
El “Plan Aranceles” de EEUU provoca gran incertidumbre en los mercados, y desconcierta a aliados y adversarios por igual. La realidad es que EEUU estaba obligado a resolver ciertas debilidades y crecientes desafíos: caída del empleo industrial desde el 2000 (casi 5 millones); aumento de desigualdad social (caída de la clase media y concentración de ricos); desindustrialización; dependencia de insumos críticos frente a emergencias; creciente déficit de su comercio exterior; creciente deuda financiera (la maquinita tiene un límite), lo que la expone a debilidades por la venta de Bonos del Tesoro; disminución relativa de liderazgos en innovaciones (IA, autos eléctricos); la IA podría afectar sus futuras exportaciones de servicios (su principal fortaleza); no puede seguir manteniendo liderazgos globales sólo con su poder militar; ha hecho entrega de su mercado interno (el más importante del mundo) sin buscar compensaciones en mercados externos, y su moneda (USD) usada globalmente como reserva de valor y de intercambio comercial, va teniendo creciente competencia.
Trump tiene demasiados objetivos a resolver: creación de empleo con mayor calificación y calidad (ej. operarios de robots); equilibrar la integración territorial (interior/costas) para compensar los efectos negativos de la globalización, favoreciendo así a sus votantes más fieles; reactivar aprovechando cierta capacidad industrial ociosa (automotrices); abrir nuevos mercados para sus exportaciones industriales; equilibrar la balanza comercial externa; disminuir la dependencia externa en insumos críticos; y evitar una guerra de monedas. Muchas dudas surgen en función de la velocidad de implementación del plan. La sustitución de importaciones es una tarea lenta y compleja, aunque tengan un fuerte efecto multiplicador; la mayor inflación inicial podría ser compensada por la baja del precio petróleo; no está claro cómo evolucionarán las bolsas financieras ni cómo seguirán las negociaciones sobre los conflictos en Ucrania y Medio Oriente, además de las obvias dificultades en llegar a acuerdos con otros países o con China. Si no se visualizan avances en el corto o mediano plazo, la imagen de Trump comenzará a debilitarse.
Los EEUU criticaron siempre a China por subsidiar desproporcionadamente a su industria; presionar a las empresas extranjeras a entregar su know-how para participar del mercado chino; manipular el valor del yuan (remimbí), devaluándolo excesivamente para facilitar sus exportaciones; dificultar la entrada o cerrar el mercado interno a ciertos sectores (p.ej., el bancario). Además de una detallada planificación estratégica, una gran parte del éxito chino se debe a la implementación de dichas medidas. El plan actual de Trump para volver a recuperar el poder perdido, sostiene el mismo espíritu de las políticas que antes les criticaban a los chinos. Sin embargo, todavía no están claros los objetivos finales; si están anclados en cuestiones geopolíticas puras; si son sólo de índole comercial e industrial o si se busca un mix de ambas.
Como poder geopolítico global, EEUU está siempre interesado en controlar los pasos marítimos de importancia, entre ellos, todos los pasajes entre los océanos Atlántico y Pacífico. De allí su interés estratégico en el Ártico (Canadá y Groenlandia), el Canal de Panamá, de enorme importancia geoeconómica por el que transita más del 40% del comercio de contenedores norteamericanos, y el pasaje de Drake en el extremo Sur (con participación de Gran Bretaña, ocupante de las Islas Malvinas). Debido a la importancia estratégica de estos tres puntos neurálgicos EEUU acciona sin disimulos para disminuir la influencia china en cualquier infraestructura crítica de aquellos, e indirectamente, actúa sobre las cadenas de suministro industriales.
EEUU inició una negociación integral con Rusia para intentar alejarla un poco de China (Ucrania, inversiones conjuntas en el Ártico y en minerales estratégicos). Taiwán, tironeada por China y EEUU, sigue siendo un punto de alta tensión permanente, porque su gobierno nacionalista parece no retroceder ante ambos, que desearían poseer su inigualable complejo industrial de chips y microprocesadores. Las reiteradas amenazas de EEUU a Canadá y Groenlandia guardan relación directa con el tema Ártico, un océano clave para la conexión entre Europa y Asia, pero también podría ser una advertencia indirecta a China para evitar que avance sobre Taiwán. No debe olvidarse que EEUU ocupó Groenlandia en la Segunda Guerra Mundial.
En el Sudeste Asiático, Washington ha desarrollado una estrategia centrada en la seguridad (AUKUS, QUAD) mientras Beijing adquiere creciente gravitación económica, ofreciendo iniciativas de mutuo interés económico sin imponer condiciones ideológicas ni de seguridad. La mayoría de los países de la zona adoptan la posición de “equilibrio estratégico”, no comprometiéndose con ninguno de los dos. Vietnam mientras negocia sus aranceles, ha reforzado su asociación estratégica (defensa e inteligencia) con EEUU, para mantener una posición equilibrada con China, pero continuará sus lazos económicos con ésta, eslabón vital en su ecosistema manufacturero. China se ha comprometido a aumentar la importación de café y otros productos vietnamitas, si se le complican los mercados de EEUU y la UE. Malasia es emblemática de la cultura estratégica general de la ASEAN: maximizar las opciones, minimizar la dependencia y resistir la polarización en bloque. Kuala Lumpur tiene lazos militares con Occidente, pero nunca respaldó acciones contra China, realizados por AUKUS o QUAD en el Indopacífico. Malasia se ha beneficiado de la inversión china en infraestructura y en economía digital, lo que muestra la sensibilidad de China para respetar las prioridades locales. Washington va a tener que enfocarse más en buscar asociaciones que beneficien el desarrollo de países no alineados o correrá el riesgo de perder influencia en la zona.
