En la trastienda de la banca mundial, un cambio -tan profundo como discreto- transformó la infraestructura que sostiene las transferencias de fondos entre países. El pasado 22 de noviembre marcó el final de una era y el inicio de otra: la plataforma de comunicaciones bancarias Swift completó su migración al estándar ISO 20022. Con este paso, los bancos, y en consecuencia los organismos fiscales, disponen ahora de una visión mucho más precisa sobre los movimientos de capital a escala planetaria.
Para dimensionar el alcance de esta actualización, conviene retroceder en el tiempo. La Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Globales (Swift) nació en Bruselas en 1973 con el objetivo de agilizar el flujo internacional de fondos. Actualmente, con sede en La Hulpe, Bélgica, su red vincula a más de 11.000 entidades financieras y de valores en doscientos países, bajo la estricta vigilancia de los bancos centrales del G10 y el Banco Central Europeo.
Esta red funciona como una auténtica autopista de información confidencial. Por medio de ella circulan, de modo seguro y estandarizado, las órdenes de pago y transferencia entre sistemas financieros de múltiples jurisdicciones. Su relevancia estratégica es tal que la expulsión de una entidad de esta red se ha consolidado como herramienta de presión geopolítica. Así sucedió cuando diversos bancos de Rusia y Bielorrusia quedaron fuera de la red tras la invasión a Ucrania en 2022: el aislamiento financiero internacional fue casi total.
La red vincula a más de 11.000 entidades financieras y de valores en doscientos países, bajo la estricta vigilancia de los bancos centrales del G10 y el Banco Central Europeo
Durante casi medio siglo, Swift operó con el formato de mensajes MT, un lenguaje limitado que la tecnología y la dinámica moderna tornaron insuficiente. El sistema restrictivo permitía transmitir poco texto, dificultaba la interpretación y generaba múltiples fricciones operativas. Es revelador que alrededor del 10% de las transferencias sufría fallas o demoras a causa de los errores propios del antiguo formato.
Exigencia para los bancos
La reciente transformación marcó el apagón definitivo de la tecnología previa. A partir de ahora, los bancos están obligados a utilizar los mensajes MX basados en el lenguaje ISO 20022. Quedarse fuera de este estándar implica quedar excluido del circuito de pagos globales. La modernización es obligatoria para sostener la integración financiera y la competitividad internacional.
El nuevo formato de mensajes es una herramienta mucho más robusta, capaz de transmitir hasta diez veces más detalles sobre cada movimiento monetario. Ahora se especifica de manera pormenorizada quién envía los fondos, quién los recibe, los motivos de la operación y toda la referencia comercial asociada. La densidad de información representa una auténtica revolución en la trazabilidad de los fondos.

El estándar MX abre dos caminos bien marcados. Por un lado, eleva la eficiencia operativa porque reduce los errores, agiliza los procesos y facilita la interoperabilidad con tecnologías emergentes como blockchain o las monedas digitales de bancos centrales. En ese plano, se gana velocidad y claridad, adaptando el sistema a los desafíos de la era digital.
Por otro, la reforma eleva la vara de la transparencia y la fiscalización. Cada transferencia se convierte en una huella digital fácil de rastrear, a disposición de las agencias tributarias de los distintos países. Accederán a información granular como nunca antes, lo que facilitará detectar evasión, lavado de activos o fraudes bancarios. Este nivel de control abre un nuevo escenario donde las autoridades podrán auditar con mayor precisión el flujo internacional de fondos.
Cada transferencia se convierte en una huella digital fácil de rastrear, a disposición de las agencias tributarias de los distintos países
En resumen, la actualización de la red Swift bajo el estándar ISO 20022 impulsa la integración financiera global y allana el camino para que el dinero circule de forma más eficiente y segura entre países y bancos. A su vez, marca el inicio de una etapa en la que cada transferencia será observable con mayor nitidez por quienes supervisan los sistemas fiscales y financieros internacionales. La revolución tecnológica más importante de la década avanza sin pausa y sin estridencias, renovando las reglas de juego en los movimientos de capital a nivel mundial.
El autor es Abogado, especialista en derecho tributario (UBA). Autor del libro “Manual práctico de procedimiento tributario”
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