumbre no por intervención de otras especies como la humana, sino respondiendo a motivos claramente de selección natural y conveniencia evolutiva. Esta hipótesis de la auto domesticación comenzó aplicándose a los seres humanos.
Mucho antes que nosotros los bonobos, los chimpancés de cara plana, tal vez los parientes vivos más cercanos después de los chimpancés comunes, que podrían haber emprendido este mismo camino. De esa forma, los elefantes serían el tercer grupo de animales que responde a este proceso y los primeros animales no primates en hacerlo.

Existe una lista de paralelismos entre los elefantes y las otras dos especies hasta ahora consideradas como auto domesticadas, los seres humanos y los chimpancés bonobos. Entre ellos se encuentran los cambios en la fisionomía de la cabeza con mandíbulas más cortas, menos dientes, o el cráneo menos alargado. En cuanto al comportamiento, es notable que los casos de agresión entre elefantes asiáticos son infrecuentes, lo que facilita la convivencia colaborativa de la especie.
También se señala la existencia de cuidados aloparentales, es decir, los miembros de la manada no sólo cuidan de sus descendientes sino de otros, como ejemplo valga el abuelazgo, actitud vincular efectiva común entre los seres humanos, los bonobos y los elefantes. También existen en estas especies juegos y actividades de entrelazamiento social, o de carácter exploratorio. Más allá de cualquier conjetura, lo cierto es que cada especie adoptará aquellos rasgos que faciliten su supervivencia por selección natural garantizando así su permanencia como especie y su evolución favorable en el tiempo. Esto puede depender de una multitud de circunstancias, sea o no la intervención de los seres humanos una de ellas.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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