
Por una vez, esta columna -que se publica semanalmente desde hace casi 9 años- no tratará sobre algo que ocurre en la Argentina sino sobre un fenómeno mucho más desafiante y profundo que cualquier cuestión doméstica: el contundente retorno del antisemitismo en el debate político occidental.
En las últimas semanas, en los Estados Unidos se ha producido un hecho que alertó a periodistas, políticos e intelectuales acerca del crecimiento de una corriente pronazi en el Partido Republicano. Lo que, a primera vista, parece un delirio paranoico o una distopía fantasiosa, se ha transformado en una extendida preocupación que perfora las tradicionales fronteras políticas e ideológicas. No se trata de una chicana “progre” o “woke” o “comunista”, en la que se aprovecha que ese fenómeno es hijo del trumpismo –o de la ultraderecha que crece en el mundo- para desprestigiar a enemigos políticos. Como se verá, es algo mucho más serio que eso.
En el centro de la escena se ubica un joven llamado Nick Fuentes, que parece destinado a convertirse en un nuevo foco de atención mundial, como ocurrió con otros personajes disruptivos, Javier Milei entre ellos, que usaban el mismo tono aunque con un contenido distinto.
Uno de los que alertó seriamente sobre el asunto es Ben Shapiro, un muy conocido agitador del mundo conservador norteamericano y, al mismo tiempo, un admirador de Javier Milei, a quien entrevistó durante una de sus visitas a los Estados Unidos en abril del año pasado. Ese dato reafirma que la preocupación trasciende al mundo liberal progresista. La temática habitual de Shapiro gira alrededor de la defensa ciega de Donald Trump, o del ataque a las ideas progresistas en sus más diversas variantes. Es además, un aguerrido militante proisraelí. Por ejemplo, fue quien llevó a Elon Musk a Jerusalén luego de que el tecnomagnate expusiera sus prejuicios antisemitas. Esta última semana, el foco de atención de Shapiro cambió radicalmente. “Quiero hablar de lo más importante que está pasando en los Estados Unidos. Hay gente que está normalizando la aparición de una rama nazi dentro del Partido Republicano”, advirtió.
¿Rama nazi en el partido Republicano?
Sí. Así como suena.

El elemento catalizador de esa preocupación fue una entrevista que el muy popular periodista Tucker Carlson le hizo a Fuentes, un joven hasta ahora desconocido en la Argentina, pero cuyos videos empiezan a ir y venir en los teléfonos de los jóvenes libertarios de todo el mundo. Carlson fue uno de los voceros más influyentes del movimiento trumpista desde su surgimiento. Era la cara más visible y carismática de Fox News. Fue despedido cuando se descubrieron mails donde admitía que Trump había perdido las elecciones contra Joe Biden pero que decía lo contrario al aire para no perder rating. Entonces, armó su propio sitio de Youtube donde lo miran millones de norteamericanos. Allí, por ejemplo, al igual que Shapiro, entrevistó al presidente argentino. El reportaje en el que Nick Fuentes despliega su odio antijudío superó las seis millones de visualizaciones. Su repercusión, además, se extendió por todos los canales de los Estados Unidos y potenció las reproducciones de sus intervenciones más agresivas en todas las redes sociales. Si Nick Fuentes, hasta ese momento, era popular, ahora es el centro de atención de todos los norteamericanos informados.
Así describió la situación Ben Shapiro: “Quiero referirme a un tema, que es el tema central de los Estados Unidos. Ese tema es la fragmentación de la derecha. Esa fragmentación está siendo producida intencionalmente por una facción liderada por un joven llamado Nick Fuentes. Son supremacistas blancos. Odian a las mujeres, odian a los judíos, a muchos tipos de cristianos, a los negros, a la política exterior de los Estados Unidos. Admiran a Hitler y a Stalin. Y esta facción está siendo naturalizada por el Partido Republicano mainstream. La semana pasada, Carlson invitó a Nick Fuentes a su show. Nick Fuentes es un joven de 27 años, autodenominado líder de un movimiento llamado “los groypers”. Cuenta con una gran audiencia, compuesta en particular por jóvenes blancos alienados, y ha obtenido una gran atención especialmente durante el último año. De la entrevista de Tucker Carlson se podría concluir que Fuentes tiene algunas opiniones cuestionables sobre raza, una peculiar obsesión con lo que él llama “judería organizada” y una triste relación con el sexo femenino. Pero, al mismo tiempo, en la entrevista dio la impresión de que Fuentes vive dentro de los límites radicales de la normalidad. Eso sucede porque Carlson se preocupó por suavizar sus opiniones y evitó preguntarle por todo lo que ha venido diciendo durante la última década”.

