“Lo que la marea trajo y el viento no se llevó”: las conclusiones de un estudio sobre el respaldo social a los derechos sexuales

Una investigación sostiene que en Argentina los acuerdos sobre derechos sexuales y reproductivos ya son parte del patrimonio cultural. Siete de cada diez ciudadanos apoya que el Estado brinde asistencia integral a víctimas de violencia, se repartan anticonceptivos y se aplique la Educación Sexual Integral en las escuelas. La polarización y el negacionismo existen, pero es menor de lo que aparenta en la confrontación mediática

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El estudio lo realizó el
El estudio lo realizó el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) con el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) y Luis Costa y Asociados y se publicó en marzo de 2025 (Ariel Torres)

Argentina es un país acostumbrado a sufrir, confiarse en que gana y amargarse porque le meten goles de último momento y, sin embargo, llegar a los penales y recuperar la esperanza. El fútbol es una manera de vivir con pasión, de transpirar la camiseta, de aprender a soportar los momentos de pérdida y de revertir las derrotas. En un contexto de retroceso en los derechos de las mujeres y la diversidad, crece un signo de aliento: 7 de cada 10 personas piensan que el Estado tiene que invertir en brindar asistencia integral a víctimas de violencia de género; proveer anticonceptivos para evitar embarazos no buscados y aplicar la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas.

El dato surge del estudio Puntos de vista sobre género y derechos sexuales y reproductivos en Argentina 2024, realizado por el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) con el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) y Luis Costa y Asociados. La conclusión de la encuesta online, realizada en septiembre del 2024 y publicada en marzo del 2025, entre 2.000 personas, es que “el cambio cultural sobre la agenda de género y derechos sexuales y reproductivos experimentado por la sociedad argentina en las últimas décadas ha sido profundo y ha dejado sus huellas”.

¿Qué quiere decir? Los derechos no se manchan. Si bien la crisis económica, la escalada inflacionaria, la desilusión en la política tradicional, la decepción con la dirigencia y la incidencia de discursos anti derechos, especialmente, en la penetración de las redes sociales, generaron un giro en la sociedad, esa marcha atrás tiene freno y la población sigue apoyando los avances en derechos de las mujeres y la diversidad sexual. La marea verde fue el movimiento, protagonizado especialmente por jóvenes, que logró con marchas multitudinarias de día y vigilias durante toda la noche, frente al Congreso de la Nación, de 2018 a 2020, que se apruebe la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). “Lo que la marea trajo y el viento no se llevó”, es el título más representativo del estudio.

El estudio "Puntos de vista
El estudio "Puntos de vista sobre género y derechos sexuales y reproductivos en Argentina 2024″, realizado por el CEDES y ELA concluye que “el cambio cultural sobre la agenda de género experimentado por la sociedad argentina ha sido profundo y ha dejado sus huellas” (Natacha Pisarenko/Associated Press).

La radiografía de una Argentina con menos grietas de las que se aparentan resalta que, a pesar de los vaivenes electorales, o la sensación del bombardeo en redes sociales, los logros conseguidos tanto en lo legal como en la vida cotidiana, mantienen la sal del progreso. El movimiento “Ni Una Menos” nació el 3 de junio de 2015 con una marcha emblemática frente al Congreso de la Nación, en la Ciudad de Buenos Aires. Ese cambio social no fue en vano. “Tanto mujeres como varones identifican la violencia de género en la pareja como el principal problema que enfrentan las mujeres”, destaca la investigación de CEDES y ELA.

A diez años de ni una menos, aunque el escenario sea más complejo, la necesidad de frenar la violencia machista forma parte de las creencias asentadas en la sociedad argentina. La historia nunca es lineal, el camino siempre tiene pasos para atrás después de avances profundos y rodeos hasta volver a llegar al mismo punto o desorientación hasta encuadrar la brújula. Pero las pisadas no son en vano. Las huellas marcadas en el barro no se borran. La gimnasia de construir una voz común y de saltar en un cuerpo colectivo resurgen y demuestran la vitalidad.

Las diferencias entre varones y mujeres son menos de las que aparecen en un país empujado al abismo de la confrontación. Sin embargo, sí aparece un respaldo mayoritariamente femenino a la educación sexual. “Un aspecto a destacar dentro de los derechos sexuales y reproductivos, es el derecho a la ESI: las mujeres apoyan más que los varones el involucramiento estatal en ESI (54% vs. 35%) y consideran en un 11% más que los varones que la ESI en las escuelas afecta positivamente la vida de las personas”, subraya el informe.

