Olivos, en su propio enredo: las vacaciones del Congreso no aseguran la agenda política y económica

El punto para el Gobierno es si encamina una negociación sólida para destrabar el conflicto con los jefes provinciales. Es un dato con lectura propia también para los mercados. Y además, resulta clave para encarar agosto, el mes de definición de listas para las elecciones nacionales

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El Presidente, junto a Karina
El Presidente, junto a Karina Milei, en el encuentro del Jockey Club. Mensaje a gobernadores e intendentes

El Gobierno busca enfriar el clima político, que sumó la disputa con los gobernadores al cargado cronograma de comicios locales y nacionales. El ruido mayor hasta la medioanoche de este sábado es provocado por las negociaciones al límite y los crujidos para cerrar las listas bonaerenses. Previsible. También con trazos fuertes del cuadro electoral, aunque menos esperable, es la extendida tensión con los jefes provinciales, de impacto visible en el Congreso. Por eso mismo, Olivos siente un respiro con las virtuales vacaciones legislativas: son un par de semanas, que no aseguran el dominio de la agenda política y económica.

El oficialismo se planteó un objetivo sencillo: retardar el tratamiento de los proyectos motorizados por las provincias y manejar del mismo modo los tiempos para los vetos a las leyes impulsadas por la oposición dura. En los dos casos, el Gobierno se enfrenta al resultado de sus propios desmanejos. La falta de tratativas sólidas con los jefes provinciales precipitó en el Senado la aprobación de las propuestas para modificar el manejo de los ATN y mejorar la coparticipación con el Impuesto a los Combustibles Líquidos. Y en un mismo acto, despejó el caminopara las iniciativas sobre jubilaciones, moratoria previsional y emergencia del sistema de discapacidad.

El panorama hacia adelante, aún con el Congreso prácticamente paralizado, depende del sentido con que jueguen los operadores del Gobierno -cruzados además por sus propios conflictos domésticos- para enfrentar este enredo, generado por su ejercicio de poder. Es decir, si considera que la postergación es leída como un éxito en sí mismo -de muy corto plazo- o recompone las líneas de negociación con el mayoritario y heterogéneo conjunto de gobernadores que hasta ahora se inclinaron por el diálogo.

El dato objetivo es que el Congreso estará inactivo hasta principios del mes que viene. Diputados sólo tiene prevista alguna reunión informativa de comisiones. En el Senado, apenas tareas burocráticas y visitas, según su agenda oficial. Por supuesto, eso no anula tratativas informales, atadas a la pulseada por los fondos para las provincias y a las definiciones sobre el armado de listas, en el acelerado camino a las elecciones de octubre.

Pero la entrada del receso legislativo deja también señales que trascienden a la política en sentido exclusivo. Y es un dato de especial interés para el mundo de la economía, no sólo los mercados. El punto es el siguiente: el temario del Congreso estuvo dominado por ofensivas de la oposición, mientras que el oficialismo casi dejó actuar con temario propio desde marzo -convencido al parecer de la apuesta a la polarización, sin matices-, al punto de concentrarse en el objetivo de evitar sesiones y hasta el funcionamiento de comisiones, intentos que sumaron costos frente a diferentes fracasos.

Esa práctica y las limitaciones impuestas al tejido de acuerdos produjeron efectos no debidamente medidos. Un ejemplo llamativo: quedó paralizado el proyecto para “blindar” el plan “dólares del colchón”. No avanzó ni un centímetro, a pesar de que era considerado prioritario por el equipo económico. Se trata, en rigor, de modificaciones a leyes tributarias que el discurso oficial difundía como garantía para esta especie de blanqueo amplio.

Guillermo Francos, en la Rural.
Guillermo Francos, en la Rural. Foto y saludos con gobernadores

No es algo que haya pasado inadvertido. De todos modos, lo que asoma como estrategia es el mecanismo, repetido y por lo tanto con algún signo de desgaste, de la dureza presidencial como capital para asegurar votos y sostener credibilidad. El punto es si tal ejercicio deja de ser acompañado por muestras de pragmatismo para encarar tratativas políticas, cuya coronación genera capital propio.

En el arranque del fin de semana, Javier Milei dio un discurso ante el Jockey Club. Dejó algunas consignas conocidas sobre la oposición y el papel del Estado, pero resultaron significativas un par de definiciones: Una, por el destinatario expreso, es decir, sus anfitriones: los exhortó a invertir y tener un papel protagónico en el proceso que encabeza y que considera siempre fundacional. El segundo, por el contenido del mensaje y también por el momento: dijo que sólo la Nación aplica la “motosierra” y que no acompañan ni las provincias ni los municipios.

La semana que termina incluyó la foto de funcionarios con representantes de las provincias. Fue, según dejan trascender los protagonistas, sólo una postal, al menos por ahora. Participaron Guillermo Francos, gobernadores de siete provincias y el jefe de gobierno porteño. En otras palabras, diversos colores y niveles de oposición: ex JxC o aliados (Jorge Macri, Rogelio Frigerio. Ignacio Torres, Carlos Sadir, Marcelo Orrego), peronistas duros (Sergio Ziliotto) y negociadores (Raúl Jalil, Gustavo Sáenz). Los puentes existen, desde antes, y la cuestión es si hay voluntad de transitarlos.

El Presidente volvió a generalizar, trató a jefes de provincias y de municipios como un todo. Los partidos del Estado, en esa narrativa. Del mismo modo, son descalificados en bloque, por su costo fiscal, todos los proyectos aprobados la semana pasada por el Senado. El punto es hasta qué punto llega esa estrategia, porque están a la vista las diferencias entre las iniciativas empujadas por el arco opositor más frontal y las dos propuestas del conjunto de los gobernadores. Eso, en cuanto al motor político. Las cuentas sobre impacto fiscal, aún con diferencias, exponen que el argumento del costo no es aplicable a todos los proyectos por igual.

Por supuesto, el círculo de Olivos no desconoce el malestar que provoca la recreación del discurso contra la “casta” entre mandatarios negociadores y hasta cercanos por convicción o conveniencia al mileismo: rechazan ser incluidos todos en “la misma bolsa”, sostienen que la mayoría de las provincias hizo ajustes -de mayor o menor profundidad- y se quejan por las dificultades para garantizar el cumplimiento de compromisos, entre otras razones por las diferencias entre interlocutores. Suman últimamente el papel de operadores con historia de “casta” en el reducido círculo de Karina Milei.

Esas tensiones en el oficialismo, que por momentos erosionan al jefe de Gabinete y corrieron de este terreno a Santiago Caputo, impactan en la relación directa con la oposición. En el caso de Diputados, crecieron las cargas o cuestionamientos contra Martín Menem, no sólo del peronismo/kirchnerismo. Abundan también especulaciones sobre jugadas internas. La situación es más delicada en el Senado, por el quiebre sin retorno del Presidente con Victoria Villarruel y la falta de un jugador con capacidad decisiva en las filas libertarias para manejar la Cámara, algo que se agudizó por la crisis en la relación con los gobernadores.

¿Qué puede pasar en estas semanas de vacaciones legislativas? ¿Servirán para descomprimir o sólo postergarán batallas? Son interrogantes cruciales para Olivos. Agosto viene con sus propias cargas: es el mes para anotar alianzas y listas de candidatos, camino al desafío nacional de octubre.