
El clima y la energía conforman dos dimensiones interdependientes, ya que el cambio climático se origina principalmente por el dióxido de carbono generado a partir de la quema de carbón y petróleo desde la Revolución Industrial. Estos elementos, fundamentales para la producción eléctrica y el transporte, sustentaron el modelo industrial adoptado por la sociedad moderna.
El Servicio Copernicus de la Unión Europea informó que 2024 y 2023 fueron años récord en temperatura: la media global resultó 1,5℃ más alta que la época preindustrial, el mismo límite que fija el Acuerdo de París para contener inundaciones, olas de calor e incendios derivados del cambio climático.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las emisiones se aceleraron junto al crecimiento económico y la demanda energética. Su acumulación en la atmósfera dificultó la liberación de calor, llevando al planeta a un punto crítico. En los últimos 20 años, el fuerte incremento de emisiones de China, India y países del sudeste asiático agudizó las advertencias sobre los riesgos.
La pandemia, la crisis energética posterior y la invasión de Rusia a Ucrania en 2022 interrumpieron la cooperación internacional en materia climática
La pandemia, la crisis energética posterior y la invasión de Rusia a Ucrania en 2022 interrumpieron la cooperación internacional en materia climática. Paralelamente, lobbies de carbón y petróleo avanzaron con fuerza, como se evidenció en las recientes cumbres de Glasgow, Egipto, Emiratos Árabes y Azerbaiyán, y en foros como Ceraweek en Houston, donde referentes energéticos y políticos destacaron la continuidad del modelo fósil.
Noticia alentadora
En este contexto, surge una noticia alentadora: China se sumó al proceso de transformación estructural hacia energías limpias junto a las economías avanzadas, acelerando la transición energética. Esto abre la posibilidad de reducir drásticamente las emisiones hacia 2050. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), esto permitiría llegar a 2100 con un aumento de temperatura inferior a 1,5℃, por debajo de los 2,4℃ del escenario actual.
Esta diferencia es significativa si se considera que los fenómenos extremos registrados hoy corresponden a un aumento de solo 1,15℃. Persisten, no obstante, incertidumbres sobre la rapidez del reemplazo tecnológico, la intensidad de fenómenos meteorológicos extremos y el impacto de la actual fragmentación geopolítica.

Se suman dudas sobre la influencia de factores emergentes como la demanda de electricidad asociada a centros de datos e inteligencia artificial, y el avance real de la movilidad eléctrica en la reducción de emisiones.
Desarrollarse no implica necesariamente recurrir de forma directa a la quema indiscriminada de combustibles fósiles y emisiones crecientes de CO2, una estrategia costosa y errónea persistente durante más de tres décadas. Muchas iniciativas climáticas centran esfuerzos en la adaptación y mitigación de los efectos en vez de atender sus causas profundas.
La solución esperada
La solución demanda una transformación hacia un modelo económico y energético de baja emisión y menor intensidad, proceso iniciado por el mundo en 2009. No basta con declaraciones o gestos simbólicos, sino que requiere acciones profundas, guiadas por expertos en energía y clima, tal como advierte Thomas Friedman en su libro “Plana, caliente y abarrotada”.
El informe “Perspectivas Energéticas 2024” de la AIE señala que, si bien hubo avances en la transición, la senda está lejos de lo requerido para cumplir los compromisos climáticos. El uso de combustibles fósiles apenas descendió del 82% al 80% en la última década y en el sector eléctrico -responsable de la mayor parte de emisiones- solo el 40% de la demanda se satisface con energía limpia, mientras la demanda general aumentó un 15 por ciento.
El uso de combustibles fósiles apenas descendió del 82% al 80% en la última década y en el sector eléctrico -responsable de la mayor parte de emisiones- solo el 40% de la demanda se satisface con energía limpia
Para responder a estas incógnitas, la AIE evalúa tres escenarios: el actual, uno intermedio con cumplimiento de compromisos y un tercero óptimo de emisiones netas cero en 2050. Los grandes emisores, encabezados por China, han avanzado en renovables (principalmente solar y eólica), abriendo una ventana de oportunidad para controlar el cambio climático y preservar la biodiversidad, con un 50% de probabilidad de alcanzar el objetivo.
El informe destaca que en los tres escenarios, el consumo máximo de carbón, petróleo y emisiones se alcanzaría antes de 2030, descendiendo luego a diferentes ritmos: el carbón cae al 22% en el sector energético hacia 2030 y al 12% en 2050. El petróleo baja también al 22% y el gas natural estabiliza su participación.
El desarrollo de tecnologías y vehículos eléctricos reduce el consumo y las emisiones; la electrificación emergente y un menor crecimiento poblacional contribuyen significativamente.

A fin de siglo, las proyecciones muestran que el calentamiento global sería de 2,4℃ bajo las políticas actuales, 1,7℃ en un escenario intermedio y por debajo de 1,5℃ si se cumplen los mayores objetivos, con cumplimiento del Acuerdo de París.
Estos resultados demuestran que cada avance intermedio es relevante: pasar del escenario actual al intermedio ya reduciría sensiblemente el calentamiento.
Las soluciones no pasan por atribuir responsabilidades históricas ni por debates sobre los fondos a transferir. La atmósfera responde únicamente ante la cantidad de emisiones: si estas se reducen, baja el efecto radiactivo.
La atmósfera responde únicamente ante la cantidad de emisiones: si estas se reducen, baja el efecto radiactivo
Las diferencias políticas o la procedencia de las emisiones resultan irrelevantes para el clima.
El futuro depende de que las energías limpias lideren la expansión y que la generación solar crezca con rapidez sostenida.
Por primera vez, el énfasis global se corre de la retórica hacia la acción efectiva, poniendo el foco en las causas en vez de limitarse a los efectos, lo que permitirá disminuir el costo de la inacción y prever un horizonte ambiental menos incierto.
El autor es Director del Comité del Comité de Asuntos Energéticos del CARI. Autor del libro El cambio climático - Sus causas y soluciones para salvar el planeta”, y “El futuro del petróleo y la energía”
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