
Resaltamos a continuación algunos aspectos del primer Discurso del papa León XIV al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede del pasado viernes 16 en la Sala Clementina del Vaticano en el cual define algunas de sus líneas de acción pontificia.
Intensificar la misión evangélica de la Iglesia
“…la Santa Sede está animada por una urgencia pastoral que la impulsa no a buscar privilegios sino a intensificar su misión evangélica al servicio de la humanidad.”
No a la indiferencia
Ésta (la misión)… “combate la indiferencia y apela continuamente a las conciencias, como ha hecho incansablemente mi venerado Predecesor, siempre atento al clamor de los pobres, los necesitados y los marginados…”.
Y agrega, “…como a los desafíos que caracterizan nuestro tiempo, desde la protección de la creación hasta la inteligencia artificial .”
Alude el Santo Padre a la cuestión de la ecología integral (según Francisco en su enc. Laudato sí) y al gran tema actual de la tecnología.
Prosigue el papa León diciendo: “Además de ser un signo concreto de la atención que sus países reservan a la Sede Apostólica, la presencia del Cuerpo Diplomático hoy es para mí un don” .
Don como regalo que recibe con alegría.
“Por medio del constante y paciente trabajo de la Secretaría de Estado, intento consolidar el conocimiento y el diálogo con ustedes y con sus países, muchos de los cuales he tenido ya la gracia de visitar a lo largo de mi vida, especialmente cuando fui Prior General de los Agustinos. Confío en que la Divina Providencia me conceda tener en el futuro ocasión de encontrarme con las realidades de las que ustedes provienen, permitiéndome acoger las oportunidades que se presenten para confirmar en la fe a tantos hermanos y hermanas dispersos por el mundo y construir nuevos puentes con todas las personas de buena voluntad.”
Después de aludir a su experiencia, resalta su “intención de consolidar el conocimiento y el diálogo con ustedes los representantes y con sus países. Y pide la ayuda de Dios para aprovechar las oportunidades que se presenten para: confirmar en la fe a tantos hermanos y hermanas dispersos por el mundo y construir nuevos puentes. Con todas las personas de buena voluntad… “.
Como su antecesor, nuestro querido papa Francisco, León XIV tiene el propósito de ser un papa viajero y constructor de puentes y lo que no es baladí se encarga de señalar que sus fuentes serán su propia experiencia, el diálogo y los nuevos conocimientos que surjan del mismo.
II.- En la segunda parte de su discurso el Santo Padre León XIV dice:
“En nuestro diálogo, tres palabras clave que constituyen los pilares de la acción misionera de la Iglesia y de la labor de la diplomacia de la Santa Sede.”
1) La primera palabra es “paz”.
“La paz no es mera ausencia de guerra o de conflicto. No es una simple tregua…(el conflicto o la guerra no es) …como las brasas que arden bajo las cenizas, prontas a reavivarse en cualquier momento”.
“En la perspectiva cristiana…es el primer don de Cristo: «Les doy mi paz» (Jn 14,27). Pero es un don activo, apasionante, que nos afecta y compromete a cada uno de nosotros, independientemente de la procedencia cultural y de la pertenencia religiosa, y que exige en primer lugar un trabajo sobre uno mismo. La paz se construye en el corazón y a partir del corazón, arrancando el orgullo y las reivindicaciones, y midiendo el lenguaje, porque también se puede herir y matar con las palabras, no sólo con las armas.”
Aquí -decimos nosotros- el Santo Padre nos enseña que la paz procede de nuestro interior, el de cada uno de nosotros que debe ser trabajado, en el corazón, en los sentimientos y en la inteligencia y es así que la paz interior nos conduce al diálogo y al lenguaje indicado para llegar al con-sentimiento y alejarnos del dis-sentimiento.
“En esta óptica -prosigue diciendo el Santo Padre León XIV-considero fundamental el aporte que las religiones y el diálogo interreligioso pueden brindar para favorecer contextos de paz.”
