
El crecimiento de la economía digital es tan acelerado como inevitable. Vivimos una transformación profunda que ya impacta en nuestra vida cotidiana y en los sistemas productivos, impulsada por tecnologías como Big Data, IoT e inteligencia artificial. Pero detrás de cada aplicación, cada algoritmo y cada decisión automatizada hay un componente invisible que lo hace posible: la energía.
Según proyecciones internacionales, hacia 2050 el consumo energético asociado a los data centers podría alcanzar los 70 TWh, una cifra difícil de imaginar. Para ponerlo en perspectiva: se trata de una demanda que podría superar la del consumo eléctrico total de varios países medianos. Esta nueva demanda energética no surge de la nada, sino de la digitalización creciente y el auge de tecnologías como el Big Data, el IoT y, por supuesto, la inteligencia artificial.
Un cambio acelerado y sin precedentes
La velocidad de adopción de estas tecnologías es asombrosa. ChatGPT alcanzó los 100 millones de usuarios en solo dos meses, lo que a Internet le llevó siete años. Pero incluso eso ya parece lento: Dipseek lo logró en apenas 20 días. Este crecimiento vertiginoso se traduce en una necesidad urgente de más y mejores infraestructuras digitales, con una característica esencial: deben ser energéticamente eficientes y resilientes.
El desafío más visible es el aumento en la demanda energética de los data centers, que actualmente destinan el 13% de su consumo a inteligencia artificial, pero se proyecta que esa cifra llegue al 40% en apenas cinco años. Esto se debe a que los modelos de IA, en especial durante su etapa de entrenamiento, demandan enormes cantidades de energía en tiempos cortos y con cargas variables. Esto exige infraestructuras más flexibles, eficientes y resilientes.
Un ejemplo concreto: la reconversión de los data centers
Muchas empresas están comenzando a rediseñar sus centros de datos para soportar estos nuevos requerimientos. En lugar de construir todo desde cero, se avanza hacia modelos híbridos, donde los espacios existentes conviven con nuevos módulos diseñados específicamente para IA. Hoy, se estima que el 60% de los nuevos edificios de data centers incluirán infraestructura adaptada a estas tecnologías, aunque no de forma exclusiva.
Esto plantea, además, un desafío en la formación del talento humano. No solo hacen falta ingenieros en sistemas, sino operadores con conocimientos eléctricos, digitales y de automatización que puedan trabajar en estos entornos complejos. En otras palabras: necesitamos formar a las personas que harán posible el futuro.
La oportunidad para Argentina y la región
En este contexto, Sudamérica, y especialmente Argentina, tienen una oportunidad única. Nuestro acceso a fuentes limpias y renovables -eólica, solar, hidroeléctrica- nos posiciona como una región estratégica para el desarrollo de infraestructuras digitales sostenibles. Porque no se trata solo de crecer, sino de hacerlo de forma responsable. El futuro energético de la IA no puede construirse quemando más combustibles fósiles, sino impulsando la transición hacia energías verdes y adicionales.
Desde Schneider Electric, venimos analizando esta evolución de cerca. En nuestros últimos estudios globales -el más reciente de julio de 2024- observamos cómo en apenas seis meses la curva de crecimiento de la demanda energética de los data centers se volvió aún más pronunciada. Lo que antes se proyectaba a largo plazo, hoy ya está ocurriendo.
El dato es claro: se estima que el mercado de consumo energético de los data centers crecerá en más de 150 GWh. Si queremos acompañar este crecimiento, las soluciones deberán ser más digitales, electrificadas y eficientes. Y esa transformación debe empezar ahora.
El futuro no espera. La revolución de los datos y la inteligencia artificial ya está en marcha. La pregunta es si vamos a acompañarla con la infraestructura, la energía y el talento que exige.
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