Jorge Bergoglio, “el Loco de Dios” que conocí

La primera vez que hablamos fue por teléfono. Él se contactó cuando yo estaba en la cárcel, como solía hacer -supe despúes- con muchos otros detenidos

Guardar
Papa Francisco
Papa Francisco

“Pues hay un antiguo relato del que nos hemos acordado, que dice que llegan allí desde aquí, y que de nuevo regresan y que nacen de los difuntos. Pues si eso es así, que de nuevo nacen de los muertos los vivos, ¿qué otra cosa pasaría, sino que persistirán allí nuestras almas?” (Sócrates, Fedón, diálogos platónicos, 70c-d en La muerte de Sócrates, Romano Guardini, pág. 227, Ed. Palabra, Madrid, 2013).

Francisco dijo: “¡Cuántos de nosotros merecemos tal vez la condena! Y también sería justo. Pero Él perdona. ¿Cómo? Con la misericordia…(Iglesia de Santa Ana, 17 de marzo 2013, Vaticano).

“He aquí que yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21,5), les dijo: “Dios quiere esto, todo lo que no es nuevo pasa. Dios es novedad. Siempre el Señor nos da novedad” (Disc. de Su Santidad papa Francisco a la 1ra Jornada Mundial de los Niños, 2024).

Tras haber sido juez conocí al “Loco de Dios”<b> </b>

-Bernasconi, tiene un llamado telefónico de Monseñor Bergoglio-, me dijo un gendarme.

El arzobispo de Buenos Aires llamó por teléfono a la cárcel donde estaba el suscripto, como lo hacía -según supe después con tantos seres minúsculos como yo- y así nos comunicamos por primera vez.

Me dijo: “Le conocía porque Alicia me habló mucho de Usted y por los medios de prensa claro…¿cómo está?

-Estoy muy bien -le contesté- es un lugar donde hay un trato muy civilizado y no somos más de diez los que estamos aquí detenidos, además estoy rodeado de economistas, entre ellos dos ex ministros de Economía y un viceministro…también aprovecho para estudiar, caminar y enchastrar algunos papeles con pintura…”

Y después de conversar sobre algunos amigos comunes nos despedimos y me dijo que me volvería a llamar.

Era un tiempo en el que el mercado del narcotráfico y del narcomenudeo en la costa había sido herido.

Y efectivamente pronto hubo una segunda conversación telefónica en la que hablamos más extensamente sobre la expansión del narcotráfico y lo que yo me había empeñado en reducir el narcomenudeo en los boliches de Pinamar y Villa Gesell. Lo que me costaba hacerlo por la corrupción de algunos superiores…yo era un juez de instrucción.

“No me toca a mí condenar a nadie”, le aclaré y también hablamos de la complicidad del poder con el tráfico y la alianza del Ejecutivo con magistrados que el mismo ejecutivo designaba y premiaba… Era el tiempo del desembarco del éxtasis o metanfetaminas (metineldioximeta-anfetaminas) que yo había denunciado públicamente tras recibir informes reservados de la DEA en nuestro país. El desembarco sería en los boliches de Palermo y Pinamar para luego extenderse, también era el tiempo de la aparición de drogas baratas como el “paco” en el mercado de las barriadas pobres de la capital y el conurbano bonaerense.

Bergoglio conocía mejor que yo esa situación (ver Corrupción y Pecado, Ed. Claretiana). Me sorprendió su humildad y al mismo tiempo el grado de conocimiento de esas realidades que trabajaba conjuntamente con los padres Carrara y Di Paola, según me dijo. Le conté cómo en pocos años el negocio de la droga se había reducido notoriamente en la Costa Atlántica. El narcotráfico y el narcomenudeo habían pasado a ser negocios de alto riesgo. No había cómo “arreglar”. Él ya lo sabía.

El llamado no me sorprendió por el hecho de tratarse de un prelado, sino por la forma de comunicarse. Era un niño de 12 años cuando en los 60 me ponía la capa de acólito para ayudar misas en latín celebrada por monseñor De Nicolai o el padre Bazán en Nuestra Señora del Carmen de Ramos Mejía. Y en mi familia eran todos muy católicos, teníamos relaciones con muchos curas y participaba en la acción católica.