La lucha contra la violencia
La lucha contra la violencia de género y el homenaje a María Scarpatti en la marcha de "Ni Una Menos" (EFE/ Enrique García Medina)

Otra diferencia de género es que las mujeres creen en mayor medida que el Estado debe intervenir para terminar con la pobreza. El 81% de las mujeres considera que el Estado debería involucrarse mucho, mientras que, el 65% de los varones, piensa de la misma manera. La diferencia de 20 puntos porcentuales es significativa. Hay otras causas en las que las veredas no se ensanchan sino que se separan. En el apoyo a la jubilación para amas de casa (en realidad la moratoria previsional) el 70% de las mujeres la legitima con una mayoría muy amplía.

El respaldo a que se puedan jubilar las que no pudieron completar sus aportes por las tareas de cuidado, la maternidad y/o la informalidad gana por goleada en la hinchada femenina. En cambio, es un empate entre los varones que la respaldan con un 50% de acuerdo. El pago de la cuota alimentaria tiene un 86% de respaldo materno y desciende a un 66% de aguante masculino. No es un tema que los preocupe. En cambio a las mujeres las ocupa, las preocupa y las sobre ocupa. La mayor participación de los varones en la crianza es subida como bandera para un 79% de las encuestadas y se destiñe como consigna para un 64% de los consultados.

El 42% de ellos cree que un mejor reparto de las tareas beneficia a las personas (porque en general son los que se quedan con la menor carga en el reparto) y, en cambio, para el 64% de ellas un mayor equilibrio entre quien descansa o se desvela, corre o trabaja sin apuro, está en la puerta del colegio o va a correr, sería una gran vitamina para la salud social. Las mujeres apoyan más que los hombres las reivindicaciones del colectivo LGTTBI (un 33% contra un 17%); rechazan la discriminación a las lesbianas, gays, bisexuales, trans, travestis, bisexuales e intersex (75% vs. 60%) y en el consenso en torno al matrimonio igualitario las respuesta es más pareja (39% vs. 32%).

En el apoyo a la
En el apoyo a la jubilación para amas de casa (en realidad la moratoria previsional) el 70% de las mujeres la legitima con una mayoría muy amplia

Aunque no sean mayoría, el negacionismo existe: 2 de cada 10 varones aseguran que la desigualdad no existe. Hay mujeres que también lo niegan aunque sean mujeres. También hay mujeres que odian a las mujeres como explica la investigadora británica de la manosfera Laura Bates en el libro Los hombres que odian a las mujeres: Incels, artistas de la seducción y otras subculturas misóginas online, editado por Capitán Swing en español. Pero son un 9% y los hombres que no asumen las diferencias duplican a las mujeres.

“Los varones apoyan de manera similar que las mujeres las causas en abstracto, pero valoran menos la importancia de estas causas para la vida de las personas y, si bien destacan el involucramiento y la inversión estatal, lo hacen en menor medida que ellas”, engloba el informe. “Los resultados de este estudio muestran detalles y matices sobre los que la tensión política no habla”, se destaca en las conclusiones en base a la encuesta a 2.000 personas con 13 grupos focales en todas las regiones del país. “Todavía es mucho lo que nos une como sociedad”, se abanderan convicciones que llevan al celeste y al blanco a colores con menos enojos y más comprensiones de las que se destiñen en enfrentamientos innecesarios.

“El escenario electoral de 2023 estuvo signado -entre otros factores- por las condiciones que imponía la crisis económica, cierto agotamiento de un modelo de gestión especialmente basado en una intensa presencia del Estado como regulador de la economía, y una creciente disconformidad social con el déficit de calidad de los bienes y servicios públicos. En ese contexto, el actual presidente combinó sus postulados sobre la economía y el rol del Estado, con una visión contraria a la agenda de género y de los DSR, tal como si ambos asuntos fueran parte de un mismo proceso de demanda social de un cierto público de votantes”, analiza la introducción del informe de CEDES y ELA.

“Cerca del 70% de las
“Cerca del 70% de las personas señala que el Estado debería involucrarse y/o invertir mucho o bastante en brindar asistencia integral a víctimas de violencia de género, facilitar información y métodos de prevención de embarazos e ITS y brindar ESI”, señala el informe

Las elecciones estuvieron dominadas por una inflación inmanejable, crisis económica, decepción de la política y descontento. Pero, en el combo, como si fuera una hamburguesa que ya viene con papas fritas, se interpretó que la gente que quería más estabilidad financiera estaba en contra del reparto de anticonceptivos. Y, la verdad, es que alguna gente quería la hamburguesa, pero con ensalada (educación sexual) o puré (programas contra la violencia de género) y algunos con postre (jubilación para amas de casa) y otros con café (extensión de la licencia por paternidad). En definitiva, que la reacción política no es un paquete cerrado que no quiere sostener todos los derechos conquistados de las mujeres y la diversidad sexual.