Para entender la dimensión creciente del personaje sirve leer el arranque de una nota publicada en The Free Press por Rod Dreher, un escritor católico y conservador, tan alarmado por el fenómeno como Ben Shapiro: “Desde hace tiempo, amigos conservadores que dan clases en institutos y universidades me comentan que el antisemitismo y el nacionalismo blanco están en aumento entre sus alumnos varones blancos. Más recientemente, conservadores en Washington DC me han dicho que la influencia del neonazi negacionista del holocausto, Nick Fuentes, ha crecido exponencialmente entre los miembros de la generación Z del Congreso y la administración. Un veterano del sector estimó que entre el 30 y el 40 por ciento de los seguidores de Fuentes y sus afines se encuentran en estos círculos de Washington”.
La entrevista de Carlson a Fuentes es, realmente, tan atractiva como inquietante. Son dos personalidades inteligentes y con una narrativa simple y potente. Fuentes explica allí cómo llegó a la conclusión de que los judíos condicionan demasiado la política norteamericana. Todo arranca en 2016, cuando entró a la Universidad de Boston. En ese entonces, era el único estudiante que se atrevía a llevar la gorrita de MAGA (Make América Great Again) y a defender a Donald Trump en Twitter. Eso generó que lo golpearan y lo amenazaran. Como insistió, antes de las elecciones fue invitado a participar de un debate contra el líder de los estudiantes, que defendía la candidatura de Hillary Clinton. El debate fue transmitido en vivo por el canal conservador que había fundado, justamente, Ben Shapiro. Eso hizo que Fuentes, rápidamente, ocupara un lugar entre los jóvenes trumpistas. “Esa misma noche tenía cinco ofertas de trabajo”, contó.
Fuentes explicó que el principal influjo que ejercía Trump sobre él se debía a la consigna “America First”. En su relato, Trump aparece como el único que podría derrotar al sistema mediático liberal y también a la ola inmigratoria que estaba transformando a los Estados Unidos en algo que, en su perspectiva, no debía ser. “Hasta ese momento los conservadores hablaban mucho de un estado pequeño, de menos impuestos, de frenar al progresismo. Pero a mí me atrajo la defensa de nuestros valores, de nuestra identidad”. Esa distinción le fue creando problemas cuando empezó a preguntar por qué los Estados Unidos apoyaban tanto a Israel. “Cada vez que hacía esa pregunta me acusaban de antisemita. Era una pregunta razonable. Si primero está América, ¿por qué destinamos tanta plata para Israel? No hay razones estratégicas. Es más: se trata de una carga estratégica. Si para alguien primero está México, debe vivir en México. Y si primero está Israel, debe vivir en Israel”, dijo en el reportaje. Luego contó que su insistencia hizo que fuera marginado, cancelado, agredido y despedido de su trabajo.

En todo el reportaje, varias veces, Fuentes trata de demostrar que los judíos manejan los medios de comunicación. Para eso, enumera los nombres de muchos judíos que tienen influencia en los medios y en el Partido Repúblicano.
-¿Pero vos pensás que Fox News también pertenece a esa red?—le pregunta Carlson.
-Bueno, Fox News defiende a Netanyahu, así que también está alineado.
Desde la Segunda Guerra Mundial para acá, rara vez se han podido escuchar esas teorías conspirativas antijudías en medios masivos occidentales. La entrevista del poderoso Carlson al influyente Fuentes representa tal vez el contenido antisemita más masivo que se haya difundido en las últimas décadas.
La entrevista dura dos horas. Allí Fuentes explica que las bases del Partido Republicano están sometidas por una dirigencia atrapada por el establishment –donde los judíos supuestamente ocupan un rol central-- y que eso debe cambiar. En un momento, Carlson intenta convencer a Fuentes de que el problema no son los judíos sino aquellos que, aun sin serlo, respaldan la política exterior proisraelí. Fuentes no está de acuerdo. “No es una cuestión de sangre sino de identidad. El vínculo del neoconservadurismo e Israel tiene relación con la condición judía, la identidad judía, la religión judía. El Estado de Israel y los neoconservadores están motivados por esa identidad étnica. Y su lealtad a Israel proviene de allí, el plan del Gran Israel, el nacionalismo de la tierra y la sangre. Eso es producto de esa etnoreligión que es el judaísmo. Los judíos están dispersos por el mundo pero muy organizados detrás del mismo objetivo”.
De nuevo: más de seis millones de personas escucharon esas cosas de la fuente original. Y decenas de millones más en cientos de repeticiones.
