
Del populismo que los parió a todos
El caso Petersen/Eton nos remonta a una desdichada serie de hechos que comenzaron en 2008: sospechado ingreso de los Eskenazi como socios en YPF bajo el amparo del kirchnerismo; expropiación del 51% de las acciones de Repsol; pago a Repsol; venta del potencial reclamo de los Eskenazi en la quiebra de sus sociedades españolas al Fondo Burford Capital por solo 15 millones de euros.
Ese reclamo dio lugar a un fallo de la jueza Loretta Preska, del Tribunal del Distrito Sur de Nueva York, que condenó al Estado argentino a pagar más de USD 16.000 millones a los fondos demandantes, tras 8 años de litigio. Durante ese tiempo, tres gobiernos kirchneristas y el gobierno macrista lidiaron con el desarrollo y la defensa del caso. El fallo llegó en septiembre de 2023, casualmente, un mes antes de las elecciones nacionales.
Tres meses después, asume el gobierno de Javier Milei, con la responsabilidad de recoger el guante y ejercer la defensa del Estado Nacional. La nueva gestión hereda, junto al caso YPF, casi USD 30.000 millones en pasivos judiciales. Como tantos otros problemas heredados, esto es el resultado de décadas de populismo, corrupción y políticas públicas estatistas que han distorsionado el rol del Estado en la economía.

Solo un necio muestra sus cartas
Las causas judiciales que enfrenta Argentina en el exterior conforman una constelación compleja de litigios. Muchos son simultáneos, pueden influirse entre sí, y requieren máxima cautela por cuestiones de confidencialidad y estrategia.
Frente a un fondo buitre que busca ejecutar miles de millones de dólares, ¿quién, en su sano juicio, adelantaría el contenido de una apelación para que circule en los medios? ¿Quién mostraría sus cartas antes de jugar, sabiendo que eso pone en riesgo la defensa soberana de la Argentina sobre sus pasivos y activos?
Este tipo de litigios representa una carga extraordinaria para el país. Aunque las decisiones que los originaron fueron tomadas en el pasado, hoy no responden los responsables, sino todos los argentinos. Ante este escenario, la Procuración del Tesoro tiene una misión clara: planificar, coordinar y ejecutar la defensa legal de la República Argentina ante los tribunales extranjeros e internacionales y así proteger el esfuerzo y el futuro de todos los ciudadanos.

Los peores buitres son los de adentro
La Argentina enfrenta reclamos multimillonarios por decisiones tomadas por gobiernos anteriores. Muchos de esos juicios ya tienen sentencia firme —aunque siguen impagos— y otros aún están en trámite.
La seriedad de este escenario exige extremar el cuidado de la información. Sin embargo, hay quienes buscan que esto fracase: políticos, periodistas, operadores jurídicos, todos con intereses propios. Pero los peores buitres son los vende patria. Algunos buscan quedarse con parte del botín. Otros se pasean por medios y redes rasgándose las vestiduras por fracasos que ellos mismos generaron.
No hay espacio para traidores. Y, sin embargo, la opinión pública les ofrece micrófonos, los sienta como expertos en los barcos que ellos mismos hundieron.
Los ex funcionarios, los expertólogos internacionales, los “opinadores” de siempre, los operadores mediáticos y la vieja corporación política no inciden ni decidirán lo que ocurra en tribunales extranjeros. Todos parecen tener hoy la fórmula mágica o la “bala de plata”, pero lo único que dejaron es una sentencia condenatoria por USD 16.000 millones más intereses.
Fallaron durante 13 años en resolver este conflicto. Fracasaron en su momento. Hoy, solo entorpecen un proceso técnico y estratégico que requiere seriedad. Les toca llamarse a silencio y dejar trabajar a quienes tienen la competencia y están al frente de esta batalla legal.
No paran de hacer daño
En el escrito que presentó ayer Petersen se citan textuales de una conferencia de Axel Kicillof y su diatriba contra la decisión de la jueza Preska en la conferencia que dio la semana pasada. Una vez más, siguen haciendo daño. Alimentan a los buitres con la mano.

La Casa Rosada, la Procuración del Tesoro y el secretario de Justicia, Sebastián Amerio, han trabajado codo a codo y bajo un hermetismo inédito. Gracias a ello, se logró responder en tiempo récord la orden de turnover de Preska, solicitando la suspensión en tan solo 24 horas.
No hay espacio para operaciones políticas ni para egos personales. No es la vieja política. No hay internas, no hay chicanas, hay un equipo con objetivos comunes.
Eso desconcierta. Eso molesta. Porque es una forma de gobernar que no se había visto antes en la Argentina.
Y la verdad es que ya no hay tiempo. Si no se actúa con responsabilidad, iremos perdiendo soberanía. El momento es ahora, y es acá.

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