Por otro lado, es fundamental, que muchos de los derechos logrados (anticoncepción gratuito, educación sexual integral, aborto legal) forman parte de la conversación y de la aceptación social, más allá de coincidencias y diferencias en otros aspectos de la vida política y económica de Argentina. La transformación cultural de valores como la condena al abuso sexual y la violencia de género no cambian aunque los discursos de odio erosionen los derechos de las mujeres y las diversidades. Hay logros que no dan marcha atrás.

No solo porque no se derogan las normas que los contemplan, sino, también, porque ya son admitidos por las familias argentinas como parte del menú que forma parte de su mesa cotidiana. No es una excentricidad que se pide una vez cada tanto y que resulta esnob o exótico, sino que se integran a los condimentos habituales o a los platos que ya forman parte de la vida cotidiana. Por más que haya discursos y debates nadie le pegaría a una mujer en un asado y sería visto como algo normal. Esa escena -que antes sí pasaba- muestra que la escarapela en la que se asienta la argentinidad adquirió valores, derechos, debates y deseos que no se juegan en una elección y que no necesitan espejo retrovisor.

La investigación de CEDES y
La investigación de CEDES y ELA muestra que en Argentina, en 2025, hay más acuerdos de los que aparenta la realidad política y que los avances en derechos sexuales no se cuestionan

Otro dato interesante es que la polarización es más fuerte y se expresa de manera más tajante y enojada en las redes sociales que, cara a cara, y frente a problemas concretos de personas concretas. Hay más diferencia en la posición con respecto al aborto en la teoría que, en la práctica, cuando se conoce a una hija, una amiga, una novia o una amiga que tuvo que abortar. La cercanía acerca posiciones y la crispación de la mediatización de las agendas aleja a las personas de la flexibilidad con la que puede opinar o alinear sus ideas.

“Cerca del 70% de las personas señala que el Estado debería involucrarse y/o invertir mucho o bastante en brindar asistencia integral a víctimas de violencia de género, facilitar información y métodos de prevención de embarazos e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y brindar ESI. En otras cuestiones sociales, como aumentar salarios en salud y educación esta valoración alcanza el 80% y se acerca o supera el 90%, en cuestiones como garantizar la calidad y continuidad educativas y reducir la pobreza. Tal magnitud de apoyo a estas perspectivas deja en evidencia que las opiniones exceden las posibles identificaciones políticas o partidarias”, analiza el diagnóstico sobre los puntos de vista.

Ningún candidato alcanzaría el 70%, 80% o el 90% de los votos. Sin embargo, el 70% de argentinas/os quiere que el Estado proteja a víctimas de violación, reparta pastillas anticonceptivas y enseñe en la escuela a prevenir abusos sexuales. Volver a construir a partir de consensos es una herramienta valiosa que dejan las estadísticas. “La sociedad argentina reconoce que existen desigualdades importantes (grandes o muy grandes) entre mujeres y varones y, al mismo tiempo, que han disminuido en los últimos 10 años”, delimita la investigación.

“Los niveles de simpatías y
“Los niveles de simpatías y de acuerdos con las causas de la agenda de género y de derechos sexuales y reproductivos son razonablemente altos”, subrayan el equipo de investigadoras del CEDES y ELA

No todo lo que baja tiene que subir. A veces, a la física (y a la fuerza física) hay que desafiarla con un reto complejo: buscar mejorar sin empeorar; intentar mejorar lo que falta sin destruir lo que se construyó; amalgamar desafíos sin desaparecer avances. “Los niveles de simpatías y de acuerdos con las causas de la agenda de género y de derechos sexuales y reproductivos son razonablemente altos”, subrayan el equipo de investigadoras compuesto por Silvina Ramos, Lucila Szwarc, Luis Costa, Nicolás Zucco, Ana María Figueira, con el apoyo de las consultoras Valeria Isla, Delfina Schenone y Ruth Zurbriggen.

“Los resultados de este estudio muestran que la sociedad argentina tiene una apreciación positiva de la relevancia de los problemas de las agendas de género y de derechos sexuales y reproductivos para el bienestar de las personas y para el Estado”, enfatiza el equipo liderado por Silvina Ramos. “En este contexto adverso, las personas muestran una apreciación positiva de estas agendas”, remarcan.

La conclusión es positiva: “Los resultados de este estudio parecen indicar que el cambio cultural experimentado por la sociedad argentina en las últimas décadas ha sido profundo y que en ese tiempo ha dejado sus huellas. A la palabra ‘cambio’ se la quiere contrastar con la idea de ‘batalla’ cultural, ligada más a la eliminación de los otros y otras -de manera inmediata y violenta- que al reconocimiento de los procesos que la sociedad genera. Lo que nos une es siempre un proceso en construcción y con bases sólidas, incluso cuando el ruido haga parecer que esas bases no existen más. Lo que la marea trajo y el viento no se llevó es mucho más de lo que el lugar común actual nombra y propone”.