
Hace unas semanas se viralizó en Twitter un gráfico del buen economista Amilcar Collante. En él se apreciaban, por un lado, todos los dólares que venía generando el sector energético de Argentina. Por el otro, todos los que estaban yéndose en concepto de turismo.
En cuanto al número, el registro indicaba que Argentina acumulaba un saldo acumulado positivo, desde enero de 2024 a abril de 2025, de USD 5.940 millones, mientras que “Turismo y Consumos con tarjeta en moneda extranjera” arrojaba un saldo negativo de USD 9.300 millones.
Al tuit de Collante le llovieron las reacciones, muchas de ellas de preocupación. Tal vez lo que sintetizó al bando de los preocupados fue la frase de un periodista que tituló: “Nos estamos consumiendo Vaca Muerta en viajes a Miami y Brasil”.
El mensaje se envió con emojis de sirenas rojas, indicando que los datos mostrarían la senda peligrosa e insostenible en donde estamos metidos.
¿Será esto así? A continuación, tres razones por las que la alarma no tiene mucho fundamento:
Rémora mercantilista
En primer lugar, no tiene mucho sentido mirar cuántos dólares entran y cuántos dólares salen del país. De hecho, se trata de una rémora de tiempos anteriores a Adam Smith, cuando los países creían que iban a ser más ricos si acumulaban metales preciosos. En la época del mercantilismo, los países buscaban hacerse de estos metales restringiendo todas las salidas de oro. Es decir, restringían fuertemente las importaciones. En la actualidad esto es como si restringieran importar bienes para que los dólares no se vayan… cosa que hizo frecuentemente el kirchnerismo.

Adam Smith llegó a la escena en el Siglo XVIII y pidió por la liberación del comercio, sosteniendo algo que luego se transformaría en el sentido común de la economía: que la riqueza no era el oro y la plata (o, en su versión actual, tener un saldo de dólares favorable), sino la capacidad de producir para poder consumir.
En definitiva, las personas estamos mejor en la medida que mejor satisfacemos nuestras necesidades, y éstas se satisfacen consumiendo bienes y servicios, para lo cual primero hay que producir algo para entregar a cambio.
En este marco, el turismo es un consumo que satisface necesidades y, si el mismo reporta utilidad a quienes lo consumen, entonces bien gastados están los dólares.
Industria versus campo
En segundo lugar, si de mirar dólares que entran un concepto y que salen por otro, utilizando la misma base de datos del gráfico viral, podemos llegar a otro como el que sigue:

Allí puede verse que, gracias al agro y al sector productor de alimentos y bebidas, ingresaron al país desde enero de 2024 USD 13.000 millones netos. Por otro lado, también podemos ver que se fueron USD 15.600 millones por la actividad de la industria.
Siguiendo la lógica anterior: ¿tenemos que encender las alertas porque la plata del agro se dilapida en los insumos para la industria? No.
Es que no existe tal dilapidación. Lo que ocurre es que los empresarios del agro producen y venden al extranjero y luego traen sus dólares que venden para consumir en el país. Por otro lado, los industriales producen y venden mayormente para el mercado interno, para lo cual deben comprar insumos importados.
Todo esto sucede en un mercado libre y voluntario, donde cada uno hace lo que quiere con su propiedad privada.
Lo mismo aplica al caso “Vaca Muerta vs. Turismo”. Unas personas exportan energía, venden los dólares resultantes, y otros, que quieren viajar al extranjero, previo producir algo de valor para la sociedad, toman sus pesos y los cambian por dólares para irse al extranjero a consumir.
Punto. Ningún problema.
Déficit turístico, señal de normalidad
No es la primera vez que se miran con preocupación los datos de la balanza turística deficitaria de Argentina. Pero tal vez aquí haya un tema estructural, digamos. Acaso simplemente los argentinos que viajen al exterior sean siempre (o casi siempre) más que los viajantes extranjeros que quieren visitar Argentina. Pero esto no tiene por qué ser ningún problema, así como no es ningún problema que haya más exportadores de carne argentinos que les vendan a los consumidores ingleses de lo que hay productores de carne ingleses que le vendan a los consumidores de carne argentinos.
Algunos países se especializan en una cosa, otros en otra, y no hay ningún problema con que no seamos una potencia turística a nivel mundial.
Dicho esto, entonces tal vez sea “lo normal” que la balanza turística de Argentina sea deficitaria en lugar de lo contrario. Veamos, de acuerdo con los datos que publica el Banco Central entre 2017 y 2025 la balanza turística nunca arrojó un saldo positivo.
¿Está mal esto? Bueno, a juzgar por los hechos, mal estuvimos cuando estalló la crisis cambiaria en 2018, que se profundizó cuando Alberto Fernández ganó en 2019, y tras ello se redujo el saldo negativo de la balanza turística.

Ahora, antes de dichos eventos, el dólar costaba 20 pesos, la inflación era 25% anual y la pobreza estaba debajo de 30%. Una vez que el dólar saltó, voló la inflación, cayó la economía y saltó la pobreza. ¿No era mejor tener un déficit turístico más grande?
Si vamos a datos del balance de pagos internacionales, que publica Indec, se observa algo similar: el resultado de la balanza turística es casi siempre negativo, pero el rojo se reduce cuando llega la crisis de 2001.
Balanza turística y crisis económicas
Muchas de las preocupaciones por este déficit podrían tener un origen legítimo aquí. Dado que siempre que hay un “gran” déficit turístico, este se reduce con una crisis macroeconómica, no es difícil pensar que el déficit fue la causa de la crisis.
¿Pero qué tal si la explicación es diferente? Antes de la crisis, Argentina era un país que se percibía predecible, estable, y entonces llegaban los dólares necesarios para permitir que consumiéramos en viajes a Brasil, Miami, etc. Sin embargo, cuando el país deja de ser predecible producto de sus malas políticas económicas, entonces la generación o llegada de dólares se reduce y, en consecuencia, se reducen las posibilidades de los argentinos de viajar al extranjero. Entonces, finalmente, se reduce el déficit turístico.
Si esto es así, se trata de un giro de 180 grados en la forma de ver las cosas. En la primera, la causa del problema son los viajes a Miami, en la otra, viajar a Miami es una mera consecuencia de que la economía funcione medianamente bien.
Para ir cerrando, es esperable hacia adelante ver que la balanza turística sea negativa y acaso crecientemente negativa. Pero, siempre y cuando estemos generando los dólares para financiarla de manera sostenible, con Vaca Muerta, con los dólares de la soja, con Inversiones Extranjeras, o con préstamos pagables del extranjero, no hay nada de que preocuparse.
De hecho, se tratará de un síntoma más de la normalización de la economía argentina, que todos esperan que ocurra gracias a la nueva política económica comenzada a fines de 2023.
El autor es Investigador Asociado del centro FARO de la Universidad del Desarrollo (Chile), profesor universitario de Economía y consultor de empresas
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