
Cada 31 de octubre, celebramos el Día Mundial del Ahorro, una fecha instituida en 1924 durante el Primer Congreso Internacional del Ahorro en Milán.
Su propósito original era claro: concientizar sobre la importancia de la estabilidad financiera personal y promover el hábito de reservar parte de los ingresos para el futuro. Un siglo después, este mensaje cobra una relevancia particular, especialmente en contextos económicos desafiantes como el argentino.
Ahorrar es mucho más que guardar dinero. Es un acto de planificación, una decisión consciente de posponer el consumo presente para asegurar un bienestar futuro. Es la herramienta fundamental para alcanzar metas, sean éstas la educación de nuestros hijos, un viaje, un fondo de retiro, un auto o cualquier otro proyecto personal. Es, en esencia, construir un respaldo que nos permita navegar las incertidumbres de la vida.
Ahorrar se ha convertido, paradójicamente, en una estrategia de supervivencia
En Argentina, el camino del ahorro presenta desafíos únicos. A pesar de una arraigada cultura de “guardar” –a menudo en moneda extranjera o bienes duraderos–, el acceso a mecanismos formales de ahorro y la protección del valor del dinero son preocupaciones constantes. En economías más estables, el ahorro es una herramienta para la prosperidad y la construcción de un futuro. Pero en Argentina, esa definición ha mutado de manera drástica. Hoy, ahorrar se ha convertido, paradójicamente, en una estrategia de supervivencia. La realidad es que, en lugar de acumular capital para crecer, el ahorro de muchos argentinos se destina a cubrir los gastos más básicos. Esta es una descapitalización forzada que refleja un desafío profundo para las finanzas personales en nuestro país.
Desde la perspectiva de las neurociencias, sabemos que ahorrar no es solo una cuestión de voluntad. Nuestro cerebro está programado para preferir la recompensa inmediata. La “gratificación instantánea” genera dopamina, haciéndonos subestimar los beneficios a largo plazo.
Por ello, la educación financiera es clave: nos ayuda a entrenar nuestro cerebro para visualizar ese “propósito” del ahorro, a entender que estamos construyendo algo valioso para un yo futuro. Crear hábitos de ahorro efectivos implica establecer metas claras y utilizar herramientas que hagan el proceso simple y con beneficios tangibles, reduciendo la percepción de “sacrificio”.
La educación financiera es clave: nos ayuda a entrenar nuestro cerebro para visualizar ese “propósito” del ahorro, a entender que estamos construyendo algo para el futuro
Los argentinos quieren y necesitan ahorrar, pero necesitan herramientas claras, simples y acompañadas de expertos o tecnología que les permita generar este hábito para convertir el ahorro en un comportamiento recurrente.
En este Día Mundial del Ahorro, la invitación es a reflexionar: ¿cuál es tu propósito al ahorrar? Y, más importante aún, ¿cómo lo estás protegiendo?
El autor es fundador y CEO de Simplestate
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