Empresas que aprenden: la educación como motor de transformación

Se debe apuntar a la capacitación interna; la formación de los colaboradores en habilidades blandas, pensamiento crítico, liderazgo, comunicación efectiva o inteligencia emocional; y al apoyo a la comunidad

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La figura de un especialista
La figura de un especialista en educación que aporte a la compañía se vuelve estratégica (Imagen ilustrativa Infobae)

En un contexto laboral atravesado por la automatización y los nuevos modos de vincularnos con el trabajo, las empresas que más crecen son las que más aprenden. En este escenario, la figura de un especialista en educación que aporte a la compañía se vuelve estratégica: ya no se trata solo de capacitar, sino de generar ecosistemas de aprendizaje que impacten dentro y fuera de la organización.

Un profesional del campo educativo puede aportar una mirada integral sobre los procesos humanos, las dinámicas de grupo y las estrategias pedagógicas que potencian las capacidades del equipo hacia adentro y hacia afuera de la entidad.

Su intervención puede traducirse en tres ejes fundamentales: por un lado, capacitación interna, ya que el aprendizaje continuo dentro de las empresas dejó de ser una opción para convertirse en una necesidad. La formación de los colaboradores en habilidades blandas, pensamiento crítico, liderazgo, comunicación efectiva o inteligencia emocional mejora no solo los resultados, sino también el clima laboral. Para ello, se puede diseñar itinerarios formativos personalizados, combinar modalidades presenciales y virtuales, y fomentar una cultura organizacional basada en la curiosidad y la innovación.

Por otro lado, es importante el apoyo a la comunidad que las empresas pueden aprovechar como una gran oportunidad, es decir, transformar su compromiso social en experiencias de aprendizaje compartido. A través de programas de alfabetización digital, mentorías, talleres en escuelas o acompañamiento a emprendedores, se pueden articular proyectos que fortalezcan el vínculo entre la empresa y su entorno, contribuyendo al desarrollo local y al bienestar colectivo.

A su vez, pueden implementar proyectos educativos de valor social, ya que cuando las compañías apuestan por iniciativas educativas generan impacto real. Crear un programa de lectura, un laboratorio de innovación escolar o una red de capacitación docente son ejemplos de cómo el conocimiento puede convertirse en capital social. Estos proyectos no solo posicionan a la empresa como agente de cambio, sino que promueven una sociedad más equitativa y con mayores oportunidades.

Por mencionar solo un ejemplo, durante el año pasado llevamos adelante una capacitación interna destinada a todo el personal de IRT Medicina para empresas. Fue un proceso enriquecedor, de escucha y construcción colectiva, donde abordamos temas con especialistas en la capacitación en temáticas específicas, tales como el ausentismo, las adicciones en las empresas, la comunicación efectiva, las habilidades blandas y el trabajo en equipo. Cada encuentro nos permitió mirar la tarea cotidiana de la gestión empresarial desde una nueva perspectiva, la del aprendizaje como herramienta para mejorar la calidad de vida laboral.

Pero, ante la demanda de profesionales independientes interesados en esos temas, no nos quedamos allí, sino que, junto al equipo de IRT y al Instituto Universitario Italiano de Rosario diseñamos una Diplomatura en Salud para empresas abierta a médicos, ingenieros en Higiene y Seguridad, enfermeros, y otros trabajadores del área que buscaban actualizar sus saberes y repensar su práctica desde una mirada integral. El propósito fue claro: fortalecer el rol del profesional de la salud como agente de cambio en su lugar de trabajo, como la industria, por ejemplo, capaz de liderar equipos, promover la prevención y cuidar también su propio bienestar.

En definitiva, las empresas que incorporan la mirada pedagógica en su gestión logran humanizar sus procesos y potenciar sus objetivos. Formar equipos, acompañar comunidades y generar proyectos educativos sostenibles no es un gasto, es una inversión en el futuro. Una empresa que aprende, crece, transforma y deja huella en una sociedad que necesita el aporte de todos las que la conforman.