
En el último tiempo, la inteligencia artificial dejó de ser un tema de especialistas para devenir en una cuestión cotidiana. Esto se debe a que hoy, además de ser una herramienta tecnológica, se convirtió en un motor de cambio que llegó para redefinir las formas en las que las personas trabajan.
Los profesionales de recursos humanos muchas veces observan que la principal resistencia no suele estar en la tecnología, sino en el impacto humano. Esto se debe a la falta de claridad, que genera miedo e incertidumbre y da lugar a las constantes preguntas: ¿Y si la IA llegó para reemplazarnos? ¿Seguirá siendo valorado mi aporte?
En este contexto, se puede definir que para las empresas el verdadero desafío estratégico está en cómo se puede integrar la IA sin sacrificar el alma, la esencia y los valores de la organización. Es decir, ¿qué es lo que se debe hacer para que la IA no destruya la cultura laboral?
Es que, si estas emociones no se gestionan, el clima laboral puede erosionarse y provocar desmotivación y posterior fuga de talento. No alcanza con decir que la IA optimiza procesos, es fundamental conectar su implementación con la misión y los valores de la organización. En este sentido, la respuesta es simple: escalar la IA requiere explicar para qué se usa y tomarla como una oportunidad para empoderar a los equipos, haciéndoles ver los beneficios y las fortalezas que trae en el trabajo diario.
El primer paso, desde el lado de los líderes, es la transparencia. La cultura se fortalece cuando hay comunicación clara. El mensaje debe ser consistente: la IA es un socio en el trabajo, no un reemplazo.
Los líderes deben reunirse y dialogar con sus equipos sobre esta transformación hacia una meta compartida. A su vez, es importante que los colaboradores puedan ver las acciones concretas que esta produce: desde liberar tiempo de tareas operativas, automatizar procesos y analizar grandes volúmenes de datos, hasta la oportunidad dar paso a la creatividad y poner foco en la estrategia del negocio para pensar de forma critica, además de resolver problemas complejos y conectar emocionalmente con colegas y clientes.
Más allá de imponer el cambio, lo que se debe lograr es que las personas se sientan parte, que puedan dar visibilidad de cómo mejorar sus tareas e identificar puntos de dolor. Está probado que los empleados que participan en la toma de decisiones están más propensos a abrazar el cambio que a resistirse.
En segundo lugar, se debe considerar como punto crítico a la capacitación. Las empresas deben enfocarse e invertir en el re-skilling y up-skilling del talento, teniendo en cuenta que capacitar a los empleados para posiciones totalmente nuevas o mejorar las habilidades existentes para complementarlas con la IA, no es un gasto, sino una inversión y la acción más concreta del valor que se le da a la gente. Esta decisión aplaca el miedo a quedar obsoleto y fomenta una cultura de aprendizaje continuo y de innovación sostenible, además de demostrar un compromiso con el crecimiento de los empleados.
Las cifras lo demuestran: estudios recientes de SAP en la región indican un alto nivel de optimismo y confianza en la IA. Un 43% de los líderes empresariales en Latinoamérica ven la IA de manera positiva y un 38% más reconoce su enorme potencial. Esta perspectiva optimista se traduce en acciones concretas: el 63% de los ejecutivos esperan que la IA tenga un impacto significativo en sus industrias y el 55% de los líderes planean aumentar su inversión en IA en el corto plazo. En este sentido, la mitad de las empresas ya están invirtiendo en capacitación específica para sus empleados.
Estos datos revelan que la región ya está lista para el cambio y el desafío cultural reside en que, aunque la inversión y el interés estén en alza, la implementación vaya de la mano con la adaptación humana para evitar esa brecha entre la tecnología y las habilidades.
Volviendo al punto de inicio, escalar la IA en una organización no es solo un proyecto tecnológico, sino también un proyecto humano. La clave para el éxito no está en cuanto se automatiza, sino en cuanto se logra que la tecnología fortalezca la esencia colectiva, ya que, si la IA se integra con propósito, no romperá la cultura, la impulsará hacia el futuro.
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