
Tras la muerte del papa Francisco, hay un aspecto central en su gestión que será recordado y reconocido: su geopolítica.
Un dato importante para observar la visión del Papa en este ámbito son los cambios en el Colegio Cardenalicio, que elige los pontífices.
Por ejemplo, en 2022 nombró pocos cardenales de origen italiano con derecho a voto (Italia tiene 50 millones de católicos). De este país nombró sólo dos: Oscar Cantoni, obispo de Como, en el norte del país, y Giorgio Marengo. La elección de este último representó casualmente una señal geopolítica importante: es prefecto apostólico de Ulan Bator, capital de Mongolia (nada más que el 0,04% de su población, 1.116 fieles, son católicos). Se trata de un sacerdote misionero que recién cumplió 50 años y fue en su momento el más joven del Colegio Cardenalicio. Una señal geopolítica muy importante, en un país que tiene una ubicación estratégica entre Rusia y China.
Esa elección mostró el creciente interés de Bergoglio por este continente, del cual también es Lázarus You Heung-sik, arzobispo coreano que es titular de la congregación para el clero (los católicos en Corea del Sur son 5,8 millones).
Este interés también se manifestó en la elección de otros dos provenientes de la India (que tiene 11,4 millones de católicos): el arzobispo de Goa y Damao,Filipe Neri Sebastiao de Rosario Ferrao, y Anthony Poola, arzobispo de Hyderabad. También eligió otros dos de este continente: Virgilio do Carmo Da Silva, arzobispo de Dili en Timor Oriental (con 1 millón de católicos y que el Papa visitó en su última gira por Asia) y William Gho Seng Chye, arzobispo de Singapur (con 165.000, también fue visitado en 2024).
Del continente africano nombró dos: Peter Opaleke, arzobispo de Ekwulobia en Nigeria (23,1 millones de fieles), y Richard Kuuia Bawobr, arzobispo de Wa, ciudad de Ghana (2,7 millones).

De los dieciséis cardenales electores designados en 2022 -que elegirán al sucesor de Bergoglio-, los no europeos son once -entre ellos tres latinoamericanos- y los europeos nada más que cinco (no llegan a un tercio). Es decir, que de ellos cinco son europeos, otro tanto de Asia, cuatro del continente americano (tres latinoamericanos y uno de Estados Unidos) y dos de África.
Aunque China ocupa la 16° posición por cantidad de católicos en el mundo (16 millones) y es el segundo de Asia después de Filipinas por cantidad de fieles (100 millones), por razones diplomáticas el Papa no nombró ningún cardenal elector proveniente del país más poblado del mundo. Es que la relación del régimen chino con el Vaticano es tensa y compleja. El gobierno de la potencia asiática promueve un catolicismo disidente que no responde a la orientación del Vaticano.
Hasta la gira asiática de 2024, el Papa había visitado un total de 60 países, 21 de los cuales son europeos. En términos históricos, es la región central para la Iglesia Católica y sede del Papado, pero que ha concentrado sólo un tercio de los países visitados por Francisco ese año. De Asia han sido 17, el 28,3% (India, Corea del Sur y Filipinas, entre otros). De América visitó 12 (20%), incluyendo Estados Unidos y Canadá. De África fueron 10 (16,6%). Claramente, se percibe una visión geopolítica global.
A ello hay que sumar su presencia en distintos encuentros, como el 7° Congreso de Religiones Mundiales Tradicionales que tuvo lugar del 13 al 15 de septiembre de 2022 en Nur Sultan, la capital de Uzbekistán. Este Congreso, que se viene realizando desde 2003, se puso en marcha con motivo del clima de antagonismo entre Occidente y los musulmanes que dejaron los atentados del 11-S en Estados Unidos, y después del segundo encuentro del “Espíritu de Asís”, convocado por Juan Pablo II el año anterior. Ahora, más que nunca, la guerra de Gaza y el riesgo de su regionalización hacen necesarios este tipo de encuentros.
Toda esta estrategia hacia Asia se vio ratificada con la mencionada visita del Papa realizada al continente en septiembre de 2024. La gira de entonces incluyó Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.
Este último viaje del Papa confirmó su concepción geopolítica de que el futuro de la Iglesia Católica, y donde puede crecer en fieles y sacerdotes, estaba en Asia. En Europa -el continente donde más avanza la secularización- están disminuyendo, mientras en las Américas el catolicismo se encuentra estancado.

En cambio, en el 80% de la población mundial que no es occidental (Asia, África y Oceanía) está aumentando en fieles y sacerdotes y no es una tendencia de corto plazo.
En conclusión, es claro que la visión geopolítica del papa Francisco asumió el cambio de eje de poder de Occidente hacia Oriente y, desde el punto de vista geopolítico, ello podría ser decisivo para el futuro de la Iglesia Católica. Quizás por eso las apuestas en Estados Unidos -un método que se utiliza informalmente para predecir tendencias, aunque no tenga que ver con la inspiración del Espíritu Santo- muestran que los dos candidatos con más posibilidades de suceder a Francisco son el europeo Parolin y el filipino Tagle.
Desde un punto de vista ideológico-doctrinario, ambos pertenecen a la corriente renovadora de Francisco, que a través de sus doce años de Papado nombró dos tercios de los actuales cardenales electores. Pero lo que muestra esta elección es la pugna entre el intento de los cardenales italianos de recuperar el control del Vaticano y la tendencia reformista de asumir que el futuro de la Iglesia Católica puede estar más vinculado a Asia, África y Oceanía, que a Europa. En ese sentido, cabe recordar que los últimos tres papas no provinieron de Italia sino de Polonia, Alemania y Argentina, un sentido geopolítico más allá de la fe religiosa.
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