Durante el último año, la rentabilidad de las principales alternativas quedó expuesta a través de los números. Entre julio de 2024 y julio de 2025, el plazo fijo acumuló un rendimiento del 42,6%, superando la inflación del período, que se ubicó en 41,7%. La cotización promedio del dólar oficial avanzó 34,5%. Esta dinámica permitió que quienes se mantuvieron en instrumentos en pesos lograran una ganancia en términos reales por encima de quienes dolarizaron posiciones al tipo de cambio oficial, quienes vieron disminuido su poder adquisitivo.
No obstante, un cambio abrupto en la trayectoria del dólar siempre puede modificar el tablero. Para recuperar la totalidad de la ganancia que obtuvo un inversor en plazo fijo en ese lapso, el tipo de cambio oficial debería alcanzar los $1.316. Solo en ese nivel, el inversor en dólares igualaría el rendimiento de quien permaneció en moneda local.
Con la instauración del nuevo régimen de flotación administrada entre bandas, el Banco Central dejó en claro que solo intervendrá si el tipo de cambio toca extremos previamente establecidos. El valor exacto del techo de intervención no siempre se publica, pero estimaciones actuales lo sitúan alrededor de $1.440. Si la cotización llegara a ese nivel, el valor del dólar experimentaría un salto nominal acumulado del 55,9% desde julio de 2024, lo que superaría la inflación anual y relegaría al plazo fijo al segundo puesto en el ranking de rendimientos.
Sin embargo, alcanzar ese resultado solo sería posible para quienes lograran comprar dólares en el piso del ciclo y desarmar la posición cerca del máximo. Esta sincronización es sumamente difícil de anticipar, especialmente en un contexto de flotación administrada donde la intervención del Banco Central puede alterar súbitamente el comportamiento del mercado.
Ante un avance hasta el límite superior de la banda, la autoridad monetaria está obligada a intervenir, vendiendo reservas a fin de contener la suba más allá de ese nivel
Ahora bien, si el tipo de cambio solo alcanzara valores intermedios, entre $1.300 y $1.350, la renta en dólares apenas igualaría o, dependiendo del horizonte temporal, quedaría por debajo de la obtenida en pesos a través de un plazo fijo tradicional, a comienzos del mes.
Allí resulta clave el accionar del Banco Central. Ante un avance hasta el límite superior de la banda, la autoridad monetaria está obligada a intervenir, vendiendo reservas a fin de contener la suba.
Operaciones a plazo
La mayor parte de la actividad oficial se observa en el mercado de futuros. Así, la estrategia de apostar a una devaluación marcada como único refugio de valor pierde efectividad en un esquema donde las reglas son explícitas y existen herramientas de corrección inmediatas.
Desde otra perspectiva, un ejercicio hipotético ilustra los riesgos y oportunidades de invertir en dólares. Partiendo de un tipo de cambio en $1.242,29 a julio de 2025, si la cotización se apreciara un 20% en dos semanas hasta $1.490,75 y luego retrocediera un 10%, el valor final sería de $1.341,68. Comparando con el plazo fijo tradicional -que ofrece una Tasa Efectiva Mensual del 2,43% y una inflación proyectada en 1,6%-, el rendimiento del dólar sobresale en términos nominales. Sin embargo, si tras ese pico el dólar descendiera a $1.150, la inversión implicaría una pérdida de 7,4% respecto del punto de partida, mientras que la renta esperada en pesos seguiría disfrutando de interés real positivo.

Este tipo de simulaciones deja al descubierto que, en contextos de flotación administrada, la oportunidad de obtener plusvalía cambiaria suele estar asociada a movimientos bruscos y muchas veces imprevisibles, con el riesgo latente de una reversión repentina. Cuando las tasas de interés locales son positivas y la inflación se muestra relativamente estable, los incentivos para dolarizarse tienden a moderarse salvo tendencias claras y sostenidas en el tipo de cambio.
La experiencia reciente muestra que, a excepción de shocks exógenos inesperados, el manejo de la política monetaria y cambiaria permite atenuar las variaciones abruptas y achicar la brecha de rendimientos entre quedarse en pesos o refugiarse en dólares. Por ahora, y con reglas explícitas, la apuesta por el corto plazo en dólares no asegura resultados superiores al plazo fijo, especialmente si el inversor no logra anticipar el punto inflexión del ciclo.
Por ahora, y con reglas explícitas, la apuesta por el corto plazo en dólares no asegura resultados superiores al plazo fijo
En definitiva, antes de tomar una decisión, es fundamental considerar los riesgos inherentes a cada opción, la dinámica de intervención del Banco Central y mantener una evaluación actualizada de los principales indicadores económicos.
El contexto puede modificarse repentinamente, pero la experiencia enseña que no siempre la dolarización sistemática resulta la estrategia más beneficiosa en un entorno de reglas conocidas y controles activos sobre la fluctuación cambiaria.
El autor es Analista Económico y director de Focus Market
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