
La Argentina es uno de los países con mayor disponibilidad de gas natural a nivel mundial. Tenemos recursos para abastecer por 160 años no solo al mercado interno, sino también la exportación regional; sumando GNL tenemos reservas para los próximos 60 años y muchas reservas por descubrir. Podemos recuperar un rol exportador a escala regional y además, global. Sin embargo, con tener el recurso no alcanza: se requiere reglas claras, inversiones concretas y competencia efectiva.
En este sentido, la Revisión Quinquenal Tarifaria (RQT) marca un punto de inflexión. La definición de tarifas previsibles, obligaciones de inversión y mecanismos de control mejora el funcionamiento del sistema actual y propone pensar el gas como un motor de desarrollo territorial y productivo. Más de 4 millones de hogares argentinos no cuentan con gas natural y buena parte de nuestro territorio todavía no cuenta con un servicio seguro, eficiente y competitivo: tenemos mucho por hacer en este quinquenio.
Sobre esta base, el proyecto “Argentina LNG” cobra un protagonismo estratégico clave. Se trata de un conjunto de iniciativas destinadas a industrializar nuestro gas natural para transformarlo en un producto exportable a cualquier punto del globo: el gas natural licuado o GNL. Este proceso consiste en enfriar el combustible a aproximadamente -160 °C, reduciendo su volumen unas 600 veces.
El GNL abre la puerta a mercados globales, una ventaja significativa para el país. Los principales actores de la energía argentina llevan adelante negociaciones que se están llevando adelante con Europa y Asia. En ese mercado global de más de 400 millones de toneladas por año (MTPA) aportan más del 70 % del GNL países como Estados Unidos, Qatar, Australia, Rusia, Malasia e Indonesia. Se prevé que el mercado crecerá a unas 700 MTPA para 2050. Argentina pretende sumarse con unas 30 MTPA. Para ganar un espacio, el GNL Argentino tiene que ser igual o más competitivo que el de Estados Unidos. La situación geopolítica podría ofrecer una oportunidad interesante para nuestro país, lejos de las zonas de conflicto.
El potencial económico de esta oportunidad es enorme. Si se logran concretar los proyectos en marcha, se podría alcanzar exportaciones de hasta 30 mil millones de dólares anuales en LNG, con un fuerte impacto en el ingreso de divisas y la balanza comercial.
Junto con este gran desafío exportador, Argentina debe retomar la senda de transparencia, competitividad y libre mercado de gas interno. Mucho se está corrigiendo, mucho queda aún por delante. Debemos apuntar a un ecosistema energético lo más robusto y claro posible, que asegure a todos los usuarios la libertad de elegir el proveedor que le brinde el servicio de gas natural que cubra su necesidad del modo más seguro y competitivo.
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