Los llamados se repitieron, le envié un retrato que había pintado de la Madre Teresa de Calcuta.

“Por la salud y por la vida” en la Catedral de Buenos Aires

La Misa que ordenó celebrar el cardenal primado de la Argentina Jorge Bergoglio en la Catedral de Buenos Aires desbordó de pueblo. Se rezó por la “salud y por la vida” y en contra de la droga. La había organizado mi compañera, hoy mi esposa, Alicia y algunos grandes amigos.

En medio de esas batallas -entiéndase bien- el suscripto no fue un héroe contrariamente a lo que afirmó en su generoso testimonio ante el Senado de la Nación el cura párroco de la Catedral de Dolores, sino un idealista, un tanto ingenuo, un tanto montado en la soberbia del cargo y con un ánimo justiciero. Le irritaba ver cómo se inducía al consumo desde la animación en los boliches a los jovencitos, pibes y pibas y cómo en los medios se difundía y exaltaba el consumo de drogas. Mas, ¿cómo creer que un juez aislado y contando con un respaldo frágil, débil, resbaladizo, poco creíble…podía enfrentar un poder tan enorme sin ser aplastado impiadosamente? Sin aviso previo el respaldo de los judas y notificada en forma oficial la agencia antinarcóticos del país del norte se retiraron. Le conté a Jorge Mario. Ya le había anticipado que aunque carecieran de pruebas terminaría condenado, al entonces presidente de la Comisión Episcopal Argentina Monseñor Estanislao Karlic, hoy en Roma a poco de cumplir 100 años.

Meterse en las miserias humanas y que Dios nos cuide

Cuando Jorge Mario Bergoglio me recibió en las oficinas del Arzobispado haciendo alarde de mi sapiencia le dije: “Te conocía tan sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos”. Es una expresión de Job cuando conoce a Dios personalmente y según la Biblia tenía muchas preguntas para hacerle e incluso reproches por todo lo que había padecido… me miró sin decir nada, tras lo cual los dos reímos…

Sin conocerlo este cronista sabía que el cura que tenía delante era un ser incorruptible pero que no sorteaba las “miserias humanas”, tenía calle, como se suele decir, no se alejaba horrorizado ante el mal de los delincuentes fuera y dentro del poder. Sabía meterse sin desanimarse y sin contaminarse. Y me dijo que muchos curas no podían avanzar en ese sentido, no lograban entrar en el pecado y veían por una parte a Dios y por otra el vacío de Dios, la nada. Dijo, y agregó: no me canso de repetir que no es así. Hay que entrar en las miserias humanas. Dios trabaja dentro de ellas. Enseñanza que él mismo le diría años después -ya papa Francisco -al jesuita Antonio Spadaro en un bello reportaje sobre la homilía.

El legado del papa Francisco

Virgen de Caacupe, en Barracas
Virgen de Caacupe, en Barracas

Hoy se celebró una Misa en Plaza de Mayo por la memoria de Bergoglio. La impresión de hoy -día de su inhumación -es que la multitud cree, como yo creo, que muy pronto regresará su alma y se multiplicará su legado y como me dijo uno que marchaba procesionalmente conmigo ayer a la tarde en Barracas: el legado va a ser más fuerte todavía. (Gustavo García, director de la radio la Voz de San José de Puerta de Hierro).

Una apretada síntesis del legado del papa Francisco.

Desde el plano metodológico, para el buen pensar, nos enseñó cuatro principios: la realidad prevalece sobre la idea; el todo es superior a la suma de las partes; la unidad es superior al conflicto; el tiempo es superior al espacio.

