
Una de los patrones que marca la presidencia de Javier Milei consiste en que, periódicamente, el jefe de Estado ocupa el centro de la escena. Concede reportajes, algunos de ellos kilométricos, tuitea a repetición, a cualquier hora del día o de la noche, recurre a cadenas nacionales, canta contra los mandriles, insulta a Dios y María Santísima. Si alguien tuviera acceso solo a ese material informativo sobre la Argentina, y a las coberturas de algunos colegas que simpatizan con él, llegaría naturalmente a la conclusión de que se trata de un hombre sin par, de una especie de elegido, un gigante que ha encaminado, finalmente, un país fallido hacia un futuro promisorio.
En los últimos tiempos, desde el célebre escándalo del caso $Libra, el descalabro de las reservas, el regreso de la inflación alta, el Presidente había matizado sus apariciones. Su presencia en los medios y en las redes mengüó, su palabra se hizo un poco menos castigadora. Pero luego del acuerdo con el Fondo Monetario y la liberación parcial del control de cambios, reapareció el hombre que nunca se equivoca, el gigante entre pigmeos. Ave Milei, por curioso que parezca, se leyó una vez más en la cuenta que todo el mundo político atribuye a Santiago Caputo y que celebra tanto la troupe libertaria.
Un gobierno, en cierta medida, es el relato dominante sobre ese gobierno y de eso esta gente sabe un montón. Si, además, ese relato es acompañado de un dólar barato, la capacidad para instalarlo se multiplica. El que mejor sintetizó el clima de triunfalismo fue, por una vez, el ministro de Economía, Luis Caputo: “Se terminaron los engaños, las teorías conspirativas y los relatos. Hemos solucionado los problemas económicos que la política ignoró o usufructuó por más de 100 años. Los próximos serán los mejores años que a cualquier generación actual le haya tocado vivir. Seremos un ejemplo de país.”, escribió.
¿Será para tanto?
Todo es realmente tan vertiginoso que cuesta poner un poco de orden. Hace diez días el país entraba peligrosamente en una escalada inflacionaria y una crisis de reservas. Ahora se solucionaron todos los problemas de los últimos cien años. En cualquier caso, es razonable pensar que ese relato oficialista estará obligado a convivir con otras miradas, que ya empezaron a cuestionar el nuevo esquema diseñado por Milei y Caputo.

Será el tercer capítulo de una saga muy interesante. El primer round giró alrededor de la idea de dolarizar la economía. La mayoría de los economistas profesionales le dijeron que no lo hiciera. Milei los insultó de las peores maneras. Pero les dio la razón porque no dolarizó. Igualmente, los siguió insultando. En el segundo round se discutió si era sustentable en el tiempo un plan de estabilización que se apoyara en un dólar barato que consumía miles de millones de dólares de reservas. Los economistas profesionales –la mayoría de los más destacados por Milei durante toda su vida- dijeron que no. Milei se enfureció: los insultó, los humilló, les puso apodos, despidió a algunos de sus parientes. Pero otra vez, les dio la razón. Porque con su plan regresó la inflación alta y se produjo la previsible crisis de reservas. Esa segunda derrota no hizo que Milei dejara de insultar a los economistas que, dos veces seguidas, había dejado expuestos sus límites: al contrario, lo enardeció aún más.
El tercer round ya ha empezado. Por ejemplo, Carlos Rodríguez, que fue jefe de asesores de Milei, explicó que todos los gobiernos liberales perdieron sus batallas por un talón de Aquiles: el dólar barato, el atraso cambiario. “El atraso cambiario convierte al país en un país caro respecto de los vecinos y del referente Miami (deme dos). Como respuesta a los precios caros en dólares (y a su ideología) el gobierno abre la economía y eso crea desempleo y cierre de empresas, ya complicadas por el atraso. El campo y la industria se vuelven opositores del gobierno, o al menos dejan de apoyarlo como hacían al principio del Plan. A eso se suman los gremios que se oponen siempre a cualquier gobierno que no sea populista. Finalmente el gobierno, debilitado, cae o no es reelecto (Viola, de la Rua, Macri)”.

Milei
eBook
$10,99 USD
Hace dos décadas, Pablo Gerchunoff publicó, junto a Lucas Llach, Los ciclos de la ilusión y el desencanto, un hermoso libro de historia económica argentina. Se trata de un texto tan influyente que el propio Milei aludió a él en su última cadena nacional. “Aquí terminan los ciclos de la ilusión y el desencanto”, dijo. Entrevistado por Astrid Pikelny, Gerchunoff dijo, esta misma semana:
“No pertenezco a la nueva religión, que más que religión es un teorema: Equilibrio fiscal + Vaca Muerta = Crecimiento Económico…Es el enésimo atajo para convencernos plácidamente de que Vaca Muerta, más la minería… le permitirá a la clase media más próspera un Miami por año, a la clase media-media un Florianópolis por año, a los estratos sumergidos de la sociedad alimentos baratos todo el tiempo, y a todos los que puedan, atesoramiento en dólares. Mi impresión es que lo que tenemos por delante para consolidar el progreso material, y no una reactivación corta, es mucho más difícil. Milei ha chocado con esa antipática verdad cuando hace muy pocos días aceptó el fracaso de su primer plan estabilizador y emprendió otro, inevitable y riesgoso, que nace con la flotación cambiaria…Una clase política que quiera redimirse, incluyéndolo a Milei, debe mirarse menos a sí misma y hacer una docencia del esfuerzo, una docencia que reconvierta los valores de la sociedad. Gobernar es explicar, y lo que hay que explicar es lo siguiente: si tenemos una productividad baja no podemos tener una moneda fuerte. Eso conduce siempre a una crisis”.