Indignado con el episodio, Ben Shapiro se ocupó de exponer todos los fragmentos sobre los cuales Carlson no le preguntó a Fuentes. Allí aparece la cara más violenta del personaje. En uno de esos fragmentos, Fuentes sostiene que a muchas mujeres les gusta “que las violen”. En otro, el popular influencer se burla de las quejas de la comunidad afroamericana. “Les molestaba tener que tomar agua de canillas distintas a los de los blancos. Oh, qué problema”. Nada demasiado original en estos tiempos de desmesura, nada que no haya dicho o sugerido el propio Trump, salvo que Fuentes además elogiaba a Hitler.

En una de las intervenciones que mejor representa su esquema conceptual, Fuentes argumenta:
-“Todo el mundo, de alguna manera, se da cuenta de que hay que poner a las mujeres en su sitio. Las mujeres tienen el control, las mujeres dirigen nuestras vidas, es evidente que no están a la altura, hay que ponerlas en su sitio. Y, al igual que con la confusión en torno a los judíos, hay mucha gente que dice: «No, no, no. Ese no es el problema. El problema son las mujeres modernas». Dicen: «Son todas estas mujeres modernas degeneradas. Necesitas encontrarte una buena chica que sea tradicional, cristiana y conservadora»“.
-“La mitad de las veces que entras a Twitter y te encuentras con algún imbécil sermoneándote, resulta que es cristiana. Tiene un Proverbio en su biografía. Tiene un versículo bíblico en su biografía. La gente dice: «No, son solo esas... son solo esas feministas modernas, degeneradas y de izquierdas, con el pelo azul. Yo quiero una buena chica cristiana tradicional». La mitad de las veces, el problema son las chicas con versículos bíblicos en su biografía”.
-“Así que siempre están diciendo: ´No, no son los judíos. No, no son las mujeres. No, no son los negros. En realidad es muy complicado´. ¡No, joder, no lo es para nada! Los judíos controlan la sociedad, las mujeres deberían callarse la boca, la mayoría de los negros deberían estar en la cárcel, y viviríamos en el paraíso, así de simple. Literalmente, así de simple. Los hombres blancos tienen que dirigir la casa, el país, las empresas. Simplemente tienen que controlarlo todo. Es una buena regla general.
Este material impresionante circula libremente en este preciso instante por las redes de todo el mundo. También en la Argentina.
Nick Fuentes ha sido un problema para el trumpismo desde hace muchos años, que reaccionó de distinta manera frente a él. En 2022, por ejemplo, fue recibido por el mismo Trump en Mar a lago, durante una cena que compartieron con el rapero antisemita Kanye West. Pero, básicamente, Fuentes fue marginado de las estructuras de poder trumpistas. Fuentes nunca ha sido invitado, por ejemplo, a las reuniones de la CPAC, a las que Milei asiste asiduamente. Y cuanto más lo marginaban, más crecía. Es literalmente un outsider. Pero nunca fue tan potente como ahora. En este punto, además, Fuentes es un enemigo de Trump.
Pero su filiación, su origen, está en ese preciso lugar: la ultraderecha trumpista. Fue Schapiro el que lo descubrió a los 18 años. Tanto él como Carlson provienen del trumpismo. Y todo lo que dice, en forma y contenido, tiene un aire de familia con las cosas que han incorporado al debate los jóvenes trumpistas, libertarios, neoconservadores o como se los llame, en los Estados Unidos y también en otras partes, como la Argentina. La única diferencia es que le agrega la palabra “judío”. Todo lo demás ya estaba: negros, musulmanes, mujeres, gays, comunistas, periodistas.
Si se promueve el odio contra otros inmigrantes, es previsible que los jóvenes educados en ese odio quieran ampliar la lista de sectores étnicos, religiosos o raciales que deben ser perseguidos. Al fin y al cabo, es bastante reciente que el odio a los inmigrantes no incluya a los judíos. No odiamos lo suficiente a fulano o a mengano, es una frase a la que solo hay que cambiarle el objeto directo para que se transforme en un boomerang.
Una caja de pandora se ha abierto.
El progresismo habrá tenido muchísimos defectos cuando ejerció el poder, claro que sí. Pero la respuesta a aquellos abusos empieza a ir demasiado lejos.
En la nota de The Free Press, Rod Dreher recuerda una escena de Cabaret donde un grupo de jóvenes, a principios de los años 30, empieza a entonar el himno Deutschland Über Alles (Alemania por encima de todo), primero de manera suave y angelical, luego de forma amenazante y marcial.
-¿Seguís convencido de que van a poder controlarlos?- le pregunta un joven a un empresario amigo que es testigo de la escena.
-Sí claro—es la respuesta.
En aquel momento, no fue así.
Ojalá esta vez la caja de Pandora se cierre a tiempo.
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