El tipo de cambio oficial se recalentó en julio. Si repasamos los datos, en lo que va del mes, el aumento es de 8,8% (el paralelo sube 9,1%). En el acumulado de 2025, la divisa oficial se incrementó un 25,0%, mientras el dólar blue solo lo hizo un 8,6 por ciento. Estos números pueden compararse con una inflación estimada para los primeros 7 meses del año de alrededor del 18 por ciento.
Es decir, el tipo de cambio oficial está subiendo unos siete puntos porcentuales por encima de la inflación. ¿Es esto mucho, poquito o nada? Si tenemos en cuenta que el año pasado el dólar oficial subió 92 puntos porcentuales menos que los precios, las cosas se ponen en perspectiva.
Además, ¿no había un reclamo de que el dólar estaba muy atrasado? Evidentemente, ahora está corrigiendo un poco.
Gran parte de esta tensión financiera se debe a un evento particular de Argentina que tendrá lugar en octubre: las elecciones de medio término
No obstante, no creo que debamos pensar que “acá no pasa nada” y que es “todo pelota”.
El recalentamiento del tipo de cambio ocurre –razonablemente- junto con un incremento del riesgo país y una caída de las acciones. Es decir, los indicadores financieros para todo 2025 no están siendo los mejores, lo que también contrasta notablemente con lo que ocurrió el año pasado. Y, si se puede agregar, en el caso específico del riesgo país, contrasta muy marcadamente con lo que está ocurriendo en casi la totalidad de los países de la región. Solo acá sube, mientras en el resto baja.
El rol de las elecciones
Gran parte de esta tensión financiera se debe a un evento particular de Argentina que tendrá lugar en octubre: las elecciones de medio término. En estos comicios “la sociedad argentina” valorará, positiva o negativamente, las políticas de austeridad fiscal de Milei y, supongo también, otros aspectos como su estilo de gobierno, sus formas, etc.
Si la valoración resulta positiva, entonces los mercados deberían relajarse, puesto que las políticas de austeridad, que tienen como principal objetivo honrar los compromisos de deuda y bajar la inflación, habrán llegado para quedarse y, a la postre, la macroeconomía argentina se ordenará.
¿No había un reclamo de que el dólar estaba muy atrasado? Evidentemente, ahora está corrigiendo un poco
Sin embargo, si el votante le baja el pulgar al Presidente, los mercados tienen todo el derecho del mundo de pensar que volverán los déficits fiscales, los defaults, la inflación y los controles de precios. ¿Qué impacto tiene todo esto en un país que tiene vencimientos de deuda pública por $38 billones (una base monetaria completa) solamente el mes que viene? No bueno.
El problema de la deuda pública
Y acá pasamos a mirar algunos temas propios de la política económica. En primer lugar, se dice que se eliminaron los pasivos remunerados del Banco Central, pero si ello ocurrió sin default y sin plan Bonex, esto quiere decir que la deuda que antes tenía el Banco Central ahora la tiene el tesoro. Y el problema que tiene Argentina es el problema de cómo pagar la deuda pública con un riesgo país que no baja y no le permite “rolloverear” a tasas normales como hace cualquier vecino. Y, de nuevo, esto es el problema de la deuda pública, indistintamente de si ella está en cabeza del tesoro o del BCRA.
Lo mismo aplica para la desagradable aritmética monetarista de la que hablaba Thomas Sargent. Si no hay más financiamiento para el gobierno argentino, el Banco Central sale a rescatarlo, y la inflación vuelve a subir. Esto ocurre con toda la deuda pública, no solamente cuando la tiene el Banco Central.
Llegado el caso, el gobierno materializará los críticos siempre le achacaron al liberalismo nacional: que toma deuda para mantener el tipo de cambio
Por otro lado, si el dólar hoy se fuera al techo de la banda el Banco Central debería empezar a vender reservas. Cabe considerar aquí que la base monetaria, al tipo de cambio del techo de la banda, son USD 25.800 millones. El BCRA tiene reservas brutas por encima de USD 40.000 millones, pero hay fácilmente USD 15.000 millones que se las debemos al FMI y a otros organismos internacionales. Además, unos USD 13.000 millones son depósitos de argentinos en los bancos.
Entonces, llegado el caso, el gobierno argentino materializará lo que muchos críticos siempre le achacaron al liberalismo nacional: que toma deuda para mantener el tipo de cambio. La pregunta es: ¿alcanzará?
El peor escenario: devaluación e inflación
Para no dramatizar, vayamos al peor escenario posible: después de vender algunos millones en el techo de la banda, la presión no afloja, las tasas suben un poco más y finalmente se decide abandonar el esquema cambiario, o bien modificar la banda para arriba. Obviamente, se hablará de un fracaso del plan económico. Seguramente, además, subirá la inflación a corto plazo.
Si la confianza en las políticas de austeridad, de desregulación y de privatización se sostiene en las elecciones, esta coyuntura podría ser transitoria
Sin embargo, si la confianza en las políticas de austeridad, de desregulación y de privatización se sostiene en las elecciones, esta coyuntura podría ser transitoria. En este escenario, volvería a caer el riesgo país, se calmaría el dólar y comenzarían gradualmente a bajarse las tasas de interés, al tiempo que se reencauzaría la desinflación.
Para ir cerrando, los planes de estabilización no son “soplar y hacer botellas”, y nadie debería haber creído que esto iba a ser fácil y lineal. Esperemos que la tormenta pase pronto, pero –perdón por lo clisé- que no vuelva a llover en el futuro (financieramente hablando) depende fundamentalmente de nosotros.
El autor es investigador asociado del centro FARO de la Universidad del Desarrollo (Chile), profesor universitario de Economía y consultor de empresas
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