Tierra del Fuego: la vaca atada o cómo sacar ventaja de los demás

La ley de promoción industrial sancionada en 1972 por razones geopolíticas genera distorsiones que encarecen la vida de millones, aun cuando sus motivos originales han perdido vigencia en el contexto actual

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Planta de producción instalada en
Planta de producción instalada en Tierra del Fuego

En 1972 durante el gobierno del general Lanusse se promulgó una ley que otorgaba una exención casi total sobre los impuestos nacionales y aranceles aduaneros a las actividades realizadas en Tierra del Fuego. Los motivos de la sanción de esta ley fueron geopolíticos, especialmente tuvieron en cuenta los conflictos limítrofes con Chile. Mediante el impulso al desarrollo de Tierra del Fuego se buscaba atraer población y hacer más difícil cualquier intento de expansión de nuestros vecinos. La ley original preveía su revisión luego de 10 años.

Hoy, 53 años después, los beneficios siguen en vigor aun siendo muy obvio que las razones de la creación del régimen ya no están vigentes. La población, desde 1972, se multiplicó por 14 y no existen conflictos limítrofes con Chile. A pesar de eso, los fueguinos y, especialmente, las empresas instaladas allí siguen teniendo privilegios impositivos que el resto de los argentinos no tiene. No solo eso, se han creado otros gravámenes (mayores aranceles e impuestos internos principalmente) para que sea prácticamente imposible desarrollar algunas industrias, especialmente la de ensamblado de electrónicos, fuera de la isla. Esto deja a los consumidores de todo el país a la merced de un par de productores.

Son bienvenidas las exenciones impositivas, especialmente cuando no crean ventajas de unos sobre otros, pero son inaceptables los beneficios en perjuicio de algunos. En el régimen impositivo aplicable a Tierra del Fuego hay una combinación de menos impuestos para los isleños y palos en la rueda para el resto del país. Esta conjunción respecto a los electrónicos creó una valla insuperable que convertía el mercado argentino en un coto de caza para unos pocos. Con la excepción de los privilegiados que podían viajar, todos los argentinos teníamos que pagar un precio de hasta el doble del de otros países por nuestros electrónicos. Esta es la mismísima definición de tener una vaca atada: los argentinos somos la vaca que no se puede escapar para que un par de empresas nos ordeñen a su antojo.

Ahora no ha modificado el régimen de exenciones. Lo que el gobierno ha realizado es emparejar un poco la cancha reduciendo algunos impuestos para el resto de los consumidores. Volviendo a la analogía, ha bajado la altura del cerco y esto le da a la vaca la posibilidad saltar un alambrado que ahora es más bajo. Como resultado de este cambio probablemente se verán afectados los trabajadores de estas empresas, unos 7000, pero sin duda se verán beneficiados los otros 45 millones de argentinos.

A los fueguinos no les hace falta meter la mano en el bolsillo de los demás para ser prósperos, es la segunda provincia en PBI per cápita de la Argentina. Tierra del Fuego tiene innumerables oportunidades para desarrollarse: turismo, energía, salmonería, servicios a distancia, minería de criptomonedas, esquí, pesca y muchas otras. Es hora de que concentren sus esfuerzos en hacer lo que saben hacer bien y no en seguir ordeñándonos al resto de la población.

Los beneficios para algunos no deben ser en perjuicio de los demás.