Argentina: de lo que fuimos a lo que somos

Una comparación histórica muestra cómo distintas naciones superaron a la Argentina en generación de riqueza mediante apertura económica, estabilidad y respeto por la iniciativa privada

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En la década del 40,
En la década del 40, Argentina tenía un ingreso per capita que superaba al de España en un 109%, en 2022 España tenía un ingreso per capita que era casi el 87% mayor al de Argentina (Foto: Reuters)

Décadas atrás, cuando a los economistas nos pedían que diésemos ejemplos de países que hubiesen progresado con políticas promercado y con fuerte integración al mundo, teníamos a mano 2 ejemplos concretos. Por un lado, el milagro alemán luego de la Segunda Guerra Mundial, gracias a las políticas implementadas por Ludwig Erhard, y el otro caso era el de Japón de post guerra.

Ambos países apuntaron sus economías al comercio exterior. Es decir, además de adoptar de políticas promercado, lejos estuvieron de intentar la locura de la sustitución de importaciones.

Pero con el correr de los años, los economistas tenemos muchos ejemplos para mostrar de economías que salieron del atraso y lograron crecer al punto tal que nos han superado.

Alemania y Japón basaron su desarrollo orientando sus economías al comercio exterior, con políticas promercado y lejos de la sustitución de importaciones

En el caso de España, luego de la muerte de Franco en 1975. Adolfo Suárez, apoyado por el rey Juan Carlos, inicia un proceso de reforma política e integración al mundo que ni Felipe González, que venía del socialismo más virulento, se animó a modificar el rumbo y continuó con la integración económica a la UE.

Tomando los datos de Angus Maddison, en la década del 40, Argentina tenía un ingreso por habitante que superaba al de España en un 109%, en 2022 España tenía un ingreso per capita que era casi el 87% mayor al de Argentina, tras harber comenzado a superarla a mediados de la década del setenta.

Otro ejemplo que puede tomarse es el de Irlanda. En los 80 decide llevar a cabo grandes transformaciones económicas e integrarse al mundo. En la década del 40 nosotros teníamos un ingreso per capita que era casi un 36% más alto que el irlandés. En 2022 Irlanda tenía un ingreso per capita que era un 229% más alto que el nuestro.

Chile, con sus profundas reformas promercado, con un sistema de jubilaciones privados que en Argentina tiene pánico de hablar y defender, nos pasó como alambrado caído. Entre la década del 40 y 2022 su PBI per capita aumentó 339% y el nuestro 175%-, lo superó después de la crisis de la convertibilidad, a fines de 2001 principios del año siguiente.

Subestimación de pequeños países

Recuerdo que allá por los 70, los 80 y los 90, solía hablarse con cierto sarcasmo de las economías de Taiwán, Corea e incluso de Hong Kong. En general del sudeste asiático. Nuestros ignorantes políticos decían que importábamos chucherías de esos países que producían con salarios de pobreza. Hablaban del dumping social, es decir que exportaban barato porque tenían a sus trabajadores en condiciones de explotación. Por eso había que frenar las importaciones y cerrarse al mundo.

En 2022, siempre según datos de Angus Maddison, Taiwan tiene un PBI por habitante que supera al argentino en 190%, Corea en 126%, Singapur en 339% y Hong Kong en 164 por ciento.

Argentina, al abrazar el populismo corrupto, despreció al mundo y en vez de generar condiciones para mejores puestos de trabajo y con mayor remuneración, desarrolló la industria del subsidio y el proteccionismo. Legiones de personas viviendo sin trabajar y a costa de lo que otros producen.

Como eso tiene un costo, llevaron los impuestos hasta niveles asfixiantes destruyendo aún más la generación de riqueza. Eso sí, lo políticamente correcto consistía en decir que la gente tiene derecho a vivir sin trabajar y costa del trabajo ajeno.

Para los populistas lo políticamente correcto consiste en decir que la gente tiene derecho a vivir sin trabajar y costa del trabajo ajeno

Con los datos anteriores no hace falta inventar nada nuevo para salir adelante. Solo copiar lo que hicieron los países que nos pasaron como poste. Disciplina fiscal, disciplina monetaria, respeto por los derechos de propiedad, legislación laboral que incentive a las empresas a contratar gente e integrarnos al mundo.

Es más, ni siquiera hay que copiar a los otros países. Podemos copiarnos a nosotros mismos revisando nuestra historia, cuando la genial generación del 80 hizo de este desierto un país próspero que apuntó a ser uno de los más ricos del planeta. ¿Cómo? Integrándonos al mundo, recibiendo inversiones y sin planes sociales. Los inmigrantes no venían en busca de un plan social, venían a trabajar.

En su artículo 14 la
En su artículo 14 la Constitución Nacional garantiza: “la libertad de trabajar y ejercer cualquier industria lícita, de navegar y comerciar (Foto Shutterstock)

Se dice que los inmigrantes se los explotaba cuando venían a trabajar a la Argentina. La realidad es que si venían y se quedaban y, además, con su esfuerzo construyeron sus casas, formaron una familia, le dieron educación a sus hijos y prosperaron, no fueron explotados, solo se dedicaron a aprovechar las condiciones institucionales que brindaba la Constitución Nacional.

En particular en su artículo 14 la Constitución Nacional garantiza: “la libertad de trabajar y ejercer cualquier industria lícita, de navegar y comerciar, de peticionar a las autoridades, de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino, de publicar ideas por la prensa sin censura previa, de usar y disponer de la propiedad, de asociarse con fines útiles, de profesar libremente el culto, y de enseñar y aprender”.

El secreto de la prosperidad es tan sencillo como decir que la gente tiene que trabajar, que nadie tiene derecho a vivir a costa del trabajo ajeno y que el Estado no tiene que entorpecer a los que trabajan

En definitiva, el secreto de la prosperidad es tan sencillo como decir que la gente tiene que trabajar, que nadie tiene derecho a vivir a costa del trabajo ajeno y que el Estado no tiene que entorpecer a los que trabajan.

Mucho misterio no hay para descubrir cómo hacemos para salir de esta larga y deprimente decadencia. Poder salir se puede. Pero hay que convencerse que para progresar hay que trabajar y no vivir del empleo público y planes sociales.