Desde el punto de vista de la Iglesia católica en el mundo: la filosofía del encuentro, el nosotros, la concepción del don, el acto de compartir, el caminar juntos. Imitar el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura, involucrarse en la historia, la idea de que el poder es servicio y que el servicio no es ideológico porque no se sirve a las ideologías sino a las personas, la inversión de la pirámide colocando al pueblo arriba y la cúpula en la base en un espíritu y una acción sinodal, que los programas sociales comienzan con tierra, techo y trabajo y siguen con capilla, colegio, club y casa de primeros auxilios, que la iglesia no es encerrada sino abierta, en salida y es un hospital de campaña, el cuidado de la Madre tierra, que el mal es la descomposición de los trascendentales: lo bello, el bien y la verdad son algunas de las ideas motoras que recibimos como legado a cumplir y memoria que impulsa nuestra acción. Todos, todos, todos unidos en la diversidad y el amor fraternal, todos, todos, todos pero primero los niños y los ancianos pobres, ese es el reino de Dios por el que viniste a ofrendar hasta la última gota de tu vida terrenal. ¡Gracias Padre!

Otro sí digo:

No podemos omitir en este día y por la adhesión que manifiesta el mundo y en especial nuestro pueblo hacia las enseñanzas del papa Francisco unas líneas sobre el proyecto oficialista que procura bajar la edad de inimputabilidad de los niños.

Dice la Pastoral Carcelaria de nuestro país como fiel reflejo del pensamiento del papa Francisco:

“Consideramos que es necesario un nuevo régimen penal juvenil, que acompañe y promueva integralmente el desarrollo de los menores, pero sin bajar la edad mínima de imputabilidad”.

“Existe un recorrido social desde la concepción hasta la comisión de un delito, que es responsabilidad de la sociedad en su conjunto prevenir”.

“Es crucial considerar el proceso completo de desarrollo cognitivo y psicológico de una persona, que continúa hasta los 18 o 19 años. Reducir la edad de imputabilidad, de los 16 y de los 18 años como es actualmente según el delito de que se trate, para llevarlo a los 13 ignora este desarrollo y puede tener consecuencias negativas a largo taplazo”.

Además el documento hace notar que las cifras de delitos cometidos por menores de 16 años son infinitamente menores que los cometidos por mayores de esa edad.

Prevención integral

Las experiencias de otros países indican que para evitar la delictuosidad en niños es imprescindible -además de darles de comer -seguir los siguientes pasos:

1.- Efectivo combate del narcotráfico; combate que no se lleva a cabo en los últimos 40 años, tiempo durante el cual explotó y se irradió el narcotrafico y el consumo en nuestro país;

2.- Relevamiento de las familias donde viven menores judicializados con menores no judicializados; es imprescindible hacer un seguimiento especial en el tratamiento psico-social con la familia y en particular con el o los menores no judicializados que conviven con aquellos que sí lo están; lo cual no es materia del documento sino de nuestras propias investigaciones en esta problemática en el derecho comparado;

3.- Esto permitirá -como dice la Pastoral- “al Estado intervenir de manera más efectiva y promover un trabajo de prevención urgente, contando con un presupuesto adecuado y profesionales comprometidos”.

Por nuestra parte recomendamos a las autoridades observar y aprender de la experiencia que con extraordinario sacrificio y abnegación llevan a cabo los “curas villeros” en los Hogares de Cristo fundados por el padre Pepe Di Paola que se van extendiendo en todo el país.

4.- “Es necesario -dice el documento- acompañar y guiar a los jóvenes hacia un futuro prometedor.” Y eso no se hace enviándolos a la cárcel donde saldrán mucho peor de lo que entraron, se hace a través de la obra consistente en que el niño pueda concurrir a una capilla, a un colegio y a un club; donde puedan participar todos los niños y niñas de la comunidad”.

5.- La Iglesia rechaza la idea de que el encierro, penas más duras o la baja de la imputabilidad sean soluciones (civilizadas y) efectivas para detener la violencia.”

Coincidimos en afirmar que son medidas no solo superficiales. Son más dañinas, crueles y brutales que los delitos que se pretenden evitar, comenzando por considerar la naturaleza del sujeto (Autoridades públicas-niños pobres, adictos y marginados).