Ricardo López Murphy y Enrique Szewach han advertido que este trimestre, el más próspero del año, debería ser aprovechado por el Gobierno para comprar reservas, algo que rechazo el Presidente. Diego Giacomini, coautor de varios libros con Milei, señaló que “este plan es peor que el anterior porque profundiza el atraso cambiario y así destruye la micro, que es de donde surgen recursos para mantener cualquier estabilidad”. Marina Del Poggetto señaló con precisión que la salida del cepo es muy parcial porque las empresas siguen allí atrapadas y luego expresó sus dudas, otra vez, por la estrategia cambiaria. Emanuel Álvarez Agis sostuvo que el Gobierno apenas está ganando tiempo a cambio de aumentar la deuda. Son muchos. Y lo peor es que son los mismos que advertían sobre los pecados del plan estabilizador fallido.
Hace apenas una semana y media, el Indec informó que la inflación de marzo había sido de 3,7 por ciento (5,9 en alimentos), la más alta desde agosto. La mayoría de los países del mundo consideran un fracaso cuando tienen esa inflación en todo un año. Al mismo tiempo, el Banco Central se desangraba para intervenir en el mercado cambiario y que el salto del dólar no empeorara las cosas. Cuando estaba contra las cuerdas, el Gobierno anunció dos medidas muy repetidas en la historia argentina: un crédito gigante del Fondo Monetario Internacional y una devaluación. A la inflación alta y la pérdida de reservas, se le sumaban endeudamiento y devaluación. En ese contexto, también se anunció la liberación del cepo para las personas físicas. El mundo financiero celebró. La llegada de plata fresca aseguraba recursos para que el Gobierno argentino le pagara lo que les debía y, como mínimo, alejaba la crisis. Subieron los bonos y las acciones, se frenó la desesperación por comprar dólares.

Milei está decidido a que el tipo de cambio baje a 1.000 pesos, o sea a que el peso se aprecie. Eso podría, tal vez, controlar la suba de precios. Pero, con un dólar más bajo, ¿qué pasará con los saldos de comercio exterior, con la microeconomía, con la capacidad de generar riqueza del país, con el turismo, con la liquidación de saldos exportables? En 2024 hubo cosecha récord, una bruta recesión que produjo un superávit comercial enorme, un blanqueo muy exitoso, y el atraso cambiario aún no era de esta dimensión. Pero el esquema no resistió. ¿Por qué lo haría ahora? A eso se le agrega la reaparición del célebre carry trade –la oferta de negocios en pesos a intereses muy superiores a la evolución del tipo de cambio, un camino tantas veces recorridos con las consecuencias conocidas.
No todo lo que siempre salió mal, siempre saldrá mal. El futuro, como siempre, es materia de debate. Es muy ingenuo pensar que un ministro puede definirlo con un tuit triunfalista. Pareciera, en cambio, que por delante hay una escenario “inevitable y riesgoso”.
Mientras tanto, gracias a la cuantiosa deuda que acaba de tomar, el Presidente se siente fuerte de nuevo. Vuelve a tener energía para mirarse en el espejo, y preguntarle:“¿Quién es el más inteligente del reino, el mejor economista del planeta, el gigante rodeado de pigmeos?”. Para luego, salir al mundo a proclamar esa respuesta tan precisa, alentadora y, sobre todo, tan generosa.
Los gustos mejor dárselos en vida.
Últimas Noticias
Un adiós lleno de esperanza
Francisco insistía en una Iglesia para todos. En la dimensión interreligiosa quizás se comprende mejor la amplitud de esta convocatoria

¿Futuro eléctrico? Retos y oportunidades del transporte sostenible en el Perú
Para lograr que los buses eléctricos sean económicamente competitivos frente a los de gas, es esencial contar con políticas públicas adecuadas

La IA en 2025: entre la promesa tecnológica y la amenaza sistémica
Esta poderosa herramiento no es, por sí misma, buena ni mala. Pero su impacto final dependerá de las decisiones políticas, éticas y técnicas que tomemos en este momento crucial

La extinción del juicio: para qué pensar si podemos repetir
La dinámica mediática premia la rapidez y la adhesión superficial en detrimento del análisis profundo y la construcción conceptual
Cachemira: entre la escalada India-Pakistán y el abismo geopolítico
La presencia de grupos insurgentes respaldados por Estados, las retóricas incendiarias, la debilidad de los canales diplomáticos y la creciente politización de las identidades religiosas configuran un escenario sumamente volátil