El diálogo interreligioso -agregamos por nuestra parte- es el diálogo llevado a cabo a la luz de la fe de por cada una de las personas que profesan distintas religiones en búsqueda de la paz, búsqueda de acuerdos conceptuales y prácticos para vivir en paz. La paz en nuestros corazones es menester para manifestar e infundir compromisos de paz entre los pueblos. Miles de gestos y acciones en esa dirección hicieron los últimos papas partiendo de las propias palabras de Jesús recordadas por el actual papa León. Por ejemplo, las hubo entre el papa Francisco y el jefe espiritual de los musulmanes shiítas, imán Alí al Sistani en santa de Nayaf en marzo de 2021, de cuyo diálogo surgieron declaraciones de ambos a favor de que cristianos e iraquíes vivan en paz. Es de hacer notar que el imán, de 90 años, cualquiera sea el rango del visitante, permanece sentado y muy serio. Pero cuando ingresó Francisco se puso de pie para recibirlo, gesto inédito que tocó el corazón del líder católico y conmovió a la comunidad shiíta. Recordemos también que en el año 2019 el Papa firmó en Abu Dhabi un memorable documento común sobre la fraternidad humana econ el más importante líder de la mayoría sunnita musulmana, el imán Ahmed al Tayeb, de la Universidad Al Azar del Cairo. Igualmente trascendente fue el extenso diálogo que mantuvieron en el mes de mayo del 2014 en la casa presidencial el papa Francisco y el presidente Shimón Péres en Jerusalén. En la ocasión -posteriormente al diálogo a puertas cerradas- compartimos la ceremonia, en los jardines de la residencia donde hicieron uso de la palabra el mandatario israelí y el papa argentino. Fueron expresiones de dos grandes inteligencias y de dos grandes corazones que luchaban por un destino común de paz en Medio Oriente.
“El sueño de Dios -dijo el papa Francisco- es que la familia humana sea hospitalaria y acogedora con todos sus hijos y que camine en paz” - tercer discurso en su visita a la Casa de Abraham, ciudad de Ur, Irak, marzo, 2021.
Prosigue diciendo el papa León XIV a los embajadores de los países acreditados ante el Vaticano:
“Esto exige también una sincera voluntad de diálogo, animada por el deseo de encontrarse más que de confrontarse. En esta perspectiva es necesario revitalizar la diplomacia multilateral y esas instituciones internacionales”
A este respecto en la misma línea trazada hoy por el papa León XIV puede leerse en la web el discurso dado personalmente por el papa Francisco ante la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York 25 septiembre 2015. Tuvimos el honor de ser testigos del sostenimiento por parte de Francisco de ambos propósitos que enuncia el pontífice actual. concluyó con los versos del Martín Fierro apelando a la unidad de los diplomáticos por la paz. Muchos aplausos lo interrumpieron. En la ovación y los aplausos cerrados y de pie durante diez minutos al fin de su mensaje por parte de todos estaba el reconocimiento a alguién que dice la verdad y el deseo de seguir la ruta de la verdad. La utopía de la reforma de la Carta de las Naciones Unidas y la modificación del Consejo de Seguridad hacia una mayor democracia internacional estaba presente.
El plan mundial de un verdadero desarme
“(La paz exige) también la voluntad de dejar de producir instrumentos de destrucción y de muerte, porque, como recordaba el Papa Francisco en su último Mensaje Urbi et Orbi, «la paz tampoco es posible sin un verdadero desarme [y] la exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme».
2) La segunda palabra es “justicia”
“La segunda palabra es justicia. Procurar la paz exige practicar la justicia… he elegido mi nombre pensando principalmente en León XIII, el Papa de la primera gran encíclica social, la Rerum novarum. En el cambio de época que estamos viviendo….entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas. Es necesario, además, esforzarse por remediar las desigualdades globales, que trazan surcos profundos de opulencia e indigencia entre continentes, países e incluso, dentro de las mismas sociedades.”