EEUU está forzando al máximo alianzas políticas en toda Hispanoamérica. La tradicional poca importancia geopolítica de esta parte del mundo podría estar cambiando de estatus y convertirse en un escenario importante, en la medida que China insista en su despliegue local. EEUU acusa a los operadores de la terminal del Canal de Panamá en Colón y a empresas de logística chinas (la paraestatal Landbridge Group) de utilizar la infraestructura comercial como palanca para operaciones de influencia a largo plazo. EEUU ha amenazado con “retomar el control del canal”, pero por ahora sólo ha reforzado con más tropas una cercana base propia.
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele ha actuado con rapidez ofreciéndose de “carcelero mayor”, desafiando las normas legales internacionales, para reposicionar a su país como el socio más cercano de Washington en Centroamérica. El presidente Milei también logró el discreto apoyo de EEUU dentro del FMI para escapar del fracaso de su plan inicial, ya que había agotado su stock de divisas para seguir conteniendo la inflación con atraso cambiario. Además de ser monitoreado en forma diaria por el FMI, tuvo que dar ciertas concesiones aduaneras para facilitar las importaciones de equipamiento usado desde EEUU (lo cual agravará aún más el proceso des-industrializador argentino) y de prometer a EEUU que no autorizará la instalación de cualquier base o proyecto chino en el sur argentino, lo cual podría traerle represalias chinas por incumplimiento de contratos previos, o ralentizando las importaciones de cereales, o con la inundación de sus exportaciones, que destrozarán cualquier atisbo reindustrializador. Una encerrona difícil de zafar por carecer de básicas ideas de “equilibrio o autonomía estratégica”. Nótese que ni la proximidad ideológica ni la relación personal de Milei con Trump lo protegió de los nuevos aranceles (10%) del “Día de la Liberación”.
A su vez China no se ha quedado quieta en Hispanoamérica. Ha avanzado fuertemente con el mega puerto de Chancay (Perú), al que pretende conectar con el “Corredor Ferroviario Bioceánico Central” para llegar a las costas brasileñas del Atlántico, con una inversión de USD 10.000 millones, buscando reducir el tiempo de transporte hacia Asia de las exportaciones de productos agrícolas y minerales. Bolivia, Brasil y Perú impulsan este proyecto, que tendría una extensión de 3.800 kilómetros, uniendo los puertos de Chancay y Santos y se convertiría en una alternativa más eficiente que el paso por el Canal de Panamá. Su concreción consolidaría la influencia comercial de China en la región. En 2023, los presidentes Arce (Bolivia) y Lula da Silva (Brasil) reafirmaron su compromiso con la obra, mientras que China ofreció financiar parte del proyecto a través de Cosco Shipping Ports. No es un proyecto sencillo ya que debe adaptar la estructura ferroviaria de Perú y de Bolivia y superar serios obstáculos geográficos en la cordillera de los Andes.
En resumen, EEUU y China están compitiendo no sólo en Asia o África, sino también en Hispanoamérica. Todos mueven sus piezas en el tablero mundial y Washington deberá definir con mayor precisión sus prioridades, aunque pareciera que la actual incursión de la administración Trump en Hispanoamérica no se relaciona a una expansión económica, sino con una contraofensiva geopolítica para condicionar a China. Para reforzar esa decisión y garantizar una esfera de preeminencia o exclusividad estratégica en Argentina, EEUU envió al Secretario del Tesoro, Scott Bessent, y ofrece préstamos directos de EEUU, (que no son para inversiones productivas, sino para la timba financiera), que aumentarían sin necesidad el endeudamiento externo, con el objetivo de condicionar geopolíticamente aún más el futuro nacional. Visto desde una perspectiva a largo plazo, hubiese sido preferible para todos que EEUU actuara como verdadero amigo de Hispanoamérica y se propusiera otorgar reales ventajas económicas a los países del área para facilitar su desarrollo, a través de nuevas cadenas de suministro, mejora de la infraestructura y otras. Si eso no se materializara, podría reavivarse un latente sentimiento opositor a EEUU, que bien podría canalizarse hacia una apertura a los ofrecimientos chinos.
Un escenario que no hay que descartar es que esta competencia geopolítica termine en un reparto de zonas de influencia entre EEUU por un lado y China (+ Rusia) por el otro, lo cual sería terrible para países con desarrollo industrial intermedio y con baja autonomía estratégica, como es el caso de Argentina.
Últimas Noticias
Argentina-EEUU: forjando una alianza estratégica más profunda
Ambos países consolidan una asociación que incluye entrenamientos de las fuerzas especiales militares en la Patagonia, la incorporación de aviones F-16 a la flota nacional y entrenamiento en ciberseguridad

Inteligencia artificial: ¿una nueva aliada de la ciberdelincuencia?
La inteligencia artificial impulsa avances sorprendentes, pero también abre puertas a nuevas amenazas como la ciberdelincuencia y los deepfakes. En Perú, los delitos informáticos crecieron un 40% en 2024

Una voz para la libertad:por qué Rosa María Payá debe llegar a la CIDH
La activista cubana y defensora de los derechos humanos, ha sido nominada por Estados Unidos para integrar la CIDH. Su lucha por la libertad y la democracia es un ejemplo de valentía y coherencia moral

Argentina en el espejo de Francisco
El legado del Papa contrasta con la profundización de las tensiones políticas en el país, donde ni el duelo por su muerte logró aplacar las disputas de poder

El Estado, a contramano a los usuarios
La autogeneración de energía eléctrica beneficia al usuario y al sistema nacional, pero el Estado castiga al inversor en lugar de incentivarlo
