
Mucho se viene hablando en los últimos días acerca del Sistema de Residencias Médicas, y de las implicancias de los cambios realizados por el Ministerio de Salud de la Nación.
Creo que todos estamos de acuerdo en que las Residencias Médicas son un pilar fundamental en la formación del capital humano que constituye la columna vertebral de nuestro sistema sanitario, tanto Público como Privado. Es un proyecto a largo plazo, tanto para el Sistema, como para la Carrera individual de cada uno de los Médicos Residentes.
Es en esta etapa de la Carrera Profesional cuando y donde se forja la formación médica, no sólo desde lo técnico, sino también desde lo humano y vocacional. Es un sistema de formación de posgrado, de cuatro o cinco años de duración (según la especialidad), con responsabilidad asistencial ascendente, donde al inicio son supervisados, y paulatinamente, a medida que adquieren competencias y logran objetivos, van asumiendo el rol de supervisores de los ingresantes de las nuevas promociones.
Tiene gran carga horaria, con guardias diurnas y nocturnas, en las cuales se presentan distintas situaciones que deben resolver, que incluyen decisiones no sólo técnicas o académicas, sino también éticas y humanitarias, aprender a acompañar también en la muerte y sufrimiento de nuestros semejantes. Se forja el “ser” médico, no el “trabajar” de médico. Con el desgaste físico y compromiso emocional que ello implica.
Y si bien estos médicos que están cursando su especialidad tienen tareas asistenciales que forman parte de su entrenamiento, no debemos olvidar que el objetivo fundamental de este período de la Carrera es formativo. Y debe estar supervisado y controlado por médicos formados, los médicos de Planta y Jefes, quienes deberían ser los últimos responsables de la tarea asistencial médica, los que toman las decisiones de trascendencia.
Y es así, que para que este esquema funcione, debe haber un trabajo articulado y con gran comunicación entre la Planta y los Residentes, donde finalmente sean estos últimos quienes ejecuten las conductas consensuadas en pases de guardia y recorridas de sala, donde todos participan, y son también ámbito de discusión académica, actualización y aprendizaje.
De esta forma, se intenta reformular el modelo formativo, fortaleciendo la figura del Médico Residente como profesional en etapa de aprendizaje, aspirando a lograr mayor equilibrio entre la actividad asistencial y pedagógica, y apuntando a elevar la vara en lo que se refiere a estándares educativos. Se intenta poner énfasis tanto en el cuidado de las personas asistidas como en los Residentes que las asisten. La supervisión pedagógica, tiempos de descanso adecuados y programación educacional son fundamentales para lograr los objetivos a los que se aspira en este Postgrado Intensivo que llamamos Sistema de Residencias Médicas.
Lamentablemente, en los últimos años, en algunas instituciones tanto Públicas como Privadas, los objetivos formativos previamente mencionados se han ido desvirtuando, asumiendo los Médicos Residentes excesivas responsabilidades asistenciales ante la falta de profesionales formados y bien rentados que los acompañen. Y tal vez sea aquí donde se confunden los roles.
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