Recordemos que la encíclica Rerum novarum del 15-05-1891 respondió a la realidad de los nuevos tiempos de la segunda mitad del siglo XIX, posteriores a la segunda revolución industrial en Europa. La aparición de las multitudes de obreros, la irrupción de las máquinas y la acción de los dueños del capital. La explotación de los trabajadores, los abusos cometidos contra su dignidad. El grito de los obreros sometidos a una nueva esclavitud y la llamada “cuestión obrera”. El papa León XIII (1878-1903) asumió el desafío. No se quedó en la crítica del liberalismo y del marxismo, no niega la propiedad privada ni niega la libertad del hombre. Centra su discurso en la defensa de la dignidad del trabajador, de los principios éticos del trabajo, de la justicia social y lo desarrolla en la primer encíclica de lo que será llamado la Doctrina social de la Iglesia. Halla los fundamentos en el Derecho natural. Al igual que el derecho a la propiedad privada a la que tiene que poder acceder el propio trabajador. Inicia una nueva era en la vida de la Iglesia católica. El papa León XIV ha tomado su nombre con el propósito de adaptar aquellos mismos principios a los tiempos actuales. Y esto es lo que ratifica en el discurso que comentamos al decir: “he elegido mi nombre pensando principalmente en León XIII, el Papa de la primera gran encíclica social, la Rerum novarum. En el cambio de época que estamos viviendo….entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas”.
“Es tarea de quien tiene responsabilidad de gobierno aplicarse para construir sociedades civiles armónicas y pacíficas. Esto puede realizarse sobre todo invirtiendo en la familia, fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer…(donde) se tutele la dignidad de cada persona, especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desocupado, sean estos ciudadanos o inmigrantes.”
Este párrafo tiene dos aspectos sobresalientes que nos limitaremos a señalar. Según nuestra opinión, el valor de la familia como núcleo central de la sociedad; que en términos cristianos no se denomina “familia” a una mera agrupación de personas sino exclusivamente a “la unión estable entre el hombre y la mujer”. La segunda cosa es la defensa del “niño por nacer…(reiterando) la del anciano, del enfermo, del desocupado, de los inmigrantes”.
3) La tercera palabra es “verdad”.
“No se pueden construir relaciones verdaderamente pacíficas, incluso dentro de la comunidad internacional, sin verdad”.
“Allí donde las palabras asumen connotaciones ambiguas y ambivalentes, y el mundo virtual, con su percepción distorsionada de la realidad, prevalece sin control; es difícil construir relaciones auténticas, porque decaen las premisas objetivas y reales de la comunicación.”
“Por su parte, la Iglesia no puede nunca eximirse de decir la verdad sobre el hombre y sobre el mundo, recurriendo a lo que sea necesario, incluso a un lenguaje franco, que inicialmente puede suscitar alguna incomprensión. La verdad, sin embargo, no se separa nunca de la caridad, que siempre tiene radicada la preocupación por la vida y el bien de cada hombre y mujer. Por otra parte, en la perspectiva cristiana, la verdad no es la afirmación de principios abstractos y desencarnados, sino el encuentro con la persona misma de Cristo, que vive en la comunidad de los creyentes. De ese modo, la verdad no nos aleja; por el contrario, nos permite afrontar con mayor vigor los desafíos de nuestro tiempo, como las migraciones, el uso ético de la inteligencia artificial y la protección de nuestra amada tierra. Son desafíos que requieren el compromiso y la colaboración de todos, porque nadie puede pensar en afrontarlos solo.”
“Queridos embajadores:
Mi ministerio comienza en el Año jubilar, dedicado de manera particular a la esperanza. Es un tiempo de conversión y de renovación, y sobre todo la ocasión para dejar atrás las contiendas y comenzar un camino nuevo, animados por la esperanza de poder construir, trabajando juntos, cada uno un mundo en el que cada uno de nosotros pueda realizar la propia humanidad en la verdad, en la justicia y en la paz. Espero que esto pueda suceder en todos los contextos, empezando -concluyó su discurso el papa León XIV -por los que más sufren, como Ucrania y Tierra Santa.”
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